Adrián “Job” Barrenechea, el artista que vence duras pruebas
Es médico y músico. En el último tiempo su salud se vio afectada por las secuelas del covid. No pierde el optimismo y cree que esta es una etapa de aprendizaje.
Cuando era niño, Adrián Barrenechea quiso ser médico para ayudar a sanar heridas. Él es provida y trata de ir por el mundo haciendo el bien. En el último tiempo encadena una serie de acontecimientos que ponen a prueba su fe y su paciencia. Es casi como una reencarnación de Job, aquel personaje bíblico que vivió una serie de tormentos sin hallar explicación.
Una familia y dos vocaciones
Adrián nació en París hace 68 años. Por entonces su papá era embajador de Bolivia en la capital francesa. Cuando concluyó la misión diplomática, su familia retornó a Bolivia.
“Nací en Francia, pero yo soy boliviano. Me eduqué en el Colegio Alemán Mariscal Braun, fui criado y crecí en la ciudad de La Paz”, dice el músico que le tiene cariño a su casa de estudios.
Su papá, Adrián Barrenechea Torres, era un amante de la música clásica. Su hijo recuerda que él le enseñaba la historia de aquellas piezas consagradas de los compositores Beethoven, Mozart, Chopin y otros artistas clásicos.
Barrenechea era uno de los pilares del Movimiento Nacionalista Revolucionario y sufrió su amor por el arte. Su hijo cuenta: “Estuvo dos años en el panóptico como preso político, entre las torturas que le hicieron le fracturaron los dedos, falange por falange. Fue una cosa extremadamente cruel y él era un hombre a quien le encantaba tocar el violín”.
A su mamá le gustaba la poesía y la declamación. En tanto que una de sus hermanas disfrutaba enseñándole a cantar. Adrián creció en un ambiente artístico.
Recuerda que cuando tenía unos siete años sintió el llamado de su vocación profesional. “Mi abuelo paterno era médico, en la casa teníamos los libros de medicina que a mí me gustaban leer. También había maletines de médico de esas épocas con jeringas e instrumental. Imaginariamente yo hacía mis juegos solitarios pensando que era médico”.
Su tío Ángel también era doctor, o sea que Adrián tenía muchos espejos en los cuales verse reflejado. “Además la medicina siempre me interesó, por cuanto quería sentirme útil para ayudar a los demás”, aclara.
Tiempo de estudios
Adrián tenía las ideas claras en su juventud, a él le gustaba la libertad y la rebeldía. Entre sus músicos preferidos estaban Sui Generis y los intérpretes de la trova cubana.
Ingresó a la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, e ingresó al Conservatorio. Después fue obligado a volver a Bolivia porque la dictadura en el vecino país se ensañó con los universitarios.
Estudió en Sucre y ahí mismo comenzó a enamorarse de los escenarios. Protagonizó la Ópera Rock, Concierto pá un Desorejado, del compositor chuquisaqueño Alberto Giménez.
Luego fue parte del trío Grupo Ganímedes y desde entonces decidió hacer de los escenarios parte de su vida.

Barrenechea es médico cirujano y concluyó sus estudios en la Universidad Mayor de San Andrés.
En la ciudad de La Paz integró el grupo Luz de América. Para entonces, él creó una técnica de respiración adecuada para su naciente repertorio.
“Las dos cosas iban paralelas, no dejé una por la otra; sino que las atendía igual y me rajaba”, explica. Y da un ejemplo sobre la exigencia en la cual vivía: “Yo grababa mis actuaciones y me escuchaba mucho, mi hermana creía que era narcisista porque me escuchaba. Yo le decía que me escuchaba para verificar cuántas fallas tenía y corregirlas”.
En el año 1982 dejó otras propuestas musicales y Adrián comenzó su carrera de solista.

¿Qué es el éxito?
En 1993 representó al país en el Festival OTI de la canción. El evento se realizó en Valencia. En una emisora española fue elegido entre las tres mejores interpretaciones del evento. La pieza con la que participó fue El jardín de los sueños.

Otra canción clave de su trayectoria es No puedo escapar de ti, tema que Barrenechea compuso en México. La pieza fue un hit en el país y en otras ciudades latinoamericanas. Le ayudó a conseguir un doble disco de platino y entonces era el artista de moda.
También fue reconocido con dos discos de oro, recuerdos que los tiene colgados en su pared y que son muy preciados para él.

Un día, cuenta, el cantante Alejandro Lerner le preguntó: ¿cuál fue la satisfacción más grande que había tenido con la música”.
Barrenechea recordó aquella vez en la cual fue al Complejo de The Strongest, en Achumani, y mientras hacía una prueba de sonido se acercó a él una pareja con un niño de unos tres años.
Recuerda: “Vinieron y me dijeron que ella quedó embarazada y que ellos no querían tener el hijo, inclusive sus amigos hicieron una cuotita para llevarla a un médico abortista. Sin embargo ella escuchó mi canción ¿Por qué? la mañana que iba a abortar y decidió no dar ese paso”.

Barrenechea es un artista provida, está en contra del aborto y afirma que el éxito más grande que ha tenido es haber salvado vidas con su música. “Eso es mejor que llenar un estadio, es más que satisfactorio. Mi música ha llegado allí donde yo quería que llegue”, sentencia.
Tiene un par de anécdotas similares, en las cuales evitó abortos gracias a la canción ¿Por qué? Eso mismo le dijo a Lerner.
¿Por qué? está en el disco De Archivo y parte de la pieza dice: “Quería saber de qué color es el viento, qué forma tenía la música, los cabellos de mi abuelo y cómo se sentía una caricia”.
Barrenechea sabe que en estos tiempos decir “soy provida” no es lo más popular. “Puede que sea impopular, pero ya he aclarado lo que pienso de la popularidad. Yo no busco la popularidad en ese sentido”.
Su cercanía con Dios es fuerte. En el pasado él tuvo formación marxista leninista y era ateo.

Tiempos difíciles
Durante la pandemia, Barrenechea estuvo en línea de combate. Armado con su bata blanca enfrentó al virus, aunque él sufrió daños.
El miércoles 20 de mayo de 2022 iba en su motocicleta a mandar medicamentos para un paciente y fue embestido. Quedó malherido y no lo socorrieron.
Por esos días, su hija menor sufrió un intento de feminicidio y él estaba en recuperación. Ella está sana, pero al poco tiempo su atacante salió en libertad.
Los estragos del coronavirus volvieron. En un mensaje en Facebook pidió ayuda para vivir. Y desde entonces hay una campaña a su favor. Él gasta al menos 24.000 bolivianos al mes en su salud.
Recién dejó el hospital por temor a ser afectado por una bacteria intrahospitalaria. Está débil, tiene dos catéteres en los riñones y lleva una sonda.
Él, que tanto ha peleado por la vida, se ha visto atormentado en el último tiempo. Cuando se lo compara con Job, Adrián responde: “Quizás la pregunta no es ¿por qué a mí?, como se preguntó Job; quizás la pregunta es ¿para qué estoy pasando todo esto’, porque todo lleva a una enseñanza”.
Confiesa que por un momento él sintió enojo con Dios, pero después ratificó que todo en la vida es un aprendizaje... todo.
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