Cochabamba
En la Llajta sólo un nuevo Viedma aliviará el colapso hospitalario
Con resfríos o heridas de bala, los pacientes se disputan un espacio en el único nosocomio de tercer nivel. Hay quienes deben esperar semanas por una cirugía.
jueves, 31 de agosto de 2017 · 00:00
Leny Chuquimia/ Cochabamba
"El Viedma colapsa”; ese es una o dos veces al mes el titular de la prensa cochabambina. En puertas del nosocomio público, cada día, centenares de personas se aglomeran durante horas en espera de la atención que no siempre reciben. Pacientes y médicos coinciden: urge un nuevo hospital de tercer nivel para la Llajta.
"Durante años la solución a este colapso ha sido enfocada a aumentar el número de camas, pero aunque hagamos una ampliación, el hospital de un momento a otro volverá a colapsar. Hay que construir otro hospital con la misma o mayor capacidad; en otras palabras: necesitamos un nuevo Viedma”, señala el director interino del nosocomio, José Ramírez.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que debe haber un hospital por cada 200 mil habitantes. La ciudad de Cochabamba tiene más de 900 mil y el departamento, 1,7 millones de pobladores pero sólo un centro de tercer nivel.
La madrugada del 19 de agosto de 2014, un joven de 23 años falleció en la puerta de Emergencias del Viedma. Dentro de una ambulancia había esperado durante horas un espacio en Terapia Intensiva, unidad que estaba llena en ese momento. Han pasado tres años y la situación no ha cambiado. El colapso en esos dos servicios, además en consulta externa y quirófanos, es diario.
"A las dos o tres de la madrugada hay que venir para sacar ficha. Otros desde la noche anterior duermen fuera para asegurar su turno. Si no se encuentra ficha hay que venir vez tras vez o irte a un privado... pero plata no siempre hay”, dice Ana Lipa.
Ha conseguido uno de los primeros turnos para medicina interna. En las manos carga una frazada, un cojín y una silla plegable, elementos indispensables para la larga espera.
La consulta no es para ella, sino para don Porfirio, su tío que hace poco fue hospitalizado por otra dolencia. "Internarse es lo más difícil”, asegura. Y es que en este establecimiento nunca hay lugar.
El Viedma cuenta con 260 camas de internación. Éstas no dan abasto para los 5.000 pacientes que, en promedio, son atendidos al mes, según el sindicato de trabajadores del nosocomio.
Desde 2001, el crecimiento de la población de Cochabamba es de 33%; un crecimiento desproporcionado en relación con el del hospital que en una década no mejoró infraestructura ni aumentó personal. Ramírez calcula que para cubrir el déficit de especialistas, personal médico y administrativo son necesarios más de 200 ítems.
"Por mucho tiempo se ha hablado de ampliaciones en cantidad de camas y personal, pero lo que es necesario es otro hospital”, reitera con pena.
La sobredemanda actual hace que los pacientes pasen un viacrucis para ser atendidos. "Por ejemplo si un enfermo decide operarse en el Viedma, debe peregrinar diariamente por al rededor de dos a tres semanas para ver si hay cama libre y también esperar que haya quirófano”.
Los pacientes que requieren cirugía o internación e ingresan por Emergencias pueden permanecer en esa unidad por más de cinco días a la espera de un cupo. En una reacción en cadena se genera la saturación de esta área, lo que perjudica la atención de otros casos urgentes.
"Tenemos pacientes que deben quedarse en Emergencias hasta cuatro o cinco días. Ahí se les da su alimentación y atención hasta que otro enfermo reciba el alta médica y les deje un lugar.
Ellos tienen preferencia de ingreso en relación con los casos externos que también están esperando una cama”, explica Ramírez.
"No hay espacio, no me quieren atender. De la puerta nomás me hablan”, señala Marlene Calustro al borde del llanto. Una herida en su pierna -causada por una esquirla de bala- no deja de sangrar desde hace dos días.
La lesión está expuesta, no tiene vendaje y aún hay una especie de arena gris en la piel que la rodea. "Me han disparado pero la bala ha dado al suelo”, cuenta pálida y notoriamente fatigada.
La puerta de la sala de Emergencias está cerrada. Afuera hay tres ambulancias en espera de un espacio para los enfermos que trasladan. Sólo en media jornada llegan al menos ocho.
"A veces tenemos que retener las ambulancias en las puertas. Si llegan con paciente y no hay espacio hay que hacerles esperar hasta conseguir un cupo. El otro día (7 de julio) algunas se han quedado hasta 13 horas en el hospital”, relata Ramírez.
"Está prohibido el ingreso, no puede tomar imágenes”, advierte molesto un enfermero. Adentro, el caos es evidente.
En un espacio reducido hay 14 cubículos para igual número de pacientes, pero de ser necesario allí se pueden acomodar hasta 40. Dos personas comparten una camilla. Otras -sentadas en sillas de ruedas, en bancos o en las gradillas de las camillas- son atendidas por los médicos residentes.
Los casos son diversos: hay pacientes con heridas punzocortantes, un señor con hernia que requiere una cirugía, un joven con resfrío agudo y una señora víctima de un accidente de tránsito.
Unos reciben suero; otros simplemente esperan.
"A mi esposo lo han traído en ambulancia y ahí le están atendiendo porque no hay lugar en emergencias. Tanta gente viene al Viedma... enfermarse es grave”, lamenta doña Margarita.
Su esposo, diagnosticado con diabetes hace algunos años, sufre insuficiencia renal. Junto a la ambulancia en la que el señor reposa, una adolescente con un cuadro de alergias también pide ser atendida. Los médicos le explican que debe ir al centro de salud de su barrio.
En la puerta de la sala de quirófano está Francisca García. Cuenta que su esposo fue referido para una cirugía de hernia desde el municipio de Sacaba.
Al Viedma llegan pacientes transferidos de centros de primer y segundo nivel con patologías que debieron ser atendidas allí. "Estamos recibiendo cirugías de hernias que son para ser tratadas en un centro de segundo nivel. El sistema de referencia debería funcionar pero no lo hace”, sostiene el interino.
El esposo de Francisca consiguió que lo operen después de tres meses de peregrinar para conseguir una cama y cinco días de internación mientras llegaba su turno en el quirófano.
Su caso, asegura el galeno, no correspondía al hospital de tercer nivel pero llegó porque su centro de salud no contaba con insumos. "Por eso nos han mandado acá desde Sacaba. Había sido bien difícil entrar”.
En Cochabamba, los problemas de infraestructura, equipamiento y personal se replican en centros de salud públicos, sean de la Gobernación o de los municipios, se quejan los pacientes.
Según Ramírez, el 70% de los casos debería resolverse en un centro barrial de primer nivel y el 30% restante, en uno de segundo nivel con especialidades como cirugía, ginecología o pediatría.
Pero ese es sólo uno de los problemas. Mientras el director los enumera llega hasta Emergencias otra ambulancia que agita a todo el personal y vuelve el caos.
Hay quirófanos pero no personal
El Hospital Viedma cuenta con cuatro quirófanos, pero sólo uno funciona a toda su capacidad. Los otros tres precisan personal.
"Tenemos cuatro quirófanos, pero la demanda es mayor que los servicios que podemos prestar. Tenemos un déficit importante en el personal”, señala el director interino del Hospital Viedma, José Ramírez.
De los cuatro, sólo uno funciona en dos turnos. El resto sólo en la mañana debido a que en la tarde sólo hay un anestesiólogo.
"En el turno de la tarde hay un especialista para muchas especialidades quirúrgicas que se requieren. Estamos haciendo las gestiones para más ítems” indicó Ramírez.
Pero no es la única área en déficit: cirugía cardiovascular tiene un solo ítem y son necesarios dos más. Cirugía maxilofacial está en la misma situación al igual que Emergencias.
"En oncología, una de las especialidades más demandadas por pacientes de Cochabamba, tenemos un solo cirujano oncólogo y tres oncólogos clínicos. Ellos no sólo atienden a nuestro hospital sino también a los pacientes de maternidad y de pediatría”, manifestó Ramírez.
Actualmente cerca del 60% del personal del Viedma trabaja bajo contratos que son pagados con los recursos propios del hospital. Gran parte de los ítems son a invitación. "Los recursos no son suficientes y siempre hay áreas que quedan desprotegidas”.


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