Tres mujeres de los cafetales bolivianos a Colombia
Jóvenes de familias caficultoras se especializan en el proceso de preparación del café. En 2017, su dedicación y pasión las llevó al país exponente de esta bebida en el mundo.Alejandra Pau / La Paz
La paciencia para tostar, escoger, obtener cada gota de esta bebida misteriosa es una virtud que dominan. El aroma del café es la extensión del hábitat natural de tres jóvenes que crecieron entre cafetales y que hoy se especializan en todo el proceso de su preparación para lograr la bebida perfecta. Su dedicación las ha llevado hasta Colombia.
Sandra Alcón Muñoz, Ana María Condori Cruz y Dayana Kea Alanoca se sumergen todos los días en los secretos de la preparación del café. Sus tiempos, el color y aroma desde el tueste hasta que llega a la taza son verificados meticulosamente, saben que el resultado es el esfuerzo de decenas de familias.

“He crecido aprendiendo lo básico del manejo del café (...). El año pasado, los productores abrieron un curso para capacitar sobre el tueste, la catación del café y barismo aquí en La Paz. Me interesó mucho aprender sobre lo que ocurría después de que el grano salía de mi región. Creo que ese interés es el que nos ayudó a llegar a Colombia”, comenta Kea, de 20 años.
Condori y Kea provienen de las localidades de Villa Aroma y Trinidad respectivamente, en el municipio de Teoponte. Son comunidades que recibieron a muchas familias del altiplano paceño y de otros departamentos hace varias décadas. Conocen, desde que tienen uso de razón, el proceso de cultivo de café porque sus padres son parte de la Asociación de Productores de Café Orgánico de la Región Larecaja (APCERL).
El grano con el que trabaja el trío de mujeres es cultivado entre los 1.100 y los 1.650 metros sobre el nivel del mar, y es el resultado de la labor de 66 familias que componen la APCERL, que obtienen la especie arábiga, catuaí y catimor.

Desde 2009, los caficultores de Teoponte trabajan con la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) para la consolidación del café como una alternativa económica y así amortiguar la presión que se ejerce para ingresar al Parque Madidi, un área protegida y de vital importancia para la biodiversidad del planeta.
Los cafetales de APCERL además albergan a 173 especies de aves y, por ello, su café se llama Eco de las Aves.
“Tostar, sentir el aroma del café y luego hacer la catación es una de las actividades que más disfruto, creo que nos falta mucha práctica en barismo, pero lo vamos a lograr” asegura Condori, de 22 años.
Ambas jóvenes se han propuesto especializarse en todo el proceso de producción, transformación y preparación del café para transmitir estos saberes en sus regiones.
Su objetivo es que se incremente el número de caficultores que logre obtener un producto de altísima calidad, lo que se traducirá en mayores ganancias y una mejor calidad de vida en sus comunidades.
Colombia, la tierra del café
Alcón, con 22 años, es la guía del equipo. Nació en San Carlos, departamento de Santa Cruz. Al igual que las dos jóvenes de Teoponte, proviene de una familia de caficultores.
En 2013 se animó a aprender catación y tostaduría de forma empírica; continuó su capacitación y desde entonces ha trabajado para varias empresas del rubro.
El año pasado capacitó a las dos jóvenes sobre los principios básicos de la preparación de café antes de su primer taller.
En noviembre de 2017 emprendieron juntas el viaje a Bogotá. “Colombia es la tierra del café. Para nosotras conocer a expertos de este grano y la entrega que tienen en ese país por él ha sido una alegría total. Allá están más enamorados del café que nosotros; pero ahora sabemos que el camino es aprender de forma más especializada y dedicarle muchas horas a esto (...). No nos equivocamos al estar igualmente apasionadas que ellos”, confiesa Alcón.
El proyecto, llevado adelante por la WCS y el Fondo de Apoyo a la Sociedad Civil de Dinamarca obtuvo la ayuda del Banco FIE para que las jóvenes realicen un taller de capacitación intensiva en Colombia.
Aprendieron sobre la variedad robusta, sobre los tipos de fermentación, sobre la transformación del grano y sus matices, pero además conocieron la cultura del “café de Colombia”, marca que en 2007 logró un hito al ser el primer producto extranjero que entró en la lista de denominaciones de origen de la Unión Europea.
“Su entrega y pasión por el café es increíble, sabemos que aquí todavía no se ha logrado eso; pero creo que lo lograremos”, añade Condori.
Su familia migró desde La Paz a Villa Aroma cuando era muy pequeña. Lo que más extraña de la tierra en la que creció es el olor de la naturaleza y el sabor de la fruta. Admite que esa pureza en la que transcurre la vida no se puede expresar con palabras.
El compromiso de las tres se sustenta en la dedicación de las familias en los cultivos de café, que también son las suyas. Saben que es un oficio que representa meses de trabajo y una constante lucha por mejorar la calidad que, poco a poco, se hace reconocida.
Mientras tanto, ellas hacen de su vida un café y del café una forma de vida.
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