Dicho y hecho

Hace algunos días, en este mismo espacio, hacíamos referencia a las deficiencias con las que llegaba la Selección boliviana de fútbol al Sudamericano Sub-15. Dicho y hecho, nuestro representativo tuvo una prematura eliminación y, como consecuencia, varios cuestionamientos surgen sobre la planificación de nuestras selecciones menores.

Ni el DT ni mucho menos los dirigentes se salvaron de la crítica. En este sentido, se demanda que el ente federativo brinde mejores condiciones para la participación de nuestros representantes, principalmente amistosos internacionales previos a sus competiciones.
En cuanto al cuerpo técnico, poco se puede exigir si no existen los medios adecuados para llevar adelante el trabajo; sin embargo, sigue siendo materia pendiente de éste y otros procesos el visitar más regiones del país -además del oriente boliviano- para la selección de jugadores.
Todo parece indicar que esta generación de jugadores quedará en el olvido, cuando lo que corresponde es continuar con el trabajo apuntando a consolidar la base para futuras representaciones. Incluso el mismo Xabier Azkargorta reconoció las deficiencias de nuestras estructuras al señalar que poco se puede hacer si no existen los recursos adecuados.
Mientras tanto, el desánimo en el aficionado es cada vez mayor, no sólo por la eliminación de la Sub-15, sino también por una impresentable actuación de la Selección boliviana categoría Sub-18, en los Juegos Bolivarianos de Perú.
El fútbol boliviano se devalúa cada vez más. A nadie parece importar que esté en juego el prestigio del país y, mientras continúen estas improvisaciones, no se vislumbra esa luz al final del camino que se llama Esperanza.