Hernán Cabrera M.
Periodista y Licenciado en Filosofía
jueves , 17 de noviembre de 2022 - 04:05

Yañee

Agresiones a periodistas cuestionan al poder

En este largo conflicto de Santa Cruz por el censo, quizás el único en la historia nacional y a nivel mundial, los periodistas han librado una serie de batallas en sus coberturas del día a día. Los medios de comunicación han estado en el centro del debate y el malestar de los que bloquean y de los desbloqueadores: unos gritando periodistas vendidos y otros acusando a medios de estar al servicio del poder.

El espectro noticioso se amplió mucho más aun, porque ya no solo los canales de Tv, periódicos o radioemisoras informan, sino también un montón de ofertas que se difunden las redes sociales, muchas de ellas con conductores como exministros, exdiputados o sacasuertes.

Estamos más comunicados e informados que nunca. Cada día nos alimentamos con un tsunami de hechos noticiosos de todo calibre, calidad e intereses. Pero ahí está el periodista que debe ganar cada día la batalla por la credibilidad, sin excusas ni argumentos. Es la batalla más fuerte, más grande y la que requiere de toda la capacidad, ética y compromiso con la verdad y el pueblo.

El periodismo es una apuesta por los derechos humanos; toda información es un poderoso instrumento que debe generar cambios de toda situación de injusticia, intolerancia, abuso de poder, explotación, y, sin duda, en un régimen democrático los gobernantes deben constituirse en garantes para la vigencia de un sistema de derechos humanos, establecido en la Constitución Política y en varios tratados internacionales, suscritos por el Estado, obligado a su cumplimiento.

El periodismo es una opción permanente por la democracia, el respeto a las ideas, a los derechos humanos, a la vida, a la libertad, a la lucha de mejores condiciones de vida. El periodismo es una exigencia e interpelación de la sociedad y de sus gobernantes a que respeten la paz social, la tolerancia y el futuro que todos debemos construir.

Los medios de comunicación no deben ser instrumentos de la confrontación, la violencia y racismo. Se impone por encima de todas las cosas las opciones de ganarle a la violencia y a la intolerancia. Pero algunos espacios televisivos se han dedicado a alimentar y provocar el odio y la polarización entre los bolivianos.

El periodista no es un instrumento al servicio de determinados intereses y proyectos políticos, que buscan privilegiarse y privilegiar. El periodista es un ser social que debe aportar a la construcción de más democracia y una mejor sociedad.

Lamentablemente, el poder nacional y departamental, movimientos sociales, cívicos y otros han logrado poner al frente al periodista como su enemigo, como alguien que les quiere hacer daño, porque supuestamente obedecen ciertos mandatos. Prueba de ello es la serie de agresiones que se registraron en estos 25 días de conflicto contra periodistas de Cadena A, Bolivia Tv, Unitel, El Deber, Bolivisión y de varios programas de las redes sociales.

En esta espiral de agresiones, la policía se ha constituido en protagonista de la violencia hacia la vida y la integridad de hombres y mujeres que con micrófono en mano cumplían con su labor diaria. El organismo policial ha violado su propio mandato constitucional, que señala que debe defender a la sociedad y ser garante del orden público, pero sus uniformados no actuaron para prevenir que los periodistas sufrieran un atentado directo. La justicia no les llegará a todos ellos, son impunes y abusivos.

Pero las agresiones no sólo vienen de una patada, puñete, insultos o empujones en tiempos de conflictos, sino también desde los discursos del poder, cuando se acusa a determinados medios de que manipulan, que son de la derecha o cuando las acusaciones vienen del otro bando, o cuando se los quiere asfixiar vía impuestos, multas, así como viene ocurriendo con el periódico Los Tiempos y otros. “Sáquense de la cabeza lo que dice Página Siete, El Deber, Los Tiempos, Panamericana. ¡Sáquense! Sáquense de la cabeza porque eso es basura y forma parte del campo de batalla. (Los medios) son las herramientas, son las armas del capitalismo”, dijo Juan Ramón Quintana. Repudiable y violento.

Pretender que se erijan bozales en la voz y el actuar de los trabajadores de la prensa, ya sea por la vía de los puños, la justicia o los discursos, devela actitudes violentas de quienes se molestan con la tarea esforzada que se entrega cada día este importante sector del Estado Plurinacional, que también tiene y reclama sus derechos humanos, no sólo de trabajar con garantías, sino recibir un mejor trato salarial, contar con seguro de salud, condiciones de seguridad para su trabajo, estabilidad laboral y apoyo del medio donde labura cuando afronte enfermedades o agresiones.

Cada una de las agresiones a los trabajadores de la prensa es una llamada de atención a los gobernantes. Sólo tienen un camino: ser garantes de los derechos humanos y no vulneradores.

Ojo que no se hace periodismo para el poder ni para los poderosos, si algún medio lo hace pierde la batalla de la credibilidad y es mejor que sus funcionarios se vayan a bloquear las calles o hacer un cerco a alguna ciudad.

Los medios
de comunicación no deben ser instrumentos de la confrontación, la violencia y racismo.
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