Resiliencia y respuesta
Sin esperar al Estado, los municipios tuvieron que aprender a luchar contra el coronavirus
Ante la falta de pruebas y la demora de los resultados, autoridades locales y médicos acudieron a estudios de rayos X e impulsaron tratamientos inmediatos. Algunos compraron equipos de laboratorio.












Anahí Cazas Periodista
La vida cambió en marzo. Los pobladores de San Carlos, un municipio que se encuentra a 120 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz, pasaron de la tranquilidad cotidiana a una tormenta sin precedentes. Entre el 11 y 12 de ese mes, los vecinos se enteraron que la primera paciente con Covid-19 en Bolivia se encontraba en Buen Retiro, una localidad de este pueblo.
La mujer, de más de 60 años, llegó desde Italia a su tierra sin saber que estaba infectada con el virus. Así, San Carlos se puso en el ojo de la tormenta. La primera reacción fue el miedo. Los vecinos se autoconvocaron en las puertas del hospital municipal para solicitar la evacuación de la paciente.
Sin saber cómo enfrentar al virus que paralizaba países de Europa y Asia, las autoridades locales determinaron aplicar una cuarentena de 15 días en San Carlos. Suspendieron las clases y cerraron todos los mercados. La prueba del éxito de la medida fue que la población no reportó nuevos contagios por al menos 70 días.
Luego de más de ocho meses de la pandemia, el alcalde de San Carlos, Marco Áñez, cuenta que en el pueblo se respira tranquilidad. “El primer caso de la Covid-19 nos ayudó muchísimo para encarar lo que realmente se venía”, evalúa.
Para luchar contra el virus, este municipio contrató a médicos y habilitó un establecimiento para los pacientes críticos. Y así, sin esperar la ayuda del Estado, la población aprendió a luchar contra la pandemia del virus.
“El pico más alto lo tuvimos en la primera quincena de junio cuando reportamos hasta dos muertes al día”, comenta un tono de alivio Áñez, quien recuerda cada detalle sobre cómo impulsaron los rastrillajes y cómo se conformaron las brigadas médicas que entregaron medicamentos como la Azitromicina, Paracetamol, Aspirina e Ivermectina.
Foto: San Ignacio de Velasco
“Como municipio compramos Ivermectina y distribuimos (este fármaco) a todos los ciudadanos. Ese medicamento nos ayudó mucho”, asegura.
No es la única población que aprendió a luchar por su cuenta contra la pandemia. El alcalde de San Ignacio de Velasco, Moisés Fanor, explica que decidieron salir a dar pelea al virus. “Fuimos el primer municipio que salió a buscar la enfermedad casa por casa”, recuerda.
En los primeros días de junio, esta población cruceña se encontraba en luto constante. “Reportamos hasta siete decesos diarios”, apunta Fanor. Para evitar más muertes, las brigadas identificaron los casos y dieron tratamientos inmediatos. “Lo logramos”, asegura hoy orgulloso.
¿Cómo se desarrollaron los rastrillajes en San Ignacio? El médico hacía una encuesta para conocer la sintomatología de cada uno y si identificaba a un integrante de una familia, de forma automática se daba medicamentos a todos los miembros de la casa. “Si uno tenía la enfermedad, automáticamente el resto la tenía”, recalca Fanor.
En la población cruceña de Montero se respira ahora un aire de tranquilidad. Pasó de una alerta roja por la cantidad de contagios al control de la expansión de la Covid-19. ¿Cómo lo logró? Según las autoridades, este éxito fue gracias a cinco claves: la medicación temprana ante los primeros síntomas, las brigadas móviles que visitaron los hogares, la capacitación del personal de salud, la entrega de equipamiento a los centros de atención y la medicina tradicional.
“Al inicio nos equivocamos. Iniciábamos el tratamiento una vez que salían los resultados del Cenetrop (Centro Nacional de Enfermedades Tropicales) y el laboratorio tardaba hasta 20 días en darnos la información. Cuando queríamos comenzar el tratamiento (el mismo), ya no era efectivo”, explica el director municipal de Salud de Montero, José Luis Nogales.
Entonces las autoridades ediles decidieron comenzar con el “tratamiento precoz” sin tener resultados de las pruebas de laboratorio y optaron por dar la medicación ante los primeros síntomas de la enfermedad. “Eso fue mejorando porque se redujo el número de pacientes críticos”, añade.
La larga espera de los resultados de las pruebas Covid y la falta de reactivos pusieron en apuros a casi todos los municipios del país. Tal es el caso de las poblaciones de Beni, donde los médicos de Trinidad y Guayaramerín ya no esperaron las pruebas. Optaron por realizar estudios complementarios, como tomografías o rayos X, y comenzaron la aplicación de tratamientos inmediatos a los pacientes sospechosos del virus.
“Para determinar si tienen Covid-19, los médicos trabajaron con rayos X y tomografías en lugar de sacar pruebas”, dijo el secretario de salud de la Alcaldía de Guayaramerín, Jesús Salazar. “Si una persona llegaba con tos y fiebre, le hacíamos los análisis de pulmones y si veíamos que estaban seriamente afectados, automáticamente lo atendíamos como un caso de coronavirus”, explicó.
Foto: Sedes Pando
Un trabajo similar ocurrió en Trinidad, donde las brigadas médicas apostaron por el tratamiento precoz sin esperar pruebas. Así se logró evitar que las personas con sintomatología no lleguen a complicarse.
En Cochabamba, la larga espera por los resultados de las pruebas de Covid-19 puso en aprietos a municipios como Santiváñez y Punata. Ante esa situación, las autoridades locales decidieron adquirir equipos de laboratorio y pruebas rápidas para identificar los casos positivos.
“Hay que destacar que compraron equipos para el diagnóstico de la Covid”, comentó el jefe de epidemiología del Sedes, Rubén Castillo.
En Punata, para el trabajo de los equipos médicos en una primera fase, la Alcaldía compró 5.000 pruebas rápidas. Se instaló un centro de operaciones y se elaboró un mapeo de los casos.
Sin esperar la ayuda del gobierno central, Tarija se puso en pie de lucha contra la pandemia con el diagnóstico oportuno y las pruebas rápidas.
“Se realizaron 97 pruebas por cada 1.000 habitantes (…) y se diagnosticó al 11% del total de la población”, se lee en el Diagnóstico de Contención de la Covid-19 -un documento que fue elaborado por la Gobernación tarijeña al 15 de septiembre- . Del total de las pruebas, 37.758 fueron por anticuerpos y 18.267 por PCR.
Tarija es el único departamento del país que logró certificar como válidas sus pruebas rápidas de anticuerpos. Waldemar Peralta, secretario de coordinación de la Gobernación tarijeña, explicó que para alcanzar esta certificación llevaron adelante varios estudios que corroboraron su confiabilidad.
En Tarija, la población fronteriza de Bermejo fue una de las más afectadas por la Covid desde junio, cuando registró el primer paciente positivo. Poco a poco, el virus se propagó en este municipio, incluso se reportaron infecciones entre el personal médico.
Para luchar contra la Covid-19 en este municipio, una de las claves fue la entrega de kits de medicamentos, de acuerdo con la responsable de salud de Bermejo, Sonia Venegas. Según el personal de salud, tenían previsto entregar al menos 4.000 paquetes de medicamentos.
En Pando, en casi todos los municipios, los médicos salieron a las plazas, a los parques y a los coliseos para atender en puestos móviles a los pacientes con la Covid-19.
Los galenos nunca bajaron la guardia pese a las limitaciones de infraestructura e insumos. Los médicos a contrato reutilizan sus trajes de bioseguridad remendados. Cuando uno de los galenos se infectaba, sus colegas realizan aportes para comprar medicamentos. Algunos se trasladan a Brasil en busca de atención.
“Es una pena nuestra situación. En el Hospital Hernán Messuti -donde trabajo- no hay equipos de bioseguridad. Los trajes que nos dan son un desastre porque pese a que son desechables, nosotros los volvemos a utilizar. Los usamos hasta que están rotos”, dijo Alfredo Condori, único terapista intensivo de este establecimiento de salud.
Además de lidiar con la falta de equipos e infraestructura, en los centros de salud de varias poblaciones de Potosí, los profesionales tenían que aguantar la intolerancia. “La gente no cree todavía (en el coronavirus), culpa al personal de salud y dice que nosotros estaríamos llevando la enfermedad”, dijo el jefe de epidemiología del Sedes, Huáscar Alarcón, quien visitó Llallagua, Uncía y Chayanta.
En la primera población, muchos vecinos se resistían al uso del barbijo y a las medidas de prevención. “Hasta ahora se siguen presentando casos en Llallagua, pero esta situación tiene mucho que ver con la parte social y cultural. En esos lugares mandan los ayllus, la Policía no interviene, entonces es complicado trabajar en ese sector”, sostuvo Alarcón.
Ante la insistencia de las autoridades, Llallagua pasó de una situación “terrible” por el número de contagios a ponerse en pie de lucha contra la enfermedad. Ahora, esta población tiene una sala de aislamiento en el hospital de segundo nivel Madre Obrera para la atención de los infectados.
Para el alcalde de Llallagua, Artemio Mamani, la pandemia reveló una situación muy preocupante en su población: la falta de infraestructura en salud. Aseguró que pese a la entrega de dos ventiladores, la situación del área de terapia intensiva para Covid-19 no fue la más adecuada porque se vieron obligados a trasladar a varios pacientes críticos a hospitales de otros municipios.
Para Alarcón, el municipio de Potosí se destacó por marcar la línea de lucha contra el virus por convertir seis coliseos en centros de valoración médica para hacer tamizajes e identificar casos de Covid-19. “Logramos captar más de 2.000 infectados. Hicimos el seguimiento y cruzamos con pruebas PCR”, dijo.
Entre marzo y abril, los vecinos Huanuni, un municipio minero de Oruro, también se negaban a creer que la pandemia había llegado. “La población no aceptaba que Huanuni ya tenía casos positivos. Tuvimos que sensibilizar a la gente, pero ahora ya tomó las cosas en serio”, sostuvo con un tono de tranquilidad Henry Tapia, director del Sedes de Oruro.
Hoy, Huanuni ya instaló un centro de aislamiento Covid con camas y equipos, además de áreas para el personal y la preparación de alimentos.
En varios municipios de Chuquisaca, las autoridades y los vecinos aprendieron desde instalar un centro de aislamiento hasta elaborar un protocolo de contención para evitar la propagación de la enfermedad.
“Hay municipios que se destacaron sobre todo en el tema de contención y la vigilancia de casos. Una de esas poblaciones es Monteagudo, donde (las autoridades y médicos) realizaron un trabajo muy bueno, hicieron una muy buena vigilancia epidemiológica”, dijo Jhonny Camacho, jefe de epidemiología del Sedes.
Monteagudo, Culpina, Camargo y San Lucas, entre otros municipios, trabajaron de forma ardua en la detección temprana de infectados y en especial de casos importados. “Identificaron muchos positivos, sobre todo en los repatriados y los que llegaban de Santa Cruz”, explicó.
Todo cambió en marzo. Desde entonces, los municipios tuvieron que aprender a luchar contra el coronavirus.
En La Paz, muchos municipios pasaron de la indisciplina a una lucha ardua contra el virus
De la fiesta al luto. Todo ocurrió en días. El municipio paceño de Patacamaya se puso en el ojo de la tormenta en Bolivia. En los primeros días de abril, un fotógrafo murió por la Covid-19 luego de participar en una fiesta patronal. En este acontecimiento social participó casi todo el pueblo, incluso el entonces alcalde Tiburcio Choque, que fue enviado a la cárcel por avalar el encuentro pese a la cuarentena estricta en el país.
Foto:APG
Antes de morir, el fotógrafo contagió el virus a parte de su familia: su hija, su yerno y su nieto. La mujer se quedó aislada en una casa de dos pisos en Patacamaya, su esposo e hijo fueron trasladados a un hospital en La Paz.
Ante la resistencia de los pobladores, quienes también agredieron al personal médico del hospital por hablar del virus, las autoridades determinaron encapsular Patacamaya.
Con un nuevo alcalde, el municipio contrató siete profesionales. En coordinación con el Sedes, brigadas realizaron visitas casa por casa para detectar nuevos casos positivos.
Luego de una inspección, el entonces ministro de Obras Públicas, Iván Arias, destacó el cambio de la población de Patacamaya, donde vio el cumplimiento de la cuarentena rígida y la asignación de cinco horas semanales para el abastecimiento de alimentos e insumos.
En este municipio también los pobladores y las autoridades locales cerraron los caminos y realizaron el fumigado de calles. “Patacamaya tiene un centro grande”, destacó el director del Sedes La Paz, Ramiro Narváez, e indicó que la situación en este municipio está controlada.
Cuando los vecinos del municipio de Cairoma se enteraron que uno de sus pobladores murió por Covid-19 en un hospital de El Alto, el miedo se apoderó de este pueblo que se encuentra a 280 kilómetros de la sede de Gobierno. Así las autoridades locales y los 12.000 habitantes buscaron modos para luchar contra el virus.
Fue en abril. El alcalde de Cairoma, Pablo Morales, viajó hasta la ciudad de La Paz para pedir ayuda de las autoridades de la Gobernación y del Gobierno. “Los vecinos tenían mucho miedo”, dijo y contó que tras el primer muerto por Covid se declaró cuarentena total.
Morales pidió la designación de policías para controlar el cumplimiento de la cuarentena, además solicitó personal médico y pruebas de coronavirus. Luego de las situaciones difíciles, los médicos del centro de salud pusieron en marcha un plan de socialización y difusión sobre las medidas de bioseguridad para prevenir contagios.
Chuquisaca: municipios aprendieron desde instalar centros Covid hasta detectar casos
En los más de ocho meses de la pandemia de la Covid-19, las autoridades locales y los pobladores de los municipios de Chuquisaca aprendieron desde la instalación de un centro de aislamiento hasta la elaboración de un protocolo de contención para evitar la propagación de la enfermedad.
“Hay municipios que se destacaron sobre todo en el tema de contención y la vigilancia de casos. Una de esas poblaciones es Monteagudo, donde (las autoridades locales y médicos) realizaron un trabajo muy bueno, hicieron una muy buena vigilancia epidemiológica”, contó Jhonny Camacho, jefe de epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Chuquisaca.
De acuerdo con Camacho, Monteagudo, Culpina, Camargo y San Lucas, entre otros municipios chuquisaqueños, trabajaron de forma ardua en la detección temprana de los infectados de la Covid-19, en especial de casos importados.
“Identificaron muchos positivos, en especial los repatriados y los que llegaban de Santa Cruz”, explicó. Según la autoridad, el municipio que trabajó más fuerte es Sucre, la capital del departamento. “Es además donde más se concentró el 90% (de los casos) y la lucha contra la pandemia”, dijo.
Diagnóstico oportuno y la realización de pruebas rápidas, claves de la lucha en Tarija
Desde la entrega de los kits de medicamentos hasta la limpieza de vías públicas, son algunas de las acciones que impulsaron municipios de Tarija, como Bermejo, Caraparí y San Lorenzo, para luchar contra la pandemia.
Sin embargo, la clave principal de la lucha contra la pandemia en el departamento de Tarija fue el diagnóstico oportuno de casos positivos y la realización de pruebas rápidas.
El Diagnóstico de Contención de la Covid-19 -un documento que fue elaborado por la Gobernación de Tarija al 15 de septiembre- explica que hasta septiembre se elaboraron 56.385 pruebas moleculares PCR y de diagnóstico por anticuerpos o rápidas.
“Se realizaron 97 pruebas por cada 1.000 habitantes (…) y se diagnosticó al 11% del total de la población”, se lee en el texto. Del total de las pruebas, 37.758 fueron por anticuerpos y 18.267 por PCR.
En cambio, otros departamentos tienen índices más bajos: La Paz realizó 26 pruebas por cada 1.000 habitantes; Santa Cruz, 15; Beni, 26; Pando, 49; Chuquisaca, 12; Oruro, 25; Potosí, 28 y Cochabamba, 29.
Además, Tarija es el único departamento del territorio boliviano que logró certificar como válidas sus pruebas rápidas de anticuerpos.
Brigadas con traductores del quechua, la iniciativa para recorrer los pueblos de Potosí
Para recorrer el área rural –en especial los municipios del norte del departamento de Potosí- cada brigada médica contaba con un traductor del quechua para informar sobre los riesgos de la Covid-19 e identificar a los pobladores con síntomas de la enfermedad. Fue una tarea complicada, pero paso a paso se logró concretar en los más de ocho meses de la pandemia.
“Coordinamos con los municipios para las visitas casa por casa, pero fue muy complicado. Más que todo por la parte social”, dijo el jefe de epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Huáscar Alarcón, en referencia a que muchos pobladores se cierran con una idea: “el coronavirus no existe” Por ejemplo, en Llallagua, uno de los municipios más golpeados, mucha gente no creía en la existencia del virus. “Nadie usa los barbijos”, explicó.
Además, otro gran obstáculo es el idioma, según Alarcón. “Hay muchos comunarios que sólo hablan quechua, fue un poco complicado convencer a la gente que se haga una prueba”, explicó. Ante esta situación, las autoridades de salud incluyeron un plan social en los rastrillajes. “Siempre en cada brigada, iba una persona que hablaba muy bien quechua. Eso nos sirvió bastante”, agregó.
El tratamiento precoz y rayos X, así los municipios de Beni no bajaron la guardia
Por la larga espera de los resultados de las pruebas para detectar la Covid-19, médicos de Trinidad y Guayaramerín (Beni) comenzaron la aplicación de tratamientos inmediatos a los pacientes sospechosos del virus. Así los municipios benianos lucharon contra la pandemia en los meses pico.
“En el centro centinela que fue instalado en el Hospital General de Guayaramerín, los médicos y brigadas móviles realizaron el triaje (o una primera evaluación del paciente). Luego la persona afectada fue enviada al centro centinela. Ahí ya comenzamos el tratamiento para los sospechosos de coronavirus sin esperar los resultados de las pruebas porque había mucha demora, más de tres días. Fue demasiado”, dijo el coordinador de la Red 08 de este municipio, Robín Ojopi Miranda.
En los meses pico de la pandemia -entre junio, julio y agosto- los médicos de Trinidad también aplicaron la misma medida. El director del hospital centinela de este municipio, Ronald Gutiérrez, informó que sin esperar los resultados ya dieron tratamientos a los pacientes con síntomas de Covid-19. “Tomábamos placas radiográficas para ver el estado de los pulmones y si detectamos un deterioro, de inmediato comenzábamos con el tratamiento”, contó el galeno.
En los municipios de Pando, médicos repartieron pruebas, fármacos y esperanza
Pese a las limitaciones, los médicos y trabajadores de salud arriesgaron todo para atender a los pacientes con coronavirus e identificar casos sospechosos en las comunidades y los municipios de Pando, como Filadelfia, Villa Nueva y Puerto Rico.
“El personal de salud, en especial los médicos, enfermeras y auxiliares, trabajaron y afrontaron la situación a pesar de las adversidades”, aseguró el jefe de epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes) Rodolfo Villarroel.
Según la autoridad, en Pando se determinó dar tratamientos inmediatos a los pacientes; además, la institución hizo vigilancia epidemiológica en las comunidades.
De acuerdo con Villarroel, varios de los alcaldes compraron insumos y equipos de protección para el personal de salud. Porvenir, El Sena, Puerto Rico y Gonzalo Moreno son algunos de los municipios que se destacaron por este tipo de acción.
Bajo esa premisa, en casi todos los municipios de Pando los médicos salieron a las plazas, a los parques y a los coliseos para atender en puestos móviles a los pacientes con la Covid-19.
En las consultas, los profesionales de salud también recibieron a personas que sufren otras enfermedades.
Equipos de laboratorio para Covid, la apuesta de Santiváñez y Punata de Cochabamba
En los meses pico de la pandemia, el municipio cochabambino de Santiváñez empezó a luchar contra el virus y decidió resolver uno de sus principales obstáculos: los pobladores sospechosos debían esperar muchos días por los resultados de las pruebas de la Covid-19.
Por eso y en casi cuatro meses, Santiváñez adquirió equipos de laboratorio y pruebas rápidas para identificar los casos positivos de coronavirus.
Este municipio también se destacó por registrar cifras positivas de pacientes que vencieron el virus y así se convirtió en uno de los primeros con más recuperados. ¿Cómo se logró este resultado? Según el burgomaestre, el seguimiento y el control del aislamiento de los infectados. La población ayudó en esa tarea, pero también la comuna tuvo que lidiar con la indisciplina de la gente.
Con la habilitación de cámaras de desinfección en el mercado principal, el encapsulamiento y los rastrillajes con brigadas para los rastrillajes, el municipio cochabambino de Punata dio pelea al coronavirus.
De acuerdo con el jefe de epidemiología del Sedes, Rubén Castillo, Punata también adquirió equipos de diagnóstico. “El municipio compró un termociclador”, informó.
Con la instalación de un centro modelo, el municipio paceño de Achacachi dio ejemplo
El municipio de Achacachi, que se encuentra a 97 kilómetros de la sede de Gobierno y es cuna de los Ponchos Rojos, tiene uno de los mejores centros de aislamiento del área rural de La Paz. “Es establecimiento modelo”, dijo el director del Servicio Departamental de Salud, Ramiro Narváez.
“Tiene uno de los centros de aislamiento más importante del departamento. Es uno de los más equipados. Achacachi ya está preparado para un rebrote. Es un establecimiento modelo”, aseguró Narváez. “El municipio hizo un gran trabajo”, agregó.
Este centro de aislamiento tiene áreas para el triaje para el manejo de pacientes leves, moderados y graves. Según el director municipal de Salud, Reynaldo Quispe, la Alcaldía invirtió 700 mil bolivianos en la refacción de las instalaciones de este centro.
Además, las autoridades locales informaron sobre la adquisición de dos ambulancias nuevas para el traslado de pacientes de las diferentes comunidades hacia el centro de aislamiento.
Ni bien la población de Achacahi registró un primer caso positivo, las autoridades locales y los representantes de los mallkus Ponchos Rojos decidieron encapsular el pueblo entre el 5 y el 10 de mayo. Para cumplir de forma rigurosa la medida, el alcalde Mariano Huallpa incluso promulgó una ley.
En Oruro, Huanuni pasó de no creer el virus a instalar centros de atención para Covid
Entre los meses de marzo y abril, los vecinos del municipio de Huanuni, un centro minero que se encuentra a 50 minutos de la capital del departamento de Oruro, se negaban a creer que la pandemia del coronavirus había llegado a la población. Por eso, además de pedir insumos de bioseguridad y equipos, el personal de salud debía lidiar con la desconfianza de los pobladores.
“La población no aceptaba que Huanuni ya tenía casos positivos. Tuvimos que sensibilizar a la gente, pero ahora ya tomó las cosas en serio”, dijo con un tono de tranquilidad Henry Tapia, médico y director del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Oruro.
Hoy, luego de ver los estragos de la pandemia de la Covid-19 -524 casos y 25 muertos- las autoridades locales están atentas en la lucha contra el virus que paralizó el mundo. El director del Sedes destacó que en Huanuni ya se instaló un centro de aislamiento Covid con camas y equipos, además de áreas para el personal y la preparación de alimentos. “Se han internado pacientes”, dijo e indicó que ya fueron dados de alta.
Además, Huanuni ya cuenta con una sala de terapia intermedia en su hospital de segundo nivel San Martín de Porres.
San Carlos, el municipio cruceño que reportó el primer caso, aprendió a pelear sin tregua
Cuando el virus llegó a Bolivia, los primeros días de marzo, el municipio cruceño de San Carlos -en especial la localidad Buen Retiro- se encontraba en el ojo de la tormenta porque registró a una de las primeras pacientes con la Covid-19 en el país.
“Este caso nos ayudó muchísimo para encarar lo que realmente se venía”, recordó cinco meses después el alcalde de esta población, Marco Áñez.
La autoridad contó que en ese momento el municipio se puso en alerta, contrató a médicos y habilitó un establecimiento para los pacientes críticos. “Para eso compramos tanques de oxígeno. Eso fue a tiempo y habilitamos 40 camas”, dijo.
Además, las autoridades de San Carlos decidieron encapsular de inmediato el municipio y gracias a la medida no reportaron nuevos pacientes por al menos 70 días. Después de ese tiempo se presentó “una segunda oleada”.
Durante el rastrillaje, las autoridades del San Carlos entregaron medicamentos, como la Azitromicina, Paracetamol, Aspirina e Ivermectina.
Suspendieron las clases y determinaron cerrar todos los mercados. La evidencia del éxito de la medida fue que la población no reportó nuevos pacientes por al menos 70 días.
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