Choqueyapu, cuatro décadas en el olvido y la indiferencia
Entre 1975 y 2013 se realizaron al menos ocho estudios sobre la calidad del agua del río. Se plantearon soluciones, pero las autoridades las pasaron por alto.
jueves, 14 de septiembre de 2017 · 02:00
Carla Hannover / La Paz
Cuatro décadas han pasado desde que se iniciaran los primeros estudios con miras a mejorar la calidad del agua y el problema de contaminación en las cuencas paceñas, principalmente en la del río Choqueyapu.
En ese lapso, administraron la ciudad nueve alcaldes y pasaron por Palacio de Gobierno 11 presidentes. Todos éstos vieron ejecutarse los monitoreos y estudios del río, pero poco o nada hicieron para implementar hasta la fecha un sistema de tratamiento de aguas residuales para la ciudad.
Producto de este olvido es que en la actualidad el río Choqueyapu, al igual que todas las cuencas de La Paz, que en gran parte confluyen con éste, funciona en la ciudad como una gran alcantarilla. En él se depositan desechos industriales, del sector comercial y los residuos domiciliarios del casi millón de habitantes que, según el INE, vive en el área urbana.
"Hubo un crecimiento de la población, de la actividad económica y productiva, además del consumo de agua. Esta población genera aguas residuales y desechos y todas esas descargas van a los ríos, por lo que siempre estos se han visto afectados”, explicó el director del Instituto de Ingeniería Sanitaria de la UMSA, Edwin Astorga. La institución que dirige desarrolló en las últimas décadas diversos estudios de la calidad del agua, ya sea con el municipio, organismos internacionales o apoyando la investigación científica de los alumnos de ingeniería.
¿Cómo afecta este problema?
Este río tiene un carácter cíclico. Sus aguas contaminadas le son devueltas al ciudadano muchas veces en las verduras que consume. Según un estudio elaborado por el Instituto de Biología Molecular y Biotecnología de la UMSA, el río Choqueyapu arrastra al menos cuatro tipos de bacterias causantes de diarrea y salmonella.
"Entre 2013 y 2014 se realizó un estudio de las aguas del río Choqueyapu. En casi todos los puntos de recolección de muestras hemos encontrado bacterias patógenas de enterotoxigénica, enteropatogénica, enteroagregativa y salmonella”, detalló Volga Iñiguez, investigadora que lideró el estudio. "La salmonella y Escherichia coli Enterotoxigénica tienen alta persistencia”.
El problema con esto es que las aguas del río Choqueyapu, que en otros tiempos se purificaban al sur de la ciudad por efecto de la oxigenación, son utilizadas para el riego de frutas y hortalizas de las comunidades productoras ubicadas en ese sector como Río Abajo, Lipari, Valencia y Mecapaca. Esos productos son los que gran parte de la población consume. "En principio, los principales afectados son los pobladores de esta área”, complementa Astorga.
Otro problema que acarrea el río es que conforme crece la contaminación de sus aguas en el área urbana, la ciudad corre el riesgo a la larga de quedar impregnada del mal olor que ya despide en las áreas en las que se encuentra descubierto. "Las autoridades deberían tener políticas de recuperación del río. Lo único que hemos visto estos años han sido intentos de enterrarlo y eso es lo que menos deberían hacer”, agregó Astorga.
De continuar con esta indiferencia, este río que arrastra la contaminación de toda una ciudad, y que ya afecta a gran número de productores del sur del municipio, a la larga también terminará afectando a las comunidades que están incluso fuera del departamento, pues no se debe olvidar que el río Choqueyapu es parte de la cuenca del río Beni y éste desemboca en la cuenca del Amazonas (Brasil).
"En los estudios que hicimos en 2005, el río tenía una recuperación clase "D” (aguas de menor calidad y que solamente se constituyen en simples cuerpos que alejan aguas residuales ) recién a la altura del municipio de Mecapaca”, detalló Astorga. Esto, agrega, es peligroso pues, como se mencionó, mucho antes de llegar a ese punto hay comunidades que usan estas aguas para riego.
Debido a la amplitud del tema, se ha dividido la investigación en dos partes. En esta primera, se indaga en las causas de la contaminación del río en la ciudad y los problemas pendientes de solución, además de indagar sobre los responsables del crecimiento de la contaminación y cuáles las gestiones que las autoridades han llevado adelante. Esta primera parte fue posible gracias al apoyo del Fondo Spotlight para la investigación periodística que otorga la Fundación Para el Periodismo y el European Journalism Centre.
En un segundo número, que se publicará en las próximas semanas, se abordará el problema de los efectos que causa esta contaminación en las comunidades productoras del sur de la ciudad y su incidencia en la salud pública. Aspectos que poco se visibilizan pero de los cuales gran parte de la ciudadanía es afectada.
Estudios que quedaron en nada
La historia de la contaminación del río Choqueyapu y de otras cuencas paceñas se condensa en al menos ocho estudios entre tesis de grado, planes y monitoreos que se desarrollaron en el país desde 1975. Éstos fueron registrados en el proyecto de grado: Adecuación estadística y aplicación de software para el seguimiento de la contaminación del río Choqueyapu, realizado por Marcelo Coaquira y Julia Sullca.
Según da cuenta la investigación, los primeros estudios de la calidad del agua de este río datan de 1975. Entonces, el estudiante Lenardo Coaquira elaboró una tesis con la que buscó determinar el nivel de contaminación de los ríos Choqueyapu y Orkojahuira.
Entre 1976 y 1978, la Alcaldía, que tenía como cabeza a Mario Mercado, llevó adelante el Análisis de las aguas negras del río Choqueyapu e Irpavi.
En 1985, la estudiante Graciela Espinoza llevó adelante un Estudio de la contaminación del río Choqueyapu desde la ciudad de La Paz hasta Lipari. En 1986, la investigadora Rosa María Justiniano realizó un Estudio de Tesoactivos en el río Choqueyapu. Mientras que en 1987, Pedro Julio Capriles elaboró un Modelo de simulación en la autopurificación de las corrientes superficiales del río.
Ya en 1992, la cooperación japonesa (JICA) comenzó los primeros estudios de la contaminación en este afluente. "Esta situación (del río) ha traído como resultado el deterioro estético y la generación de olores desagradables a lo largo de la zona urbana colindante al río”, se lee en el estudio.
Un año después, en 1993, se publicó junto con JICA el Estudio para el control de la contaminación de agua de los ríos en la ciudad de La Paz, que incluía un plan básico con el que se buscaba hacerle frente al problema.
Entonces se identificó que "las principales causas de la contaminación se deben a la descarga directa o sin tratamiento de los residuos domésticos o industriales”. Por esa época, La Paz tenía una población aproximada de 720 mil habitantes.
En ese sentido, ese estudio planteó, por ejemplo: la "recolección de las aguas residuales desde la zona central (excluyendo la cuenca del Orkojahuira) a través de la toma de ellas directamente desde el río Choqueyapu”.
También sugirió "la instalación de una alcantarilla interceptora principal desde la zona de Kantutani hacia el sitio de tratamiento propuesto”, que en este caso se ubicaba a la altura de Valencia. Asimismo, se recomendó, "la instalación de alcantarillas interceptoras en otras áreas fuera de la zona central para recoletar las aguas residuales transportadas por las alcantarillas existentes y conectarlas con la alcantarilla interceptora principal”. Por último, recomendó la "construcción de una planta de tratamiento centralizada que trate las aguas residuales recolectadas” por esas alcantarillas interceptoras (ver infografía).
"Entonces (1993) sí se podía tomar acciones porque había espacio en la ciudad. Hoy, esos planteamientos han quedado obsoletos, porque la ciudad ha crecido mucho más. Ahora se requieren otro tipo de medidas mucho más contundentes y costosas”, señaló Astorga.
El costo aproximado de la planta de tratamiento, que se planteó en 1993 y que tendría una
extensión de 32 hectáreas, fue de 33 millones de dólares. Mientras que la construcción para el interceptor de desagüe principal tendría un costo aproximado de 100 mil dólares.
Lamentablemente , luego de la publicación y entrega de este plan, según cuenta Astorga, las autoridades no gestionaron los recursos y debido a otros intereses dejaron pasar el tiempo.
En 2005, la gestión de Juan del Granado presentó otro estudio de la situación del río Choqueyapu que se realizó desde 2002. Este monitoreo no planteó soluciones, sólo da cuenta de los estudios sobre la calidad del agua del río. Ya en 2013 se presentó el Plan Maestro Metropolitano de Agua y Saneamiento para La Paz y El Alto. El documento analiza la situación de la contaminación en las cuencas paceñas, entre ellas la del Choqueyapu. Para ello, toma como base los estudios de 2005 de la Alcaldía.
En éste se señala que "el río Choqueyapu en gran parte de su tramo, en lo que corresponde a la ciudad de La Paz, presenta aguas muy contaminadas”. Tales los niveles que, una vez convertido en el río La Paz en su "inicio llega muy contaminado -a causa de las descargas de La Paz- y continúa de esa manera aguas abajo pasando por Mecapaca -incluso- hasta la población El Palomar, con aguas muy contaminadas”.
En ese sentido elaboró una serie de recomendaciones urgentes como la renovación del sistema de alcantarillado en ciertos sectores de la ciudad, la instalación de cañerías recolectoras de las aguas servidas y la implementación de una planta de tratamiento de las aguas residuales, entre otros. Aspectos que a la fecha no se concretaron.
Punto de vista
LYZANDER LaVADENZ Espe- cialista en Ingeniería Sanitaria
"Esto parece no importarle al ciudadano”
La contaminación hídrica del río Choqueyapu atenta directamente contra la salud pública de las personas (enfermedades), y provoca un desequilibrio ecológico en flora y fauna circundante (degradación del ecosistema).
El empleo irrestricto de las aguas contaminadas del río Choqueyapu, para el riego de hortalizas y frutas en las zonas de cultivo de Río Abajo, tiene como efectos inmediatos el incremento de enfermedades gastrointestinales (cólera, hepatitis y disentería entre las principales).
Esta situación atenta directamente contra la salud de todos los ciudadanos y pobladores, pues son muy pocos aquellos que tienen el hábito de desinfectar sus hortalizas antes de consumirlas, y no obstante otro mínimo de la población tiene la capacidad económica de comprar sus verduras en supermercados, corren también el riesgo de adquirir productos ya terminados con hortalizas contaminadas.
De una u otra forma, todo ciudadano y habitante que vive en las cercanías del río y/o de alguna manera se ve influenciado por la agricultura que genera el río a lo largo de su curso, es vulnerable a contraer una enfermedad gastrointestinal. Pero la afectación también trasciende a otros niveles.
Es una iniquidad ver cómo convertimos al río Choqueyapu en un medio de evacuación de desechos sólidos y líquidos urbanos, olvidando que la degradación del ecosistema circundante al río provoca un desequilibrio físico, químico y biológico en la flora y fauna que lo compone.
Recordemos que este río cambia de nombre a río La Paz para convertirse en un río afluente tributario del río Beni, y en su extenso recorrido sus aguas son empleadas para riego, como abrevadero para animales e incluso en muchos sectores para recreación de contacto primario.
Sin embargo, este hecho parece no importarle al ciudadano quien muy a la ligera relaciona la contaminación hídrica con desagradable olor y color obscuro del río (deterioro de las propiedades organolépticas), sin comprender el daño real que se provoca a la ecología circundante que se ubica aguas abajo (a kilómetros de distancia).
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