Mañana se presenta la premier de su filme Buey Rojo Sangre
Bellott: “El boom del cine nacional está en la diversidad”
El cineasta explora en un nuevo género para él: terror y suspenso. Su nueva cinta tiene como punto de partida el incendio de Tariquía (Tarija 2017).
Rodrigo Bellott presenta la premier de su película Buey Rojo Sangre, filme que tiene como disparador el incendio de Tariquía ocurrido en Tarija en 2017. El cruceño es fiel a su estilo, se reivindica de forma constante y ahora apuesta por un género distinto.
No le gustan los panfletos ni las recetas en el cine. Sigue de cerca la propuesta nacional, la cual le encanta... sobre todo por la diversidad. La cita está fijada para mañana a las 19:00 en el Multicine.
¿Qué tal estuvo la premier en Cochabamba?
Fue una grata sorpresa. Esta es una película muy diferente a todo lo que llevo en mi carrera, es un giro de 180 grados. Como todo lo que hago es siempre muy diferente y son muchos los riesgos que tomo.
Es muy diferente, tenía mucho miedo de que la gente salga distraída o que no le guste. Pero la película ha gustado mucho y he salido gratamente sorprendido. Es una película que la gente no espera ver, por la diferencia de estilo. Entonces estoy muy contento y ahora me preparo para la premier en La Paz.
Hay un denominador común en tus películas, por ejemplo, los personajes hablan en inglés y español...
Todo mi cine, con la excepción de La llamita blanca, tiene estas cosas que son mi sello. Yo siempre he dicho que mi compromiso con el cine y la honestidad con el cine consiste en hablar de las cosas que yo conozco, no apropiarme de temas, sino hablar de cosas muy personales, que conozco y mostrar al mundo cómo yo lo veo.
Entonces mi mundo siempre ha estado en Estados Unidos, que inicié mi carrera allá, y mi interés personal es no abandonar nunca mi cultura. El español me ha llevado siempre a hacer cine bilingual.
¿Cómo nace esta reciente película que está a punto de estrenar?
Yo estaba en Nueva York editando Tu me manques. Llevábamos 16 meses editando la película, lo cual es larguísimo, más de un año, y hubo un rato donde estábamos medio trabados.
Estaba a punto de colgar los cachos, como se dice... de colgar la toalla y de decir nunca más voy a hacer cine. Estuve agotado. Es una película que me tomó como siete años. Llegaron de visita a Nueva York un grupo de chicos tarijeños, entre ellos estaba Vitorio Lema (artista).
Con ellos y amigos en común fuimos a cenar y ahí me contaron lo del incendio (Tariquía, 2017) y cómo había pasado desapercibido el incendio a nivel internacional en las noticias.
Como yo estaba tan frustrado y tan trabado, mi amigo Juan Pablo Richter me dijo ¿por qué no haces una película para limpiar tu paleta, para tener perspectiva? Entonces ahí salió la idea y ¿de qué hacemos la película? hacemos una película sobre la Fábrica del Agua, pero hablamos de terror porque debía ser una película con un estilo que nunca he hecho, porque de esa manera puedes cambiar tu paleta.
¿Te gusta el género de terror?
Me gustaba Bergman. Volví a ver todas las películas de (Ingmar) Bergman todas las películas de (Carl Theodor) Dreyer, las de (Roman) Polanski, El bebé de Rosmary, cine de terror psicológico de los 70, que era más interesante... (Dario) Argento. Y, ahí dije hagamos una película que sea un homenaje a este cine de los 70, de los 80, que son la excusa para tocar el tema de este incendio.
Así nace la película, nace como una iniciativa y claro volví del rodaje. La película se rueda en 2018, volví del rodaje a Nueva York para retomar Tu me manques. Volví con una perspectiva completamente diferente y me volví a enamorar de hacer cine, volví a enamorarme de contar historias.
¿En el último tiempo se hacen filmes medioambientales?
Lo que yo no quiero hacer es cine panfletero y cine que dé un mensaje. Para nosotros, por ejemplo, Tu me manques no es una película sobre ser gay ni sobre homofobia ni sobre suicidio; para mí la historia del suicidio y la homofobia en Tu me manques es un catalizador para hablar de otras cosas. De la misma manera, el tema del medio ambiente es un punto de partida para hablar de muchas otras cosas. La película cuenta sin quedarse en el panfleto o en el discurso. Para mí el cine tiene la labor de hacer preguntas antes que darte respuestas o darte una ideología. El punto de partida es el incendio, pero no se trata sobre el mismo.
Utama también trata la problemática del agua...
Utama también. Utama también no es una película sólo sobre eso. Creo que sí hay una responsabilidad de nosotros más allá del mensaje, de hacer un cine que sea consecuente con la realidad que estamos viviendo ahora, incluso cuando haces fantasía y cuando haces terror.
Hay una responsabilidad detrás de la película, que se hable de los temas que son importantes y posicionarme en el mundo que yo vivo. Yo vivo en Samaipata, yo vivo en contacto con la naturaleza, tengo mi propia huerta. Para mí el tema del agua es muy importante.
La vara está alta tras Tu me manques, que representó a Bolivia en la elección previa a los Oscar. ¿Cómo enfrentas los siguientes retos?
Yo lo veo desde otro punto de vista. Para mí uno no puede caer en ese juego de medirse con premios o morirse con eso, porque ahí te mueres y ahí dejas de crecer. Yo soy mucho más jodido conmigo mismo, pero también acepto que ninguna película es perfecta. Me he forzado a no quedarme cómodo.
¿Qué opinión tienes de este boom del cine boliviano?
Más allá de los premios y el reconocimiento internacional que estamos viviendo, para mí el boom del cine nacional (de este año) está en la diversidad. Tenemos a una Geraldine Ovando haciendo un documental sobre su abuela y su linaje indígena (El disco de piedra, en busca del lenguaje perdido), Alejandro Loayza hablando también de un cine muy diferente (Utama), tienes a un Juan Pablo Richter que ha traído la obra de Giovanna Rivero al cine (98 segundos sin sombra), tienes una diversidad de géneros, de perspectivas. Se hace cine en el Altiplano, en Tarija, se hace en Santa Cruz, en Beni y en todos lados y ahí está el éxito, en no encontrar una fórmula de éxito, sino varias fórmulas. Está un Gory Patiño, un Kiro Russo con formas de hacer cine variadas y diferentes. Ese para mí es el gran éxito del cine boliviano.
La gente tiene que entender lo importante que es el cine. El cine es el espejo de una nación.
El éxito de estas películas a nivel nacional es un ejemplo de que la gente está empezando a sentirse orgullosa de lo nuestro.
Pasó algo muy interesante en el país. Empezamos como bolivianos a consumir nuestra música, nuestra moda, nuestra cerveza, nuestra industria culinaria ha empezado a tener un boom maravilloso. Inevitablemente va a suceder esto con el cine y es parte de nuestro proceso.