Chari y Lagunillas, medicina ancestral y una botica natural para los kallawayas
En el municipio de Curva y Charazani crecen las plantas medicinales que los maestros herbolarios itinerantes utilizan para tratar diferentes padecimientos. Hoy esta experiencia está abierta al turismo.






Alejandra Pau / Charazani
“Para que florezca tu pensamiento, flores. Para calmar la rabia, cebo. Para cuidar las palabras...”, dice el wata purichi, Loretano Llanos, la máxima autoridad kallawaya de Chari, en el municipio de Charazani. Mientras habla, las personas van poniendo los elementos que describe en la mesa ritual, que se prepara para pedirle sus buenos oficios a la Pachamama, es una ceremonia de sanación.
Llanos guía a cada persona para que incluyan hojas de coca, claveles, confites dentro del círculo hecho de fibra de alpaca, al que ha colocado cebo y algunos huevos. Para esta ceremonia se utiliza a veces un feto de alpaca o un cuy y solamente en posible celebrarla los días pares (lunes, miércoles, jueves y sábado).

La cultura Kallawaya es considerada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, declaración que otorgó la Unesco en 2003. A través de una serie de prácticas especializadas y el uso de hierbas, los maestros herbolarios facilitan el restablecimiento del equilibrio y la salud en el cuerpo, y son capaces de reajustar la relación que existe entre el ser humano y el cosmos.
“Con toda mi fe, con toda mi voluntad hacia la Pachamama preparamos estos rituales; es duro a veces, pero me siento feliz por haber sido elegido para seguir este camino. Nosotros tenemos que pagar a la tierra con las ceremonias; viajamos para dar tratamientos con las plantas y las hierbas. Yo viajo al Perú y a otras ciudades de Bolivia y muchas hierbas llevo desde aquí, de nuestra tierra”, explica Llanos, que es probablemente el wata purichi más joven de su tiempo, sólo tiene 31 años.
En los municipios de Charazani como en Curva, las flores, raíces y hierbas que los kallawayas necesitan para los tratamientos crecen de forma silvestre en las montanas, en los jardines de las casas, en las terrazas agrícolas, al lado del camino. Es su botica al aire libre.

En sus localidades se puede encontrar productos como la pata kiswara, que se emplea para tratar la inflamación de la próstata; o la quina cascarilla, famosa desde hace siglos por tratar el paludismo, que tiene muchas propiedades como ayudar en la digestión y a la cicatrización.
Chari forma parte de la ruta Pacha Trek Caminando con los Kallawayas, un producto turístico que involucra a otras tres comunidades kallawayas: Quta Pampa, Caluyo y Chacarapi, en el municipio de Charazani, y que se encuentran dentro del Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba (ANMIN Apolobamba).
Esta experiencia de turismo rural comunitario permite adentrarse a través de una caminata de tres días a paisajes, ver fauna y flora, montañas, restos arqueológicos y terrazas agrícolas precolombinas. Según una investigación incluida en el plan de manejo de ANMIN Apolobamba, se estima que cuando funcionaban todas las terrazas de la región se podía alimentar entre 180 a 200 mil personas. Estos alimentos se trasladaban a las zonas altas, a las áreas mineras y también a Apolo.
El recorrido involucra a los viajeros con la cultura de las comunidades y los saberes kallawayas. Sus lugares sagrados, rituales, celebraciones, tradiciones, simbología, medicina ancestral son mostrados y transmitidos durante el viaje.
Entre los lugares más importantes para visitar en Chari están los cabildos, lugares sagrados en los que se hacen pagos a la Pachamama; por lo general, son animales vivos o muertos. Inca Paraqhan, es el cabildo más importante de los cinco que existen en la localidad.
Uno de los tesoros mejor guardados de la comunidad son los textiles de las mujeres hacen desde el hilado de la fibra de alpaca hasta obtener mantas, fajas, cintillos, entre otros que tienen diseños que ostentan un nivel de complejidad casi imposible de creer. Una manta puede tomar cinco meses de trabajo.
El objetivo de este proyecto es brindar una experiencia de turismo que vincule la cultura y la conservación de la biodiversidad, contribuyendo a mejorar la economía de las comunidades, según un artículo de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), institución que apoya este emprendimiento.
La medicina tradicional
Lagunillas está en el municipio de Curva considerada la capital mundial de los médicos itinerantes kallawayas. En la población existe un museo dedicado a esta cultura milenaria en el que se guardan las raíces y plantas que emplean para tratar diversos padecimientos y enfermedades.
La infusión de zarzaparrilla “sirve para purificar la sangre” dice el maestro kallawaya José Calle; esta planta es un depurativo que también se utiliza para tratar problemas renales y hepáticos.
Una planta llamativa por tener espinas, pero efectiva para combatir el asma y la tos es la choquekanlla, aunque la huira huira sea más famosa y se use para el mismo propósito.
Del mismo modo, la infusión y los baños de vapor de jarilla se recomiendan para curar el resfrío; un fin similar tiene en el airampo que sirve para tratar lo que los kallawayas llaman “calor interior”; es decir, la fiebre.
“Hago parches también de lagarto con varias hierbas como el romero, chira chira, ruda, molle y otras plantas. Eso hace fuerza para que los dolores de huesos, golpes, reumatismo, artritis. Yo trabajo con 60 plantas”, explica Calle.
Para cada padecimiento, los kallawayas conocen combinaciones que han sido heredadas por generaciones y que potencian su efecto en la salud.
El uso de animales no queda al margen. A las personas que padecen epilepsia o convulsiones les dan a beber la sangre de murciélago.
Afuera del museo, en medio de una neblina que no deja ver más allá de dos o tres metros de distancia, Calle inicia un ritual. Cada pequeña mesa, que también tiene forma de nido, está destinada a un propósito: salud, fortuna, trabajo, buena suerte, felicidad y dinero. Una a una son entregadas a la persona que más las necesita.
“Esta ceremonia la hacemos para que la persona no tenga ningún enemigo, que haya armonía y para que tenga florecimiento. Cuando la persona tiene fe hay prosperidad (...). Después de que las personas queman la ofrenda en la fogata, nosotros llevamos lo que queda a nuestro apu, que aquí en Lagunillas se llama muñapata”, detalla Calle.
La fe es un componente importante, recalcan ambos kallawayas. De otro modo, no importa el rito, la ofrenda o la receta de hierbas. Nada surtirá efecto si las personas no creen en lo que hacen.
Llanos y Calle explican que el camino del kallawaya está trazado en señales que la familia advierte como el nacimiento de gemelos o mellizos, o que los niños tengan marcas en la piel, lunares, más de diez dedos, entre otros.
“Después crecemos y aprendemos de hierbas, de mezclas, de ungüentos y de infusiones. La vida para nosotros son las plantas que crecen aquí y aquí es también en donde damos ofrendas a la tierra a través de los cabildos. Esto es para que todo nos salga bien, para que haya buena cosecha, cuando necesitamos lluvia o queremos salud para la comunidad. Rituales en los que ahora incluimos a los turistas”, concluye Llanos.
Pacha Trek
- Viajar El paquete de Pacha Trek para conocer las localidades kallawayas dura tres días y dos noches. Para tener más información ingresar a su página de Facebook: Pacha Trek - Caminando con los Kallawayas - Apolobamba o llamar al 71975397.
- Apoyo El proyecto cuenta con el apoyo del Gobierno Autónomo Municipal de Charazani, Sociedad para la Conservación de la vida Silvestre (WCS) y el Programa Nacional de Biocultura y Cambio Climático.