ConStellación literaria

La realidad no es lo que vemos... es lo que somos

La autora se inspira en una de las frases de “El libro del desasosiego”, del escritor portugués Fernando Pessoa, recordando su fecha de nacimiento un 13 de junio de 1888.

Letra Siete
Por 
Cochabamba - domingo, 18 de junio de 2023 - 5:00

“La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”. (Fernando Pessoa. Libro del desasosiego, 1982).

Cada ser tiene su particular historia, somos la sumatoria de experiencias y recuerdos almacenados. Nuestros cuerpos son los reservorios de todo cuanto consciente, o inconscientemente vamos acumulando. Cada parte de nuestra materia, cada marca o surco tiene su propia memoria y vivencia, atesorada celosamente en conexión con la vida y el silencio. Así nos vamos configurando, construyendo una exclusiva forma de estar y de actuar, acercándonos a lo que realmente somos o queremos ser. Es desde el cuerpo, la mente y las emociones; desde un yo integral, o un nosotros, en constante transformación, que existimos y nos relacionamos con aquello que llamamos realidad.

Sin embargo, ¿qué es lo real e irreal?, sutil es la línea que traza tan símiles mundos, tangibles o inventados. Por un lado, encontramos lo que creemos tocar, ver, oler, oír y sentir; todo aquello que se manifiesta ante nuestros sentidos, repitiéndonos a gritos: acepta los límites, códigos y normas preestablecidas.

La realidad nos golpea diciendo: no te descuides ni te desvíes, la existencia debe ser luchada sin tregua ni descanso; como si vivir fuera una carga y no un privilegio. O quizá, estas voces son las nuestras, que brotan del caos profundo, en reiterado afán por mantenernos aparentemente ocupados, satisfechos pero estáticos.

Por otro lado, está lo considerado irreal y fantasioso, regido por el mundo de lo ilusorio, lo que genera sospechas y desconfianzas. La realidad alterna nos perturba, porque se aleja de lo conocido y seguro. Sin embargo, lo supuestamente irreal también demanda esfuerzo y trabajo inventivo, y es captado agudamente por nuestros sentidos a través de la imaginación.

De esta forma, lo que aquí se cuestiona es la aceptación e imposición de férreos conceptos y esquemas mentales que modifican, aprisionan y distorsionan la percepción y mirada hacia la realidad, o lo que entendemos por ella, haciendo la dicotomía de lo real y lo irreal, lo importante de lo intrascendente, lo confiable de lo falso.

La realidad externa que hemos construido con ardua labor nos ha revelado su engañosa fachada, mostrando una cárcel barnizada con efímeros deleites que nos suben la moral, pero sobre todo, nos inflan el frágil ego, haciéndonos creer que lo hemos hecho muy bien; despertado la admiración de la gente y también su envidia.

Tampoco se trata de ser hipócritas, pues, para qué engañarnos, “se siente muy bien” empacharnos con la ficticia sensación de triunfo, anidando el podio que nos haga sobresalir del común denominador de los simples mortales. Pero la realidad interna emerge para cuestionarnos y hacernos dimensionar el verdadero valor de lo que en realidad somos y necesitamos.

Frente a la realidad externa, la realidad interna irrumpe de forma silenciosa y se abre paso pacífica y violentamente ante los cimientos de lo instituido. Por tanto, lo ilógico, lo visceral, lo creativo y alterno despierta en nuestras vidas para ir desmontando las edificaciones en extremo lógicas de una realidad que nos roba nuestra preciada libertad, domesticando nuestro salvaje fuego, bajo nuestro inmutable desinterés y complicidad.

El terreno de lo real -interno es fértil, nos permite imaginar otros mundos, reinventarnos, cambiar, repensarnos y potenciarnos para repoblar una realidad distinta, una realidad personal mucho más flexible y cordial con sus hacedores, en contraste con la macro realidad impuesta.

Lo que somos, o lo que creemos ser, debe ser confrontado y vaciado periódicamente; silenciado y apaciguado, para afinar la mirada, para captar lo tenue y luminoso, dejando de ver sólo el contorno de las superficies, para avanzar con certidumbres internas, para pensar y sentir sin presiones externas. Necesitamos “ser” en autenticidad, desarrollando antenas, ojos y radares que nos permitan filtrar lo real, construido desde los dogmas y creencias externas.

Pese a los obstáculos, nunca dejaremos de ser creadores individuales y colectivos, peregrinos que descubrimos nuestro verdadero potencial. Lo que vemos e interpretamos es lo que somos, lo que llevamos dentro, y ante esta verdad no podemos escapar, nuestra apreciación y voz internas nos delatan en nuestra configuración del mundo.

De esta manera, el existir nos reta para invertir tiempo en reconstruir nuestros pilares internos, incinerando lo que ya no nos permite avanzar; si nuestra mente, cuerpo y todo nuestro ser es el ojo con el que miramos y edificamos nuestra particular realidad, no es sólo afuera donde se modifican las cosas, sino es en el engranaje personal donde se darán las verdaderas transformaciones.

Sólo así estaremos fundando genuinas voces y fuerzas para combatir la falsedad de realidades que imponen, limitan y copian; las que carecen de sello y luz propia. La realidad es una obra personal que cimentamos y compartimos con los otros, desde la raíz hasta los frutos, incrementando nuestra capacidad de ser, estar y hacer; puesto que: “La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”.

“Pese a los obstáculos nunca dejaremos de ser creadores individuales y colectivos, peregrinos que descubrimos nuestro verdadero potencial”.

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