
Pluri_multi
Abrir los ojos a la vida cotidiana
Los más de los políticos viven ideologizando los problemas del país, instalan prejuicios para entender la realidad. La subida del MAS al poder llevó al extremo la oposición entre k’aras y t’aras, ¿por qué lo hizo y lo hace? Porque simplemente saca ganancia política enfrentando a la sociedad, polarizándola, esa es la forma en que el MAS encara la política para salir airosa contra sus contrincantes. Pero, al salir de los prejuicios de las cúpulas políticas, al entrar al mundo de lo cotidiano, se observa más diálogo y comprensión que enfrentamientos entre sectores sociales de diversos orígenes, por ejemplo, es diáfano el diálogo entre habitantes de El Alto, en especial jóvenes, con pobladores de la ciudad de La Paz. Con la misma intención, esos dirigentes políticos acuden a inflamar la oposición entre cambas y collas, está claro que su objetivo es ganar polarizando a la sociedad, buscando enfrentamientos entre pobladores de Santa Cruz y de La Paz. Pero, de nueva cuenta, acudiendo a la vida cotidiana lo que uno encuentra en La Paz es una relación cada vez más tersa entre cambas y collas; asimismo, en Santa Cruz, lugar donde una parte de su población es migrante, proveniente del occidente del país, se va tejiendo más diálogo y comprensión entre esos habitantes provenientes de distintos lugares del país. La observación de la vida cotidiana evita seguir en el prejuicio de las polarizaciones, más bien, nos enseña que existe la interculturalidad en la realidad.
Da un gusto inmenso ver cómo los jóvenes alteños se la pasan conversando con jóvenes de La Paz, lo hacen en el Multicenter, en el Alexander, en el Mega Center, en Cuñapé, en Roster Café, en el mercado de comidas del Mercado Camacho, en la UPB, en la Universidad Católica y, ni se diga, en grandes proporciones en la UMSA; en la Feria de la 16 de julio, van sólo alteños, no, para nada, está llena de jóvenes paceños que compran de todo, desde ropa de moda, hasta electrónicos y todo tipo de productos. Ahí comparten, se conocen y reconocen entre sí, no se angustian por la división entre k’ara y t’aras, ni por las oposiciones entre cambas y collas. En todos esos lugares ¿los jóvenes discuten sobre si hubo fraude o golpe de Estado? No, esos temas no están presentes en sus conversaciones. Esas polarizaciones están básicamente en los discursos de los políticos, en buena parte masistas, que saben que ganan enfrentando a la sociedad.
Cada día tenemos una mirada pesimista sobre la vida, sobre la sociedad, en torno a la gente. Pero, pero, abramos los ojos a lo cotidiano: hay hijos buenos que quieren a sus padres, que los respetan, que los ayudan; incluso hay hijos que atienden a sus padres en las enfermedades cuando sus progenitores cometieron una serie de errores y hasta los abandonaron; esos hijos olvidan los agravios o que hicieron sus padres al tener muchas parejas; si, lo olvidan, tienen la capacidad de perdonar, como también lo hacen las parejas agraviadas, ellas con gran gesto humano atienden, en la postrimería de la vida, a quienes cometieron muchos errores. Esto es sueño, no, es una realidad.
En los parques, en las salidas de colegios, están cientos de abuelos recogiendo a sus nietos, ayudándolos con sus tareas y dándoles el calor humano que necesitan para crecer sanos. Muchas jóvenes se atreven a tener hijos porque saben que podrán seguir trabajando porque las abuelas, los abuelos, muchos tíos o tías se quedarán al cuidado de los hijos. Muchas madres, comen la mitad de lo que les dan en las invitaciones, en sus trabajos, o donde vayan, pues la otra mitad la llevan a sus casas para que sus hijos puedan comer. ¿No hay madres que dejan la comida hecha, -cocinada desde las cuatro de la mañana-, cubierta con mantas, hasta frazadas, para que sus hijos, al llegar del colegio, puedan comer comida caliente?
Hay demasiadas cosas buenas, excelentes, de gran contenido humano en la vida cotidiana como para que las olvidemos y solo nos hundamos en el pesimismo. No hay que llorar por lo que no se tiene, antes, bien, hay que valorar en extremo lo que se tiene. Y tenemos muchas cosas, comenzando por nuestros padres, parejas, hijos o abuelos.
cosas buenas, excelentes, de gran contenido humano en la vida cotidiana como para que las olvidemos.
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