Bruno Mamani Victoria, el orureño que a los 17 años se subió al negocio de las grúas

Bruno Mamani Victoria recorrió el mundo buscando maquinaria y equipos para expandir Grúas Grigotá, una empresa nacida en Santa Cruz, pero que se alimentó y creció en la ciudad de El Alto.

Gente & Lugares
Ivone Juárez
Por 
La Paz - lunes, 12 de septiembre de 2022 - 5:00

Pasan las 10:00 y Bruno Mamani Victoria recibe a Página Siete en su oficina de Grúas Grigotá, ubicada a un lado de la avenida 6 de Marzo de la ciudad de El Alto, desde donde se convirtió en un empresario global. Su formalidad y serenidad se transforman rápidamente en atención y gentileza, que se suman a esa capacidad que tiene para contar los 31 años de su exitosa vida en los negocios como si sólo se tratara de una seguidilla de objetivos que alcanzó a pedir de boca con sus hermanos Zenón y Trifón.

Pero sus éxitos no son consecuencia sólo del azar o de la buena fortuna, sino de esa disciplina que le inculcaron sus padres y que fortaleció conociendo a hombres de negocios de otras partes del mundo. También son fruto de la perseverancia, que él prefiere llamar “obsesión”, por lograr todas las tareas y objetivos que se traza desde que era un adolescente.

Bruno no es alteño. Nació hace 48 años en Pazña, un pueblo minero de Oruro, pero a sus 15 años salió a conocer La Paz. La ciudad lo encandiló, lo atrapó y no lo dejó volver. Se instaló cerca de la metrópoli, en El Alto, para estudiar, trabajar y aprender el oficio de electricista, que a sus 17 años le permitió conocer el negocio de las grúas y subirse en él para no parar de escalar.

La agenda del orureño transcurre entre viajes desde El Alto a diferentes destinos del mundo para adquirir los equipos con los que constantemente moderniza los servicios de Grúas Grigotá, la empresa de alquiler de maquinaria pesada que gerenta desde inicios de los años 2000.

Ha cruzado los mares y llegado a diferentes continentes, sobre todo el asiático, donde frecuentemente se ve en medio de empresarios de todo el mundo, pujando en subastas de maquinaria pesada. En los últimos años se detuvo en Japón, convencido de la calidad que encuentra en ese país, pero sobre todo en la formalidad y transparencia en los negocios, asegura.

$!Bruno Mamani en Japón, de donde compra equipo pesado.

Necesita de esos factores porque debe confiar para invertir en maquinarias y equipos que puestos en Bolivia llegan a los cientos de miles de dólares.

El empresario orureño realiza esas inversiones en grúas, tractogrúas, montacargas, remolcadores, lowboys (remolcadores con relieve) e incluso generadores de energía para que sus clientes encuentren todo en su empresa.

“El objetivo es que el cliente venga y tenga todo en un mismo lugar”, dice.

Y para respaldar su empresa está empeñado en lograr las certificaciones nacionales e internacionales correspondientes; de igual manera en la capacitación permanente de sus trabajadores y en su bienestar. “Son la base de la empresa”, afirma Bruno Mamani.

Con todo ese trabajo, junto a sus hermanos, Bruno Mamani expandió Grúas Grigotá a Cochabamba, el Chapare, Chuquisaca y la devolvió a Santa Cruz con una sucursal. La empresa nació en esa ciudad, de la mano del chuquisaqueño Nemesio Montero, que a inicios de los años 90 la trajo a la joven ciudad de El Alto, seguramente con el afán de incubarla en el empuje y la fuerza con la que la urbe comenzaba a surgir.

“Volvimos a Santa Cruz porque es un departamento que acoge cada vez a más gente del interior que aporta con su trabajo. Nos llamaban para el servicio pero no nos convenía ir y venir, por eso hace tres años instalamos una oficina, pensando más en las grúas y en equipos orientados al trabajo petrolero”, señala.

$!tecBruno(segundo izquierda, abajo) con el equipo Grigotá.

Desde los 15 años

Bruno Mamani tenía 15 años y vivía en Pazña con su padre Luis Mamani, minero de oficio, su madre Magdalena Victoria y sus cuatro hermanos, cuando un amigo de su infancia que había migrado a La Paz visitó el pueblo, le contó cómo era la ciudad y lo invitó conocerla.

“Me dejó con tanta ilusión que decidí pedir permiso a mis papás. Tenía 15 años, pero lo que más les sorprendió era que quisiera conocer La Paz y no Oruro. Me dieron permiso y me fui a La Paz. Fue en noviembre de 1989, después de que las clases terminaron ese año”, cuenta.

Pero La Paz no sólo fue paseo para Bruno. Su amigo era electricista, le enseñó el oficio y comenzó a trabajar casi de inmediato. Su plan era quedarse sólo dos meses, pero la metrópoli lo encandiló y decidió quedarse a vivir en ella. Encontró vivienda y trabajo en El Alto. También colegio, el Juan Capriles, donde dos años después (1991) salió bachiller.

$!Bruno Mamani en una cabina de Radio Fides, en La Paz.

En La Paz sentía que podía hacer realidad varios de sus sueños, como conocer a los locutores de Radio Fides, a los que escuchaba durante horas desde niño, en su pueblo Pazña. Convencido de que sólo debía extender la mano para lograrlo, un buen día Bruno se plantó en la emisora, donde para su sorpresa fue gratamente recibido y terminó siendo amigo.

“Llegué a conducir el programa Baila con Benito y conocí a todos los locutores”, cuenta emocionado.

Su familia estaba lejos, pero quería compartir con ella todo lo que estaba viviendo y encontró que las cartas eran el mejor medio. Hasta ahora, cuando va a Pazña, las relee; su padre las conserva. “Les contaba todo lo que me pasaba, son cartas larguísimas. Me pasaba horas escribiendo y las llevaba al correo tan feliz”, cuenta.

$!Bruno y su esposa (centro) en Pazña donde fueron prestes

De esa etapa de su vida aún mantiene la amistad de los presentadores de radio y televisión Andrés Rojas y César Galindo. El segundo es su padrino de matrimonio.

Apenas salió bachiller, a los 17 años, Bruno Mamani Victoria entró a la universidad e inició una carrera técnica relacionada con la electricidad, lo que lo llevó a tener su primer contacto con empresas de alquiler de maquinaria pesada. Su puerta de ingreso fue Alanoca.

“Comenzamos a trabajar con esa empresa tan exitosa; estamos muy agradecidos porque aprendimos mucho”, dice.

Habla en plural porque para entonces tenía a su hermano menor, Zenón, viviendo con él, estudiando y trabajando. “Primero vino a La Paz Zenón, que ahora vive en Cochabamba; después vino Trifón, que se hizo técnico hidráulico y vive aquí. Los tres nos complementamos bien e hicimos varios trabajos”, cuenta.

Grigotá en El Alto

Aún adolescentes, los hermanos Mamani ya estaban involucrados en el negocio del alquiler de grúas y maquinaria pesada. A inicios de los años 90, el empresario chuquisaqueño Nemesio Montero los contactó porque quería llevar de Santa Cruz a El Alto su empresa Grúas Grigotá.

“Buscó a Zenón, no lo conocía, pero lo buscó. Nosotros sabíamos que Montero era uno de los primeros que viajaba a Japón a traer maquinaria”, recuerda.

Aceptaron el reto e instalaron Grigotá en El Alto. “Tal vez algunos consideran que fue una competencia desleal con la empresa donde trabajábamos, pero nosotros no lo vimos así”, expresa.

Bruno Mamani y sus hermanos fueron trabajadores de Grigotá hasta 2007, después compraron la empresa. “Fue una propuesta del señor Montero y nos arriesgamos los tres”, recuerda.

Y lo primero que hicieron fue seguir los pasos de Montero: viajar para hacer crecer Grigotá con maquinaria y equipos cada vez más modernos. Bruno se aventuró primero a Japón, sin conocer el idioma ni la cultura de ese país. Quedó impresionado con lo que halló, pero no estaba conforme, así que se lanzó a China, Estados Unidos y países de Europa.

Recuerda las primeras experiencias comprando maquinaria pesada en Japón, en las subastas, pujando en medio de cientos de personas de diferentes culturas del mundo, sin escuchar ni una palabra en castellano. “Uno tiene ganas de preguntar a la gente qué busca, pedir una indicación, pero todos son tan diferentes, y nadie habla castellano; la primera vez me sentí mudo”, dice.

$!Mamani en un aeropuerto internacional.

Hoy, más de 30 años después de su inicio en el negocio del alquiler de grúas y maquinaria pesada, mira lo caminado y recuerda con orgullo sus decisiones y las de sus hermanos. “Fuimos unos soñadores”, afirma.

“Yo sigo siendo un soñador”, añade en su oficina de la avenida 6 de Marzo, donde cada día revisa la lista de planes y proyectos que se proponen él y sus hermanos para tarjar los alcanzados. Entre lo cumplido está el haber sido preste del Señor del Gran Poder en su pueblo Pazña, y el equipo de fútbol Grigotá, que lo llenó de emoción y orgullo cuando jugó con Bolívar. “Perdimos 7 a 2, pero estuvimos frente a ese gran equipo”, dice sonriendo.

En la lista de los pendientes está implementar una escuela de fútbol en El Alto; llevar a Grigotá a Tarija y Oruro, y seguir explorando el mundo en busca de tecnología, ahora con sus hijos.

15
años
tenía Bruno Mamani cuando salió de Pazña, Oruro, para conocer La Paz y se quedó.
“Tenía 15 años y estaba ilusionado, así que pedí permiso a mis papás. Les sorprendió que quería conocer La Paz, no Oruro”.

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