Hace 53 años comenzó
el reinado de Barbarella
Su papá era un médico español, no pasó apuros económicos en su niñez y juventud. Pasó por los mejores colegios de La Paz y la universidad. Era libre de china morena.
El 15 de mayo de 1971 se organizó una fiesta selecta e inolvidable en la ciudad de La Paz. La anfitriona se encargó de distribuir personalmente las invitaciones a su entorno y a todas las personas que querían verla coronada. La cita de la celebración fue en la planta alta de la calle Linares, número 947, a las nueve y media de la noche, puntual. El Club de las Reinas Misteriosas, The Mysterious Queen Club, organizó el evento.
La anfitriona era conocida como Barbarella y su existencia cayó como una bomba contra los prejuicios en la ciudad de La Paz. Con trajes ceñidos al cuerpo, ropa de colores vistosos, labios y ojos pintados, minifaldas y tacones altos fue la líder que sacó a los homosexuales de los closets y los puso a bailar felices en las calles. Ella misma se convirtió en figura de las fiestas folklóricas y de la noche paceña. Se burló de la hipocresía, fue capaz de darle un beso a Hugo Banzer Suárez en el 74 y desató la ira del poder.
Nace Barbarella
Víctor Hugo Vidangos, conocida como Ninón, fue parte del círculo íntimo de Barbarella y le contó a David Aruquipa Pérez, activista LGBT, cómo era este personaje que de día era uno y de noche otra: “Peter era una persona preparada, puesto que estudió en los mejores colegios de La Paz por la solvencia económica de su padre, quien era un médico español y su madre había muerto; en segundas nupcias se casó con una señora, entonces no tenía hermanos, sino hermanastras. Ha sido una persona muy mimada. Peter estudió en la Universidad de Chile, estudió en Sucre, estudió en casi todas las universidades porque lastimosamente nuestros padres quieren que lleguemos a tener la profesión que ellos tienen y eso no es correcto”.
Él hizo fortuna con sus manos, le gustaba peinar; también bailaba y amaba la fiesta. Fue así que nació Barbarella.
Peter Alaiza Luna eligió bautizarse Barbarella cuando comenzó a vestir tacones, polleras cortas y onduladas, además de pelucas coloridas, el cabello le caía en canelones y solía llevar escotes. No era cualquier sobrenombre más, estaba inspirado en el papel de Jane Fonda, en la película Barbarella, que fue un hit en 1968.
Aquella película futurista está ambientada en el año 40.000. Tiene una trama entretenida, por ejemplo, en determinado momento de la cinta el malvado de la historia intenta frenar el deseo sexual de Barbarella y la colocan en una máquina moderna capaz de satisfacer al límite el lívido de una mujer; con la “Venus de la Galaxia” el armatroste queda rendido.
La Barbarella boliviana no aspiraba a conquistar la galaxia, pero su reinado era un poco más popular. Hay imágenes de ella en Guaqui, Achacachi, Yungas y sobre todo en las fiestas del Gran Poder. Solía estar vestida de china morena, aunque a veces iba de caporal.
A su reinado le faltaba una corona. Decidió hacer su coronación el sábado 15 de mayo de 1971. Las invitaciones indicaban hora y lugar: calle Linares, número 947, horas 9:30 pm. Un evento del Club de las Reinas Misteriosas.
Todo iba bien en la fiesta de coronación en la casa de Barbarella. Además de la agasajada estaban seis princesas: del amor, la poesía, la belleza, la ilusión, la alegría y la esperanza; y tres damas de honor. Los presentes disfrutaban del ágape hasta que dos jóvenes invitados sintieron “nauseas”, salieron a la calle e informaron del hecho a dos policías que iban en una patrulla y acudieron al sitio.
“Encontraron la fiesta en su apogeo. Bailes modernos, en los que había que admirar la ‘gracia’ de las ‘damitas’ que se contorneaban, alguno que otro beodo y un conjunto nuevaolero que ejecutaba la música go-go con verdadera maestría”, escribió el cronista de la revista Sucesos. Es más, se tomó una licencia al opinar: “Las ‘niñas’ que allí veían parecían ser ‘mujeres de verdad’”.
El periodista continuó con su relato en la nota de Sucesos: “Pero la fiesta no podía terminar así como así, con la prosaica intervención de una patrulla policial. Las damas, especialmente la reina, reclamaron airadamente. Era en primer lugar un domicilio particular, al que no podían ingresar sin previa orden fiscal los jóvenes tenientes y sus guardianes, de otra parte, se trataba de una fiesta como cualquier otra, que no podía ser interrumpida por más que los allanadores fueran representantes de la ley. Allí no se cometía delito alguno”.
No había delito, pero los policías le dijeron a Barbarella: “Tiene usted razón pero marche preso”. Se cargaron en un coche a la reina, a las damas y a las princesas.
Llegaron a las dependencias de la Dirección de Investigación Criminal y de nuevo se armó otro alboroto. No hubo grito o queja que hubiese despertado la lástima de los gendarmes. Ellas pasaron la noche en las celdas policiales y antes de salir tuvieron que limpiar el lugar. Era una costumbre de esos años que los reos regalen bolsas de cemento o alguna dotación para la oficina policial.
Al día siguiente —cuenta Aruquipa, quien conoció a Barbarella y armó este rompecabezas histórico— las invitadas salieron de sus cárceles al son de una banda musical que contrataron. Acabaron la fiesta y la coronación un día después de lo previsto.
La cita del destino
El sábado 8 de junio de 1974 Hugo Banzer Suárez era presidente de la república y estaba en la mitad de su mandato, aquel que tomó por las armas el 21 de agosto de 1971 tres meses después de la coronación de Barbarella.
Sus vidas se vieron unidas en el festejo del Gran Poder. El mandatario llegó al lugar acompañado de su plana mayor. Él no acudió con su traje militar y estuvo con una chamarra oscura. Por entonces le venía bien darse un “baño de pueblo” luego de la Masacre del Valle, de enero de 1974, que acabó con la vida de al menos 12 personas en Cochabamba.
Barbarella llegó a la Fiesta Mayor de los Andes ataviada con sus mejores galas, ella lideraba la Unión de Bordadores del Gran Poder.
Banzer y Barbarella se encuentran retratados en dos momentos distintos en la portada del periódico Presencia del día después. En El Diario de la época se ve a Banzer sentado en un palco, acompañado de militares, dirigentes de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder y un hombre de bigotes vestido de mujer, aparentemente un agente de Inteligencia.
Los relatos de la época cuentan que Barbarella se alejó de su grupo, fue al palco, se encontró con el presidente y le dio un beso; hay quienes indican que Banzer fue a la calle a bailar con ella y que después se besaron. En el palco o en la calle, las remembranzas de aquellos años coinciden que hubo un beso... un beso k’encha.
Beso k’encha
“Pienso que ella fue muy coqueta donde él y que le dijo internamente ‘tú que tanto desprecias a los maricas, los persigues, los metes a la cárcel y a mí me haces pagar hasta la construcción de tus carceletas, ahora yo maricón te voy a dar un beso’”, relata Aruquipa al colocarse de forma imaginaria en el lugar de Barbarella.
Aquel inolvidable Gran Poder del 74 tuvo su lado k’encha para las china morenas. Durante un tiempo ellas no tuvieron pisada en la fiesta folklórica.
Además, relata David, se extendió el rumor de que ese beso le llevó mala suerte al presidente militar porque su gestión comenzó a decaer. Ese “baño de pueblo” se convirtió en “resfriado general”.
Se prevé que en junio se presente el documental Beso K’encha en La Paz. La obra narra el encuentro del militar y la bailarina.
Aruquipa conoció a Barbarella en Santa Cruz, allá por 1995. Hacía mucho que dejó la Ciudad Maravilla y se instaló en la Ciudad de los Anillos. Allá siguió con sus bailes y fiestas, también se dedicó a la moda y no dejó de ser ella.
David la recuerda como una matriarca de elevada estatura que infundía mucho respeto entre sus seres queridos. Vivió rodeada de cariño en la capital oriental.
Ella, que en su vida se hizo numerosas operaciones para detener el tiempo o acentuar sus rasgos femeninos, no pudo frenar el paso del tiempo. Murió en 1999, pero no se la olvida.
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