Mis dos mamás, la historia de Gael

Él tiene cuatro años, está en el prekinder y le gusta comer pipocas. Le va bien en clases y dice, orgulloso, que tiene dos mamás: Zulma y Pilar. Ellas están juntas hace trece años y viven su historia de amor.

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La Paz - domingo, 21 de mayo de 2023 - 5:00

Advertencia, ésta es una historia de amor. Zulma Linares y Pilar Iturri unieron sus vidas 13 años atrás y hoy son madres de Gael, un niño que va a prekínder. Él tiene inquietos ojos claros, le gusta hacer pipocas y ver una película. Les dice “mamá” a ambas y cuando van por las calles se columpia agarrado y aferrado a ambas.

A Zulma todos la conocen como Zu, nació en La Paz, tiene 40 años, pasó gran parte de su educación en los colegios Desmaissieres y San Francisco. Estuvo en dos carreras universitarias y ahora estudia Literatura en la Universidad Mayor de San Andrés. Tiene además un título de secretaria ejecutiva.

“Soy una apasionada de la música, soy vocalista, intérprete, artista y escritora”, dice mientras se coloca un poco de maquillaje en el rostro. Aceptó con gusto sacarse unas fotos, pero quiere lucir bien ante la cámara. Es coqueta y muy sensible. Cuando comienza a hablar de su pasado transita por un camino de penas. Un atisbo de llanto se difumina cuando observa a Gael que ya perfecciona redondos en un cuaderno de la taquería Tacontento, el negocio que la familia atiende.

$!La familia en la taquería Tacontento, en El Alto.

Pilar los observa y sonríe. Tiene orgullo en la mirada que trasciende sus lentes de marcos oscuros. Es confiada, lleva el cabello corto, luce una camisa a rayas y encima una chamarra. Salió bachiller del colegio Boliviano Holandés. “Estaba estudiando Bioquímica y Farmacia, cuando conformé una familia con Zu, decidimos vivir juntas y mi pasión cambió. Me dediqué a la cocina y trabajé mucho tiempo en varios restaurantes”, dice con la seguridad marcada en cada palabra.

Abrir los clósets

Pilar explica que antes no podía identificarse a sí misma. “Sabía de mis gustos, pero no que había más ambiente y más gente que sentía como yo. Tal vez porque crecí muy sobreprotegida, con mi mamá siempre yéndonos a recoger y siempre sobreprotegida. No tenía la información necesaria y pensé que era extraño o enfermo lo que sentía”, relata.

Al ingresar a la universidad supo que aquello no era extraño ni enfermizo. Conoció parejas y boliches donde había más Pilares en busca de ser como son.

Zu anduvo por otro sendero. Concluyó el colegio en el nocturno porque estaba embarazada de su primer hijo, hoy él tiene 23 años, “después llegó Betito que se fue al cielo cuando tenía 11 y el más reciente es Gael”, narra.

Antes de seguir con su maternidad, Zu retorna a sus recuerdos colegiales. Explica que las monjas del Desmaissieres ayudaban a mujeres de la calle y tenían una labor social que ella admiraba en silencio. Su entorno la moldeó. “A veces vemos esa conexión entre puras mujeres y era algo natural que en un colegio de mujeres desarrollando lazos afectivos con tus amigas y no era antinatural. Es ahí donde empieza todo”, explica y no pierde con la mirada a Gael, quien dejó de hacer círculos en el papel.

Zu explica que no sintió presión social para seguir con su vida; al contrario, decidió seguir los pasos que marcaba la Iglesia católica, incluso hizo la confirmación antes de salir del colegio.

Cuenta que el hombre que eligió para compartir su vida no tenía las mismas intenciones. Comenzó a tratarla mal y la infidelidad se hizo pan de cada día.

Llegó el segundo hijo, Betito, quien nació con un problema de salud irreversible. Eran épocas difíciles y el marido de Zulma tenía una “solución”. Zu cuenta que le dijo: “Si nosotros nos bendecimos casándonos por la Iglesia todo va a desaparecer, las infidelidades, los problemas y todo”. En mayo de 2010 se casaron, pero todo fue un nuevo engaño para ella. “Yo tenía tanta fe de entrar a la iglesia y que el padrecito me bendiga con el agua y que en mi vida todo se solucione porque no hacía nada malo, pero ahí había algo roto e irremediable”, habla y su mirada rodea la taquería donde está rondando Gael.

Se casaron y todo se fue por la borda. “El papá de mis hijos siguió nomás con su relación con su amante”, se lamenta.

El hermano de Zu le aconsejó salir y conocer más mundo. Él ameniza fiestas y conocía lugares de “ambiente”. Ella lo criticaba y bromeaba: “Ay, cuidado te contagien, hermano y mi mamá también le molestaba”.

$!La familia juega en la Avenida del Policía, en Ciudad Satélite, El Alto.

Dar amor

El 15 de agosto de 2010 Pilar acudió a una fiesta de “ambiente”, es decir donde gays, lesbianas y bisexuales son lo que son y no tienen miedo al qué dirán. Estaba con unas amigas a quienes les faltaron el respeto y ella salió a defenderlas. En medio de la discusión vio a una mujer atractiva.

Para entonces la relación de Zulma estaba rota. Pilar le ayudó a recoger los pedazos de ella misma. Se hicieron amigas y al poco tiempo se gustaron. Y, ese sentimiento estuvo ligado a la palabra libertad.

Pilar se enamoró de ella y de Betito. Se convirtió en la tercera parte del triángulo familiar. Llegó a sumarse a sus vidas y Zulma comenta que le regaló tres años de vida en los cuales hizo más fuerte a su hijo; pero la enfermedad iba galopante y sin freno.

Pilar recuerda que se sorprendió al conocer a Betito: “Saber que existía un ser que sufría tanto y que a pesar de todo tenía una sonrisa en la cara para sus seres queridos era increíble”. Betito murió en brazos de Pilar. Fue en agosto de 2014.

A pesar de que ambas intentan contener el llanto, no pueden hacerlo porque el dolor del amor es más fuerte. Lloran. Gael se separó un momento y se fue al cuarto del lado, a la cocina. Apenas se lo escucha.

$!Pilar, Gael y Zulma en Plaza Murillo, en el centro de la ciudad de La Paz.

Bebé Arcoíris

En la cocina parece que ha caído una olla, Gael vuelve deprisa y sonriente. Ha hecho una travesura y lo sabe. Ellas se limpian las lágrimas rápido, lo miman y van a la cocina a ver qué pasó. El niño comienza a jugar con billetes de Alasita.

“Gael es sanación, es curación, saber que después de una tormenta tan grande ha llegado él. Ha llegado con una bendición, ahora tenemos un negocio, estamos libres y somos independientes, estamos sanas de la mente y del corazón”, remarca Zu.

Pilar dice que Gael fue un bebé planeado. Juntaron dinero y decidieron que Zu iba a ser la mamá biológica porque Pilar no podía. “Fue una etapa de sanación para ambas. Cuando decidimos tener a Gael viví ese proceso que es un poco complicado porque creo que le pegó muy fuerte”, añade.

Desde el vientre Gael se mostraba fuerte y cuando nació, pesaba casi cuatro kilos y medio.

Antes de su nacimiento, ellas hablaron con abogados para no tener problemas legales a futuro y les aconsejaron que no hicieran nada fuera de las normas actuales.

Recién en el país se aprobaron las uniones civiles de personas del mismo sexo y esperar a que en Bolivia se reconozca a dos mamás resulta lejano.

Ambas tienen una guía por seguir. Hablan con una pareja de amigas, como ellas, que hace años crían y educan a tres hijos. Son quienes les enseñan los pasos por dar.

Los niños no tienen filtros en su inocencia y a veces preguntan ¿quién es la mamá? Pilar les explica que Gael tiene dos mamás.

Ha llegado la hora de las fotos y ya no hay rastros de lágrimas, en las imágenes se ve a una familia feliz.

13
Años
atrás se conocieron Zulma y Pilar. Fueron amigas y después enamoraron.
2020
AÑO
en el cual el Estado reconoció a una pareja del mismo sexo a través de uniones libres.
2
mamás
“tengo dos mamás” es la frase que le saca una sonrisa al pequeño Gael.

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