Músico, lector, billarista y sobre todo potosino... él es Gerardo Arias
Nació en una cuna musical. Desde 1975 hasta ahora es compositor y voz principal del grupo folklórico Savia Andina. Tiene una vida en el escenario, donde incluso falleció uno de sus seres queridos.
Juan Gerardo Arias Paz es un caballero, de esos de antaño, quien llega puntual a su cita, habla despacio y sabe escuchar. Le gustan las películas de antaño, prefiere abrir un periódico que leer las noticias en el celular. Y a la hora de amar, él tiene una razón poderosa: Potosí.
Nació y creció cerca del Cerro Rico de Potosí y de una cancha de fútbol, allá por la zona alta potosina, en el Barrio San Martín. Es el mayor de una familia de siete hermanos y desde chico sabe lo que es el significado de la palabra responsabilidad. Lleva años inmerso en el mundo de la música, primero con el grupo Los Rebeldes y hace décadas que es la voz cantante del conjunto Savia Andina.

Cuando conversó con Página Siete estuvo a punto de viajar desde la ciudad de La Paz hasta la Villa Imperial para, como todos los años, dedicarle una serenata a la tierra donde nació.
Allá cerca del cerro
Gerardo Arias nació el 17 de febrero de 1950 allá cerca del Cerro Rico de Potosí. Fue inscrito en el colegio católico Franciscano y cuando era chiquillo el arte tocó las puertas de su vida. “Desde niño he empezado con la música por la influencia de mi papá. En el colegio tuve la suerte de tener un gran maestro, don Humberto Iporre Salinas, quien ha guiado nuestros primeros pasos en la música”.
Él aprendió piano de una manera, casi, tan natural como caminar o hablar. A los pocos años de vestir el guardapolvo estudiantil formó parte de la orquesta del colegio.
A fines de los 50 e inicios de los 60 no era común que las escuelas cuenten con una agrupación musical de calidad y por eso la fama del conjunto Franciscano trascendió la Villa Imperial y comenzaron a hacer giras por diferentes ciudades del país.

Eran los tiempos en los cuales el folklore aún no estaba de moda. En el hogar de Gerardo se escuchaba a los Beatles y en el colegio iba germinando un grupo musical con el sonido de la guitarra eléctrica y la batería.
Eddy Navia (primera guitarra) Óscar Castro (batería) y Gerardo Arias (teclados y segunda guitarra) decidieron conformar un grupo que hizo historia en Potosí: Los Rebeldes. “Nos fue bien porque teníamos formación musical. Inclusive logramos representar a Potosí en el único Gran Festival del Rock que hubo en Bolivia, fue en Cochabamba el año 68”, narra el hombre que siendo niño inició una admiración por el hombre de las minas.
Los Rebeldes lograron grabar algunos discos y apuntaban a seguir por esa senda; pero llegó la época dura en el país, aquella en la cual ejercer el arte de manera libre no estaba permitido.
Con calma, pero sin pausas, Arias habla: “La vida tiene sus giros. De pronto hubo una revolución y aquella época en todo el país se desató el golpe de Estado y cerraron las universidades, donde podíamos estudiar. Como pensábamos que eso iba a durar largo tiempo, en Potosí conseguimos facilidades para viajar a Córdoba (Argentina) para continuar con los estudios”.
En Córdoba, sin habérselo propuesto, Los Rebeldes volvieron a encontrarse. Pero las guitarras electrónicas ya no estaban acordes con esta nueva etapa.
En esta parte del continente sobrevolaba el Plan Cóndor y un sentimiento nacional se apoderaba de quienes vivían en otros países. “Nos habíamos llevado como souvenirs algunos instrumentos de Bolivia. Ahí en Argentina empezamos a tocar nuestra música y nació un sentimiento de pertenencia por nuestras raíces. La lejanía había sido tan fuerte que nos sentimos aferrados a lo nuestro”, cuenta el intérprete de Chirihuayrita.
El año 1975 se conformó Savia Andina con la participación de Gerardo Arias, Óscar Castro, Eddy Navia y Alcides Mejía.
A la hora de elegir el nombre del conjunto, los integrantes tuvieron una lluvia de ideas y acordaron tener un nombre ligado con los Andes. Pero no sólo eso, Arias cuenta: “Manejamos la idea de que la música es como una alimento del espíritu, del alma, es como la savia que da vida. Así juntamos esas dos palabras: Savia Andina”.
El charango y los vientos no eran un denominador común de entonces. Eso sí, Gerardo recuerda que él ya tenía preferencias en la música boliviana. Explica: “Cuando era niño escuchaba a doña Gladys Moreno y a don Raúl Shaw Moreno, los dos Morenos cantaban tan lindo. Ellos primero internacionalizaron nuestra música y Los Jairas ya fueron más populares. Los Jairas fueron un gran grupo y un referente grande de quienes seguimos por este camino musical”.
El compositor aclara que el grupo nunca tuvo una actividad política partidaria, aunque las letras de sus canciones están y estaban ligadas a los más humildes. En estas piezas, por ejemplo, se encuentra el papá que le canta a su hijo, quien le pregunta dolido: ¿Quizás me lo has traído pancito papacito?

Con los años, Savia Andina marcó su camino particular. “Nuestra música está ahí, en el amor, en el desamor, en la alegría, en las penas; y también está en los problemas que atraviesa un país, un pueblo y las personas”, revela Arias.
La música no es —para Savia Andina— para buscar réditos económicos; va más allá. “Es como el arte que se convierte en el aura y el espíritu de los pueblos”, explica el compositor.
Con el tiempo, el público se adueñó de las canciones de Savia. Arias comenta una anécdota al respecto: “Hace poco estábamos en una gira en Arequipa y un periodista me preguntó: ‘¿Tú has escrito la canción Por qué estás triste?’ y yo le dije que sí. Me contó: ‘No sabes lo que significó esa composición durante la pandemia aquí en Perú. Se escuchaba tu tema en la tragedia, pasaban imágenes de fondo y eso nos conmovía el corazón”.
Por qué estás triste es una pieza inspirada en la vida de un minero y su esposa, quienes no podían tener hijos y él murió a los 35 años dejándola a ella con la vida y los sueños truncados.
A la hora de escoger las interpretaciones icónicas, Gerardo no duda en poner en primer lugar a El Minero, aquella composición que “se canta con puro sentimiento”. Continúa: “Hay un tema que gusta mucho y se llama A los bosques, que es una canción antigua y se canta en Bolivia y en otras partes del mundo. Después está el K’alanchito y tal vez luego Por qué estás triste”.
La vida que se va en el escenario
Al otro lado de la línea telefónica Gerardo guarda silencio. Se le preguntó si alguna vez lloró en el escenario. Suelta despacio aquella historia que le provoca un nudo en la garganta y evoca el recuerdo ingrato: “He llorado cuando estaba despidiéndole a mi hermano, interpretando una canción. Mi hermano menor Alfonso Arias, Pocho le decíamos, él ha muerto en pleno escenario y yo estaba a su lado”.
Aquello ocurrió seis años atrás y la imagen no se le borra a Gerardo. Toma aire y continúa: “Él tuvo un problema cerebrovascular y cayó en el escenario, fue en Santa Cruz. Fue tremendo golpe para nosotros”.
Pero la vida y el espectáculo no se detienen, aunque sí puede haber una pausa. Durante la época más complicada de la pandemia el conjunto dejó las actuaciones silenciadas.
Ahora se levantó el telón y Savia Andina sigue componiendo. Gerardo continúa en pie frente al público. Hay una agenda de conciertos que están marcados en el calendario del grupo.
Vida fuera del escenario

Al acabar cada espectáculo, Gerardo vuelve a su vida diaria, lejos de los reflectores. Confiesa una de sus pasiones. Antes de seguir suelta una sonrisa y aclara: “Los billares normalmente tienen una fama mala y se los puede ligar al vicio; pero no es así en mi caso. Yo lo practico como una diversión, aunque me gusta mucho como deporte y espero que el Estado apoye más a nuestros deportistas”.
Gerardo Arias es también un lector apasionado. Menciona a uno de sus autores favoritos: Víctor Hugo Viscarra: “Un narrador que expresa temas reales de una forma tan especial y particular que estremecen sus libros”.
Es hincha de Real Potosí; pero en el último tiempo se hizo fanático de Nacional Potosí. Le gusta el fútbol, después de todo nació cerca de una cancha... aunque ahora es un caballero que se dedica a hacer canciones que son como savia que llena de vida.