El libro se enfoca en el pasado de la protagonista
Daniel Averanga analiza la novela de Gabriela Wiener
“Huaco retrato” es la obra de la narradora peruana que fue editada y presentada por Dum Dum para esta versión de la Feria Internacional del Libro paceña.
Mirarse al espejo y preguntarse cosas. El inicio de Huaco retrato de Gabriela Wiener (Dum Dum, 2022) tiene tantos detalles -el secreto de ese múltiple cuestionamiento que se enreda cuando la narradora se detiene sobre su reflejo o, mejor dicho, cuando su mirada choca contra la imagen del pómulo sobresaliente, andino, moreno, de su reflejo- como reflexiones.
El preguntarse cosas, como los pasos a lo largo de un camino, lleva a mirar atrás e ir más allá del pasado propio, y es en ese ademán de revisión de la apariencia propia que se explora al padre, al tatarabuelo, al origen del apellido incluso, y con esto a la realidad en una trenza narrativa temporal, construida como reforzada por prosa entre profunda y sensata y un amplio ritmo narrativo.
Mirarse al espejo y preguntarse cosas sobre el padre -muerto antes de que inicie la narración de la protagonista- y el tatarabuelo -patriarca del “legado civilizador” establecido por el apellido- recuerda un poco a cuentos de Lovecraft desde los que la exploración del pasado abre cortinas para descubrir un horror indescriptible, y así... el pariente curioso termina cayendo en una espiral de caos sin fin.
Solo que en Huaco retrato el horror es mucho más sutil. Pero no por eso, menos amenazante: mirar el pasado es como abrir y entrar a través de una puerta que al final te apresará.
Paternidad, todo desemboca de una forma u otra en eso. Es así, aunque pocos lo reconozcan. Muchos libros escritos desde Latinoamérica “dependieron” de la presencia, ausencia o influencia de padres, abuelos, sobre protagonistas que son hijos, nietos, bisnietos.
¿Y las madres, las abuelas, las bisabuelas y demás señoras? Ni Úrsula Iguarán, ni María Iribarne ni las hijas violadas en dictaduras ni siquiera las madres de los personajes centrales de las novelas fundacionales latinoamericanas tuvieron oportunidad de hablarle al lector y contar algo más que las crisis que las sepultaron.
Como Cristina Rivera Garza, que se interesa muchísimo más por explorar la vida de su hermana (y no su feminicidio) en su grandiosa novela El invencible verano de Liliana. Arremete contra el legado familiar que parece reposar sobre los intersticios de su apellido, la historia, los dichos y hechos de sus antepasados y, con todo esto, arroja sus propias preguntas, las que se había formulado frente al espejo, ahora como dardos envenenados, a los lectores.
El análisis de la doble vida del padre recientemente fallecido de la narradora (la misma Gabriela), el estudio de hitos históricos que involucran a su tatarabuelo, el “famoso civilizador, descubridor y aventurero” Charles Wiener, y la situación de una relación compleja entre ella y dos personas más, desembocan en una novela introspectiva (a su modo) pero que, siendo narrada en primera persona, sorprende y provoca, a la par que entretiene.
Los recursos que Gabriela usa, en una gradación donde el suspenso y la crudeza están separados por al menos cinco recursos más, están fundamentados tan bien que esto demuestra que ella sabe lo que hace, y que por ello intenta destruirlo, terminando por hacer que la novela se de-genere por sí misma.
Con esos tres enfoques: el uso de la mentira en el padre con su doble vida (atentos a la parte donde se habla de un parche), el afán de reconocimiento de un personaje como Charles Wiener (que exuda arrogancia según algunos historiadores) y el “amor dividido” e imposible de la narradora por dos personas en un solo espacio (imposible todo amor que valga), la novela es una experiencia digna de recuerdo y relectura.
La edición boliviana de Huaco retrato tiene, además, sus aciertos en calidad de acabado, presentación y difusión. Lo cual me alegra bastante, al menos en relación al esfuerzo de Dum Dum Editora por socializar buena literatura. Ya con Ornamento de Cárdenas, Panza de burro de Abreu, o con la hermosa traducción de El color que cayó del cielo de Lovecraft y Tres truenos de Closs, Dum Dum tiene asegurada mi atención sobre sus futuras publicaciones.