Los “profes” que marcaron los primeros pasos de 10 personalidades bolivianas

Dejaron huellas que sus alumnos no olvidan hasta la fecha. Ahora los estudiantes recuerdan a sus educadores y agradecen la formación que recibieron. En el país, cada 6 de junio se recuerda el Día del Maestro.

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La Paz - lunes, 05 de junio de 2023 - 5:00

Hay una etapa en la cual niñas y niños son como arcilla. Sus talentos, capacidades y aptitudes muchas veces están a la espera de ser descubiertas. Cuando profesores o profesoras se suman como educadores, no de una materia, sino de la vida, la ecuación está completa.

Cada 6 de junio en Bolivia se celebra el Día del Maestro y Página Siete consultó a un grupo de personas destacadas en distintos ámbitos quiénes marcaron sus vidas de forma positiva durante su paso por las aulas escolares.

El compositor Cergio Prudencio recuerda con cariño a la maestra que le enseñó a leer y escribir. La escaladora Lía Gonzáles habla con nostalgia de su profesora de primaria, Nancy Soto.

Bernardo Guarachi, quien conquistó el Everest, la montaña de mayor altitud del mundo, tiene una lección inolvidable que recibió en una pequeña escuela de Arica: pensar por cuenta propia.

La actriz Paola Belmonte dio sus primeros pasos en el escenario gracias a una elegante Chelita Urquidi, en tanto que el comediante Pablo Osorio sólo tiene palabras de agradecimiento para su maestra Lidia Castellón de Condarco, quien le impulsó en la lectura. Martín Sotomayor guarda en un cofre de recuerdos las vivencias con sus profesores del colegio Boliviano Israelita.

La escritora Giovanna Rivero no olvida que gracias a su profesora del colegio María Auxiliadora conoció a los grandes autores de la literatura mundial. Marsia Taha, la jefa de cocina del Gustu, también tiene a su profesor preferido en la memoria, Libio.

La presentadora de televisión Sandra Alcázar no olvida sus travesuras y la paciencia mezclada con amor que le tenían sus profesores. La artista tarijeña Enriqueta Ulloa, dueña de una voz envidiable, recuerda con amor a Gema Michel, profesora de piano que la apoyó en sus primeros años de canto.

Alma de educador

El Día del Maestro en Bolivia se oficializó por decreto supremo durante el gobierno del presidente Bautista Saavedra el 24 de mayo de 1924.

La designación se dio como un homenaje al profesor Modesto Omiste Tinajeros, quien nació un 6 de junio de 1840 y falleció el 16 de abril de 1898. El maestro potosino fue bautizado como “padre de la educación de Bolivia” por haber sido fundador de la primera escuela para maestros y por defender el derecho a una educación pública y gratuita.

Omiste, quien también era un reconocido periodista, traductor y abogado, costeó las impresiones de textos que él mismo tradujo para regalarlos en escuelas municipales de Potosí, donde enseñaba. Se le atribuye la frase: “Nunca dejaremos de ser esclavos, mientras no sepamos hacernos libres por la cultura”.

Su consigna siempre fue la educación libre, la cual se concretó en la Ley de Libertad de Enseñanza, aprobada el 22 de noviembre de 1872.

Multifacético, el profesor Omiste también ocupó cargos políticos donde sus primeras tareas tenían que ver con la educación. Creó las escuelas 1 de Abril para los niños y Juana Azurduy de Padilla para las niñas en el año 1883. Gracias a la implementación de las Asambleas de Maestros, de las que fue gestor, impartió sus métodos pedagógicos modernos a través de conferencias, convirtiendo a las escuelas municipales en las más atendidas cuando fue educador y ocupó cargos de decisión siendo autoridad.

Lucinda Mamani

Entre las maestras destacadas de los últimos años está Lucinda Mamani. La educadora del poblado de Calería fue en 2016 la única boliviana en estar nominada al premio Global Teacher Prize.

El poeta Óscar Alfaro y el educador en Estados Unidos Jaime Escalante fueron durante años las banderas de la educación boliviana por su legado. La posta ahora la toma Mamani.

Se destacó por su proyecto en escuelas de Calería y Pucarani en busca de la igualdad de género.

Su labor empezó en tres escuelas y llegó a más de 35. Impartió, además de las materias que dicta la curricula, clases de teatro y talleres para conocer los contenidos de la ley de lucha contra la violencia hacia las mujeres.

Sin acceso a internet, con pizarras de tiza, sin ventanas y con tantas otras falencias, Mamani fue reconocida en su comunidad.

Es la única boliviana en ser destacada por este premio que mapea a educadores del mundo que hacen la diferencia cuando se trata de enseñar a los estudiantes y hacerlo de una forma integral.

Como Mamani, el esfuerzo de otros educadores deja huella profunda en los corazones de quienes acuden a ellos como guías. Las personalidades que cuentan a Página Siete sus recuerdos de escuela rescatan esos nombres y los honran.

Bernardo

Guarachi

“Mis recuerdos no son de aquí, ¿no importa?”, dice el maestro de las montañas que vivió su infancia abrazando la cordillera fronteriza entre Bolivia y Chile. Allá lo llevan sus recuerdos de su época colegial. Bernardo Guarachi habla de un profesor que marcó su vida en el colegio mixto número 18 República de Israel en Arica”. No da nombres, pero narra una lección.

“Había un profesor que nos dijo a mí y a mis compañeros ‘nunca acepten pensamientos de otros sin cuestionar porque ustedes tienen cabeza. Piensen por sí mismos’. Por eso yo nunca acepto así nomás porque yo tengo que analizar, yo tengo que pensar bien”, dice el montañista.

Giovanna

Rivero

La escritora cruceña recuerda con nitidez dos nombres de profesoras que hicieron la diferencia en su vida. Angélica Cuchallo, del colegio María Auxiliadora, Montero, es una de ellas. “Una mujer muy sensible, con mucha formación literaria. Valoro mucho el que ella nos haya hecho leer a autores como Albert Camus en un momento en que ese existencialismo era muy necesario”, recuerda.

También viene a su memoria sor Alicia Aschieri, una uruguaya que enseñaba filosofía. “Su acercamiento al saber filosófico era entusiasta, luminoso y conseguía que nosotras, tan jovencitas, también nos entusiasmemos. Eran exigentes con el modo en que reflexionábamos”, narra.

Sandra

Alcázar

“Yo en colegio hacía renegar mucho a mis profesores. Ellos se deben acordar bien de mí porque yo era muy fregada y como mi papá es militar no me quedaba en ningún colegio por más de dos años; entonces, he visto a muchos profesores y profesoras a las que les digo muchas gracias por la paciencia. Yo sé que era fregada, pero ahí estaban ellos”, recuerda la carismática presentadora de televisión Sandra Alcázar.

Muchos estudiantes que tienen como padres o madres a militares tienen que escribir una y otra vez la historia con sus compañeros, maestros o maestras porque los destinos de sus progenitores son cambiantes. Así le pasó a la paceña Alcázar.

Pablo

Osorio

Lidia Castellón de Condarco fue la profesora de Literatura del comediante cuando él estudiaba en el colegio La Salle. El orureño tiene el nombre guardado en el corazón. “Revisaba mis cuentos y me impulsó a seguir escribiendo. Espero que me recuerde con el mismo cariño que yo a ella. Fue una profesora que confió en mi pasión por las letras y supo guiarme para mejorar mi redacción”, relata desde Santa Cruz.

Osorio obtuvo el Premio Nuevo Cuento Breve de El Deber 2003, ganó el concurso Nueva Poesía Joven Simón I. Patiño 2007 y tuvo una mención en el concurso de cuento Franz Tamayo 2008. La profesora Lidia, quizás sin saberlo, educó a un estudiante brillante.

Cergio

Prudencio

Todo gran maestro, primero fue alumno. Cuando Prudencio era niño una profesora hizo la diferencia en su vida. “Silvia Garrón de Aramayo fue mi maestra más querida. Hice kínder y primero de primaria con ella, me enseñó a leer y escribir, nada menos... Además, fue muy empática con nuestro mundo interior de niños y niñas. Gratitud eterna para ella, y mis saludos cariñosos cuando lea esta nota”, declara a Página Siete el artista que le puso música a la premiada película Utama.

Todos sus años de escolaridad los realizó en un solo lugar. El colegio Saint Andrew’s vio a Cergio de niño y adolescente hasta que fue momento de dejar las aulas.

Lía

Gonzáles

Lía Gonzáles triunfa en la vida escalando y lleva orgullosa sus polleras en las montañas. Ella también es profesora y recuerda con nostalgia su época colegial.

“Mi profesora Nancy Soto fue mi maestra de primaria. La recuerdo con mucho cariño porque marcó mi niñez, ya que me preguntaba la profesión de mi padre y yo le decía que él trabajaba con gringos llevando a las cimas; ella no entendía la profesión de mi papá y me decía que le pregunte a mi papá en qué consistía subir a las montañas. Después comprendió y me apoyó”, comenta Gonzáles. Estudió desde primaria en la escuela San José de Fe y Alegría que está ubicada en El Alto, en la zona de Alto Lima, segunda sección.

Martín

Sotomayor

Un orgulloso bachiller del colegio Boliviano Israelita es Martín Sotomayor. “Recuerdo a la profesora Guadalupe Ametler, Lupita. Sentía que ella daba mucho cariño a sus alumnos y sentía que tenía un cariño especial hacia mi persona. A la profe Lupita le agradezco muchísimo esa primera etapa inicial”, afirma el comunicador social.

Tiene otro nombre en su memoria: el profesor Isaac Álvarez. Dice: “Era un reconocido guardameta de la Selección boliviana y profesor de educación física que estuvo con nosotros en esa época. Agradezco que era un hombre muy disciplinado, muy fuerte de carácter que me permitió templar mi carácter y encontrarme conmigo mismo”, afirma.

Enriqueta

Ulloa

Para la cantante Enriqueta Ulloa los maestros no sólo educan en las aulas, también en la vida. “Yo creo que los profesores en la infancia y adolescencia marcan la vida de las personas. Yo recuerdo mucho a mi profesora de música Gema Michel. Me enseñó a tocar el piano, a ella le gustaba lo que yo cantaba y gracias a ella yo me podía presentar en escenarios desde que era niña y adolescente. Participaba en audiciones radiales, horas cívicas y actos del colegio”.

La tarijeña es también profesora. “Envío mi homenaje a mis colegas en este 6 de junio Día del Maestro. Los maestros no solamente somos maestros en el aula, sino también somos maestros en la vida”, finalizó.

Paola

Belmonte

“He tenido lindas y lindos profes, pero cuando yo recuerdo a una en especial, definitivamente pienso en mi maestra de ballet, la señora Chelita Urquidi, porque yo empecé muy chiquita con ella, cuando tenía seis años apenas”, dice Paola Belmonte, comunicadora social y artista.

Recuerda: “Ella me recibió con los brazos abiertos, era una dama sumamente elegante, bella y muy bien cuidada pese a que ya era de la tercera edad. Siempre tenía elegancia. A cada una de nosotros nos trataba como una madre. No solamente me enseñó el arte del ballet, las posiciones de las manos o los pies; no sólo me enseñó a bailar danza clásica, sino también a amar la danza”.

Marsia

Taha

Cada día decenas de personas quieren aprender de ella porque es una de las mejores en su rubro. Su nombre es Marsia Taha y es la encargada de cocina del Gustu. Éste es uno de los mejores restaurantes de Latinoamérica, según los expertos internacionales. Ella no es egoísta con su conocimiento; al contrario, suele compartir sus conocimientos con los jóvenes aprendices de gastronomía.

Recuerda con cariño su época colegial. “El profesor que más apreciaba se llamaba Libio, era mi profe de Biología. Él daba clases en el Instituto Americano, era una persona con mucha sensibilidad que me hizo gustar mucho de su materia y nuestra diversidad biológica”, afirma Marsia.

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