
Economía de papel
El Boliviano: ¿una moneda fuerte?
Hoy se observa una situación extraordinaria con la moneda boliviana. Bloomberg (https://www.bloomberglinea.com/2022/07/04/) informa que en la Quiaca prefieren el Boliviano frente al peso argentino e incluso frente al dólar. “Más accesible que la moneda norteamericana ... la moneda boliviana ha sido un verdadero refugio de valor durante los últimos cinco años”. Y ahora, por el desplome del peso argentino, el Boliviano podría llegar a Buenos Aires con las mismas características que en la Quiaca ¿Cómo se explica que la moneda boliviana pueda acercarse a una condición de moneda internacional respecto a la Argentina?
Ajustando lo que se tenga que ajustar, hay que partir de una condición excepcional en una economía pequeña. Bolivia transitó por una etapa gloriosa para ciertos rubros de exportación desde el auge que se inicia en 2003 y prevalece, con alguna alteración en 2009, hasta 2014. Tal inyección de recursos hizo que la gente gaste más e ingiera más alimentos, no necesariamente alcance una mejor nutrición. Hizo posible que se construyeran más edificios, más casas, y se consumiera toda clase de productos, tanto manufacturados como no manufacturados. Hubo una mejora en la distribución del ingreso que soportó una mayor capacidad de consumo en la población. Ciertamente no de la misma calidad para todos, pero sí hubo un aumento.
Hoy ese mercado interno demanda dólares para importar y atesorar, pero, masivamente los formales y especialmente los informales, siguen utilizando la moneda nacional y así realimentan a ese mercado. Por cierto, el punto del desplome de las reservas internacionales amenaza la sostenibilidad de la bolivianización. Sin embargo, un maligno desenlace fue conjurado por la guerra en Ucrania que hizo elevar los precios de los hidrocarburos y los minerales; la balanza comercial se puso en positivo. Si la guerra hizo que la harina suba de precio porque internacionalmente el trigo subió, Bolivia aún logra mantener un comercio que le favorece, al punto que hasta mayo superó los 4.000 millones de dólares y se espera que a fines de año alcance los 10.000. Son condiciones frágiles, pero coyunturalmente acompañadas de circunstancias que sitúan a esta economía en una mejor posición que la vecina Argentina que demanda la moneda boliviana como un medio de atesoramiento y preservación del poder adquisitivo.
La precipitada devaluación del peso argentino, aparte de colocar al Boliviano en una posición de ventaja como medio de atesoramiento, ha traído consigo un abaratamiento de los productos argentinos que invaden el mercado nacional. Por cierto, tal situación contraría a los productores bolivianos, pero, a la vez suaviza las presiones inflacionarias y apoya a tener una inflación entre las más bajas del mundo. Una estabilidad amenazada por la inflación mundial es fortalecida por la caída de la moneda del país vecino que, carente de dólares, podría demandar más moneda
boliviana.
Una situación extraordinaria, tal vez no la primera en la historia de la frontera con Argentina. Pero, es la primera vez que, por la profundidad de la crisis argentina y la aún prevaleciente estabilidad de la economía boliviana, puede abrir una única oportunidad para colocar moneda boliviana en cantidades masivas en manos del público argentino. Los dólares están escasos en el mercado argentino y aunque suene increíble, la necesidad de una moneda que preserve el poder adquisitivo de los ciudadanos argentinos, abre esa oportunidad. El gobierno o los bancos privados pueden hacer accesible la moneda boliviana vía acuerdos con bancos provinciales argentinos o vía un acuerdo con el Estado
argentino.
El Boliviano ayudaría a estabilizar en parte la economía argentina y si se logra mantener la estabilidad de la economía boliviana, su moneda no tiene necesariamente que retornar a Bolivia. Esto conviene a Bolivia porque para importar de Argentina solo le significa el costo de la impresión de los billetes. El Estado boliviano puede apoyar a los industriales nacionales que elaboran en el territorio nacional productos equivalentes a los argentinos con aranceles que eviten la internación de estos productos. Las oportunidades de esta naturaleza son fugaces. El Boliviano como refugio de valor puede prevalecer más allá de la crisis y sí puede ser una moneda fuerte internacional aunque sea solo en Argentina.
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