Testimonios

Sin dolor no hay memoria ni miradas hacia el futuro

El concurso “Historias vivas. A 40 años de la construcción de la democracia en Bolivia”, compendia relatos de las atrocidades sufridas durante las dictaduras.

Letra Siete
Por 
La Paz - domingo, 06 de noviembre de 2022 - 5:00

Si de algo podemos jactarnos es de nuestra riqueza en tradición oral. A pesar de la embestida de esta nueva forma de vida aún tenemos en nuestro ADN boliviano el don de guardar historias a veces un poco más de lo debido, como cuando no las soltamos ni para escribir otras páginas. Aún con esa ventaja de ser coleccionistas de escenas hay cientos de historias que nunca llegan a emerger y se van con la persona que las porta.

El tiempo de la dictadura militar, por ejemplo. Nunca un episodio de la historia boliviana fue tan atroz como ese que dejó cientos de cicatrices. El terror y el miedo cundieron en un capítulo que se cerró, sí, pero que resguarda muchos testimonios en lo íntimo de las familias bolivianas que no habían sido contados. El concurso “Historias vivas. A 40 años de la construcción de la democracia en Bolivia” organizado por la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) fue una invitación para que esos relatos se conviertan en parte del patrimonio colectivo y aporten en la comprensión del valor de vivir en democracia.

Bolivia es un país con población mayoritariamente joven y por ello es normal que muchos de esas testimonios parezcan ajenos a varias generaciones, pero a la vez están cuando revisamos la genealogía de nuestras familias. Son pocos los espacios que nos invitan a revisar uno a uno nuestros archivos para pasarlos al acervo colectivo y de ahí fomentar debates en torno a los tiempos de democracia que hoy vivimos.

Con el concurso de la FES la carta estaba sobre la mesa. El objetivo era muy ambicioso. Una cosa es tener una historia que contar, con relación a las dictaduras militares y la recuperación de la democracia, y otra muy distinta escribirla y mandarla a un jurado desconocido. Estas familias no fueron sólo participantes, sino que regalaron una parte de sus vidas para ser compartidas.

Durante el acto de premiación una de las jueces fue muy amable en expresar todo lo que sintió al leer uno a uno los trabajos enviados, más de una centena de obras llegaron a la FES. No sólo hubo agradecimientos, el momento sirvió para decir que todo aquello que teníamos oculto merece salir para el conocimiento de generaciones que no han vivido ni vivirán situaciones similares.

Llegar a ese momento significó mucho esfuerzo. Cada una de las etapas del concurso se hizo pensando en llegar a la mayor cantidad de personas, pero sobre todo a aquellas que pertenecen a lugares del país donde la sangre corrió por culpa de la violencia militar. Por eso fue muy importante que el mensaje de un concurso sobre historias de la dictadura llegue a centros mineros, poblaciones rurales, colectivos de personas de la tercera edad y a aquellos que cuentan con jóvenes mayoritariamente.

Es un reto comunicar temas como éste, aun así, hay espacios que siempre tienen las puertas abiertas y están dispuestos a sumarse. Los relatos que llegaron vinieron de diferentes partes del país y fueron enviados a tres jurados que se adentraron en una marea de testimonios, no naufragaron pues llegaron a buen puerto y con los nombres de los ganadores en mano.

El relato premiado en la categoría crónica nos lleva a agosto de 1980 cuando el autor, siendo un conscripto, tuvo que custodiar a prisioneros de la dictadura enviados al municipio de Puerto Rico, Pando. Julio Alberto Núñez Vela Ramos recuerda el miedo, la solidaridad y sumisión que pasó junto con sus compañeros. “Al final de cuentas no teníamos razones para ser enemigos entre bolivianos, como nos lo hacían creer”, cita en un fragmento de su testimonio y califica su experiencia como amarga y dolorosa porque ni los prisioneros, ni los carceleros tenían opción para elegir.

“Eso nunca debió suceder”. Así cierra su relato que ya está incluido en el libro de la FES. Todos los asistentes al acto de premiación se llevaron un ejemplar a casa para seguir compartiendo el conocimiento vivo.

El segundo relato ganador, de Ruth Chuquimia, nos lleva a la experiencia de una familia de La Paz que perdió a un integrante, Javier Quisberth Chuquimia, durante los toques de queda. Esos horarios en los cuales era prohibido desplazarse dejaron cientos de personas muertas y calificadas por la autora como los “ningunos” ya que la dictadura militar siempre buscó borrar las pruebas de sus crueles actos.

Para evitar otras muertes, las mujeres de la familia Chuquimia dejaban abierta una reja del patio de su casa y durante 137 noches hicieron vigilia para alertar a las personas en peligro de morir acribillados. “¡Señor, señor! Están en la esquina (los militares), le van a disparar. Entre, la reja está abierta —susurrábamos, muertas de nervios y de miedo”, se lee en el texto.

Y finalmente está el texto de Randolf Solares. Cuenta cómo una madre cuidó de sus hijos, uno con discapacidad motora y otra que acababa de nacer. Una mesa sirvió como bunker que los alejó de las balas. Esta madre hoy tiene 86 años y “sigue ‘sobreviviendo’ con mucho amor como en esas jornadas trágicas de agosto del 71” está escrito en el documento.

La FES propicia este tipo de concursos cada año y en particular este 2022 el reto fue mayor. Los concursantes no solo debían escribir sino revivir situaciones dolorosas, pero con el objetivo de demostrar algo que todos valoramos: nada se compara con vivir en democracia. El dolor de sus historias es la prueba fiel de todo lo que los bolivianos debemos hacer para preservar ese sistema que con defectos y criticado es el único camino de ser país. Ahora más aún porque vivimos momentos de zozobra y dolor.

Que no se nos olvide cuántas luchas han librado nuestros padres y abuelos por este país. Que su labor sea homenajeada leyendo estas historias y buscando muchas más que probablemente no han llegado al concurso, pero siguen guardadas en el corazón de cientos de personas. Y de momento vamos a revisar los textos ganadores, las fotografías y pensar en esos relatos como lecciones para nuestro futuro.

“En el relato premiado en la categoría crónica, el autor narra cómo tuvo que custodiar a prisioneros de la dictadura enviados al municipio de Puerto Rico”.

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