El estante vacío
Oscar Cerruto y la Biblia
Es un “cuaderno venero de poesía”, porque el lenguaje es poético, donde abundan figuras retóricas con ingredientes de lo maravilloso, las visiones y lo milagroso.
Uno de los ejes estilísticos de la narrativa de Oscar Cerruto (1912-1981), es el lenguaje poético. Esta característica se encuentra en el ensayo La poesía en la Biblia, que además tiene un alto valor metatextual, porque el poeta paceño habla de la poesía escribiendo poéticamente. La Biblia y su escritura (lenguaje) será el (pre)texto para consumar este propósito y demostrar que las sagradas escrituras representan un universo de imágenes metafóricas que deberían influir en los poetas o que pueden ordenar (algo) lo restrictivo de la realidad poética. La figura del poeta se trasfigura en la de un apóstol poético.
La poesía en la Biblia es un trabajo que sale en Los cuadernos de Jerusalén, número 2. Luego, es republicado en el suplemento Literario, del periódico El Diario, de La Paz, en 1976. La propuesta analiza, sobre todo, la riqueza de la figura de la metáfora en la escritura bíblica. Pero también aborda las alegorías y las parábolas, haciendo un diálogo intertextual con fragmentos de poemas de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, Quevedo, entre otros. Biblia y poesía está dividido en tres partes: primero, devela lo poético de los libros “Cantar de los Cantares”, “Eclesiastés”, “Génesis”, “Éxodo”, “Proverbios” con ejemplos exactos. Seguidamente refiere cuál es su relación con la literatura y, en último lugar, sugiere a los poetas tomar como ejemplo las ideas metafóricas de la Biblia para su trabajo poético.
Para Cerruto, el libro de los libros es un “cuaderno venero de poesía”, porque el lenguaje bíblico es un lenguaje poético, donde abundan figuras retóricas con ingredientes de: lo maravilloso, las visiones y lo milagroso. Estudiar esta presencia tripartita perfecta de cuadros, representaría imaginarse la creación del mundo. La reunión de estas imágenes conformaría el tono metatextual que el autor de Estrella segregada desea infundir en su propuesta, puesto que, como modelo, nombra “poemas bíblicos” a los libros bíblicos.
O de lo maravilloso rescata una cita del Cantar: “Tu ombligo, taza redonda que no le falta bebida, tu vientre montón de trigo cercado de lirios” y considera que este verso es la imagen del poeta que ve arrebatado a la Sulamita embriagada de amor y por amor baila haciendo alarde del vientre.
Del mismo “Cantar de los Cantares”, muestra que no es el único libro que tiene una intencionalidad poética, sino cualquier página bíblica. Pero, el Cantar es una unidad autosuficiente que resultaría ser un “poema amoroso”. No es un discurso con “secretos criptogramas, de misterio teológico en unos casos, y, en otros, la sideral simbología de las bodas del sol y la luna”, tal cual lo dijo el poeta argentino Arturo Capdevila.
El Cantar es una exaltación del amor. Valoro que Cerruto despliega mucha información sobre la valía de la imagen de la metáfora en la escritura bíblica. Dentro de la imagen de las visiones aporta: “Tus senos son dos cervatillos de gacela que triscan entre azucenas”, y sostiene que estas palabras generales al ser tocadas por la poesía fueron transfiguradas e instaladas en un ámbito mágico. Esta construcción verbal sería una audacia metafórica y es el poeta quien está destinado a transformar las palabras en poesía e inevitablemente obedecer lo que Dios encomendó al hombre, a través de Adán, “nombrar el mundo, reinventar la realidad dándole nuevos nombres”.
En segunda instancia, Cerruto se apoya en el lenguaje y en el lenguaje bíblico para reflexionar sobre la relación de ésta con la literatura o con el nebuloso horizonte creativo del poeta. O, mejor dicho, cómo la omnipresencia del tropo metafórico no se aplica en la poesía. Entonces, lanza esta concepción: “Una expresión desaforada, sofoca la poesía. Cuantos poemas no nacen cada día ya muertos, o mueren muy pronto, por culpa de ese afán de hacer poesía con aniquilamiento de la expresión”.
Confiesa que en la Biblia habría imágenes que influyeron en grandes poetas. Tal que, pica con esta enorme interrogante ¿No son fascinantes figuras poéticas Jesús caminando sobre las aguas, o Elías arrebatado al cielo en un carro de fuego, o Cristo hablando en los aires con Moisés, o Isaías haciendo llover fuego sobre los ejércitos enemigos, o esos ángeles del Apocalipsis apostados en los extremos de la tierra sosteniendo los vientos en las manos, o en ese mismo Apocalipsis la alucinante alegoría de los cuatro jinetes en sus cabalgaduras desatadas llevando una misión justiciera pero también ominosa?
Entonces, considera que un horizonte poético en virtud a la Biblia es que agrupa el pasado, el presente y el futuro y esa debería ser el expediente de la poesía. El libro sagrado es un monumento de poesía, monumento vivo y genitivo que debería ser alfaguara de “esplendida expresión literaria”. Cerruto intenta con estas estas aseveraciones demostrar que las imágenes metafóricas de la escritura bíblica pueden ser una posible fuente de inspiración para los poetas. El poeta se transmuta a representar el rol de un apóstol poético.
En la postrimera parte, el evangelista de la palabra poética exhala su intranquilidad por la poesía actual y sugiere que todo lírico debería ver en la Biblia una fuente inagotable de cómo se debe montar imágenes metafóricas, pero “No se trata de copiar y menos todavía de apropiaciones, sino de ideas poéticas, de apoyo en el caudal proficuo de la Biblia”. De esta arenga, él encuentra que el endecasílabo del poema de Isaías “Tu Dios que muere el mar y las estrellas”, influye en Dante en su Divina Comedia, en el Canto XXXIII, del Paraíso, pues combino: “El amor que al sol y las estrellas”.
La orientación poética y catequista que se desprende de las lecturas de la Biblia de Cerruto responden a considerar la naturaleza metafórica de las páginas del libro sagrado como elemento generador de poesía, dentro de un tenso contexto generalizado de discusiones en torno a cómo hacer poesía. Algo difícil e inacabado de disipar, por cierto. Pero, el imperio metafórico inserto en la Biblia es una proposición que el mismo poeta de Aluvión de fuego se puede tomar en cuenta invocando al Génesis “Haya luz, y hubo luz”. Crear luz es el acto más glorioso de la poesía en el oscuro corazón de los hombres, dice.