Promoción de país
El turismo nos ofrece integración e identidad común
Esta actividad, prácticamente privada para pequeñas, medianas y grandes empresas, es sostenible si se la implementa bien. Se debe contratar expertos, sostiene el autor.
Hace poco pasaron las fiestas de Carnaval, que para muchos significa mayor turismo doméstico y extranjero. La “entrada” de los conjuntos folklóricos del sábado es, desde todo punto de vista, una gran maravilla mundial que pocos en el planeta la conocen. Como todo, no difundir algo es como si ese algo no existiera. Es una gran pena y frustración. ¿Hay algún motivo por el cual Machu Picchu o el Carnaval de Río sean conocidos mundialmente y no el Carnaval de Oruro? Y conste que la comparación es válida.
Pero Bolivia tiene eso y mucho más como atractivos turísticos
–el Salar de Uyuni, las lagunas Verde y Colorada, las ruinas de Tiwanacu, el parque nacional Madidi, las misiones jesuíticas de la Chiquitanía, el parque de Toro Toro–, entre otros. Es más, Bolivia es tan diversa que se puede desarrollar también el turismo de aventura en los Yungas, los nevados, los parques. Y finalmente, lo digo por experiencia de vivir varios años en uno de los países conocidos en el mundo por su exquisita gastronomía: la gastronomía boliviana es un tesoro que tampoco es conocido en el exterior.
El turismo es una actividad que grandes beneficios para el desarrollo de un país. Genera empleo masivo, es inclusivo (alcanza a poblaciones de toda clase social y/o económica, incluye mujeres y jóvenes), conecta muchos sectores y, por tanto, genera considerable empleo indirecto en hoteles, restaurantes, medios de transporte, artesanía. Un gran aspecto positivo es que se trata de una actividad prácticamente privada, para pequeñas, medianas y grandes empresas, y sostenible si se la implementa bien. Como cuando triunfamos en el fútbol, el turismo también nos puede integrar y dar una identidad común, y con una gran diferencia, ¡permanentemente!
Si Bolivia tiene grandes atractivos turísticos y tiene tantas bondades para el desarrollo del país y el ingreso de los hogares, ¿por qué el sector turismo no está por lo menos medianamente desarrollado? Como casi en todo, no se puede esperar mucho cuando los gobiernos son mediocres o malos, y las instituciones deficientes.
Primero, es imprescindible poseer una estabilidad económica, social y política. Mientras este gobierno esté en el poder, a quien más bien le conviene la confrontación social, la posibilidad de desarrollar el turismo es casi nula. Una razón más para que no sea más gobierno en el futuro porque niega a los bolivianos de una actividad tan importante para su desarrollo.
Segundo, nunca se hizo nada. Ni el sector privado ni el público han sabido promover la riqueza turística a nivel global que tiene Bolivia –miopía público-privada–. Para muestra un botón. Invito al lector a que entre a YouTube y se llevará una bonita sorpresa para promocionar “la marca Perú”: https://www.youtube.com/watch?v=8joXlwKMkrk (Imagine cómo se podría promocionar nuestra riquísima gastronomía, los conjuntos folklóricos de carnaval, el Salar de Uyuni con viajes cortos de globos aerostáticos, instrumentos autóctonos).
Tercero, si bien el sector mismo demanda relativamente poca inversión, se requiere una considerable inversión pública en infraestructura que, además, beneficiaría a todos los sectores de la economía para impulsar su desarrollo. Caminos de tránsito en toda época del año, aeropuertos, electrificación (que existe casi en todo el país), y agua potable son clave.
El impacto en el desarrollo y el empleo sería mucho mayor que el impacto de las inversiones realizadas en todas las empresas públicas, particularmente la planta de urea (y ahora se piensa en un segundo proyecto). Más de $us 300 millones se gastaron en explorar-explotar el litio y todo que se viene todavía. Estas inversiones deberían haberse realizado, si se demostraba su viabilidad, con capital privado (pero el objetivo ulterior es la coima) y destinar los escasos recursos públicos a infraestructura (para el turismo y toda la base productiva del país), educación y salud. Si el gobierno no invierte en estos sectores que son de su competencia y responsabilidad, ¿quién lo hará? Así solo nos condenamos a ser un país subdesarrollado.
¿Qué hacer para empezar? El Estado debe contratar los servicios de consultoría de una empresa externa con experiencia en el sector y en la región si se quiere competir seriamente en el mercado internacional del turismo. En Bolivia no hay ese nivel de capacidad. Irónicamente, ésta puede ser la primera barrera porque, como casi en todo, ésta es una oportunidad para las autoridades de hacerse de una “coimisión” y seleccionar a conveniencia. Pero existiría otro escollo evitable: identificar un ministerio que lidere esta iniciativa y no se convierta en un comité compuesto por diez entidades públicas.
Lamentablemente, en nuestra historia abundan los intereses departamentales, gremiales, y personales, entre otros, y ponerse de acuerdo sería ya un gran logro. El problema real es que estos interesados pelean por comisiones o tráfico de influencias. Así, la ineficiencia e ineficacia son monumentales como se observa en todos los “elefantes azules”, un par ya mencionados más arriba.
La consultoría delinearía una estrategia de turismo efectiva, incluyendo una ley que genere un ambiente favorable y estable en el sector, campañas de concientización para adoptar una cultura amigable hacia el turista extranjero, identificación de canales para comercializar nichos de ventaja competitiva, brindar asesoramiento a operadores turísticos, hoteles y proveedores, enlaces a operadores relevantes y desarrollar nuevos productos y servicios para cumplir con los requisitos de clientes de mayor valor/consumo.
Adicionalmente, se identificarían socios en el exterior que sean ancla para los mercados de destino y construir vínculos de ventas entre hoteles y esas empresas. Parte de este plan sería desarrollar la gastronomía de manera profesional, sistemática y con un marketing de primer nivel.
La segunda tarea de la consultoría sería apoyar en el desarrollo de una cartera de oportunidades de inversión en turismo. La tercera, identificar brechas de habilidades y empleabilidad en la industria del turismo y capacitar a ese segmento laboral.
El turismo impulsa la creación de nuevos negocios en todo el país, genera miles de empleos directos e indirectos, genera divisas, fomenta la mejora de infraestructura, además de promover su restauración y conservación, no es extractivo y puede ser sostenible ¿Pueden inversiones como de la urea y amoniaco, o la fábrica de cartones o de azúcar superar estos beneficios para los bolivianos? No. Pero sí benefician grandemente a los gobernantes bolivianos en busca de provecho propio.
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