El estante vacío

El antologador como rescatista literario

La labor de Porfirio Díaz Machicao, rescatista de valiosas obras literarias desaparecidas.

Letra Siete
Por 
La Paz - domingo, 21 de mayo de 2023 - 5:00

Este artículo se enmarca en explorar un trabajo importante de recopilación historiográfica literaria del escritor Porfirio Díaz Machicao (1909-1981). Me atrapa la certeza de que varios de sus trabajos compilatorios fueron, son y serán fuente imprescindible de consulta y relevancia crítica para lectores e investigadores especializados de nuestras letras. Por eso, posé mi mirada en su Antología del teatro boliviano como evidencia del gusto estético y rastreo del panorama dramático de una época. También brindaré especial atención a examinar la labor del antologador como rescatista de valiosas obras literarias desaparecidas.

Parto mi comentario detallando que el autor paceño plasmó tres trabajos de antología. En primer lugar, destaca su Prosa y verso de Bolivia. Cuatro tomos (1966-1968). Seguidamente, la Antología de la oratoria boliviana (1968) y finalmente la Antología del teatro boliviano (1979). La última miscelánea está conformada por un prólogo y El primer ensayo de teatro en La Paz e incluye una reunión de 52 recortes de obras de teatro de los siglos XVIII, XIX y XX de nuestro territorio.

La colección tiene, en primera instancia, una función histórica, porque divulga importantes trozos de obras de teatro que testimonian la producción literaria de un determinado tiempo. El autor manifiesta en el prólogo: “Más que antología hago en esta obra un muestrario de teatro boliviano, casi inaccesible a sus fuentes, pues si muchas obras se salvaron publicándose, otras se perdieron apenas representadas. Es una lástima porque ese fenómeno ocurre aun con las obras de autores contemporáneos que ensayaron su texto, movieron sus personajes, los mostraron al público y ¡adiós! El olvido y el descuido malograron todo afán de investigación. Parece que el investigador necesitara la suerte del minero afortunado para encontrar la veta porque es muy difícil dar con el texto de obras teatrales bolivianas”.

La característica estructural de este compendio es “lo fragmentario”. Este sustento da pie a edificar una recopilación desde un disgusto personal por la desventura de acceso a las obras. Ahí el sentido histórico. Es decir, la antología se puede rastrear como una fuente primaria de acceso bibliográfico, para luego acceder a las obras originales y originarias (si es que existen aún). Esta función fragmentaria coadyuva a comple(men)tar la historiografía del género dramático.

Del criterio de selección de compilador sobresale: “Un teatro de conocidas conmociones humanas ha sido el que espectó el público boliviano durante el Siglo XIX. Esa temática es perceptible en los textos que ofrezco. Pero no tuvo, en verdad, trascendencia. Se advierte que hubo grande inquietud por el arte escénico y deseo de hacer representaciones. La mejor sociedad de aquellos tiempos toma a su cargo la noble tarea. O bien la temática teatral derivó hacia un orden alegórico de escenificaciones de episodios patrióticos, difíciles de entrar en el gran rol de las pasiones humanas que nos vienen desde Sófocles. Pero, al fin, unos y otros, constituyeron teatro boliviano”.

En este orden, la sensibilidad histórica del colector fluctúa entre su gusto literario y el salvamento de obras extrañas. Resalta en la elección un trabajo del siglo XVIII: “Loa que al mérito del Brigadier don Sebastián de Seguróla compuso por vía de epitalamio don Pedro Nolasco Crespo; puesta en escena en la plaza mayor. Advertencia: Esta pieza puede considerarse como el primer ensayo de drama en La Paz y es una curiosa muestra de la literatura colonial a fines del siglo pasado. Del folleto Documentos para la historia antigua de Bolivia, sacados de la Biblioteca de J. R. Gutiérrez, sitios de La Paz y el Cuzco 1780-81. La Paz, Imprenta de la Unión Americana, 1879)”.

Por último, dentro la función histórica destacan las tendencias de matiz patriótico de las obras y de los autores escogidos para el siglo XIX. Esta referencia se vislumbra en los títulos: Visionarios y mártires (1865) de Nataniel Aguirre; Más pudo el suelo que la sangre de Ricardo J. Bustamante; Alonso de Ibañez o la primera centella de libertad (1889) de José David Berrios, entre otros.

En la propuesta antológica teatral de Díaz Machicao advierto otro rumbo, el de distinguir al antólogo como rescatista de piezas teatrales increíbles. Y el rescatista literario sería aquel sujeto ingenioso buscador de tesoros bibliográficos. En esa línea, la subjetividad del criterio selectivo del compilador de divulgar esas joyas se convierte en una competencia de salvamento del rescatista, que en otras circunstancias quizás no serían publicados. El mejor modelo es que transcribe un ensayo teatral de tinte vitivinícola andino o sobre los “indios viñateros”, pues florecería un tema rara vez abordado por los dramaturgos.

La obra a la que hago referencia es la “magnífica pieza escénica La huerta, de Ángel Salas, escritor nacido en La Paz y amante de la vida rural en los tradicionales viñedos de Río Abajo, zona paceña adormecida en las grietas que dan sustento a la montaña madre, el nevado Illimani. Salas ha extraído de sus observaciones una revelación artística de primer orden: la vida de los indios viñateros, sus problemas sentimentales, su enfrentamiento con tos clásicos enemigos del indio: patrón y mayordomo, y le ha dado vida intensa e intenso colorido a la tarea de pisar la uva en los lagares lo que se hace al ritmo de preciosas canciones aymaras, con sones inolvidables, en un ambiente emocional de alto vuelo. Esta obra teatral –La huerta– será perdurable porque guarda en sí valores importantes: folklore, drama humano, paisaje y música. El huayño de la obra es voz rotunda de la tierra boliviana”.

Indudablemente la labor del antologador como rescatista literario es la de brindar información extraña a lectores entendidos en el tema. El insertar esta forma discursiva dramática de la Colonia (como espécimen), es recuperar una producción literaria para tenerlo en cuenta en futuros proyectos críticos o de ordenamiento histórico sobre el teatro boliviano.

El aporte recopilatorio teatral del boliviano Porfirio Díaz Machicao es de las pocas iniciativas que se ha realizado sobre la base de una selección rigurosa de textos de los siglos XVIII, XIX y parte del XX en el país. Aunque todos sabemos que una antología incurre en odiosas omisiones, es necesario reconocer este aporte, porque visibiliza contenidos perdidos. Por consiguiente, señor lector: “considere que la búsqueda fue un tantear en la niebla y la obtención de originales una proeza”.

“El aporte de Díaz Machicao es de las pocas iniciativas que se ha realizado sobre la base de una selección rigurosa de textos de los siglos XVIII, XIX y parte del XX”.

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