
El sapo, el mejor amigo del alacrán
Cuenta la fábula anónima que un alacrán que quería atravesar un mal oliente pantano, no vio mejor manera que rogando a un hermoso y verde sapito. Confiar en alacranes es tarea de los imposibles, así como creer en mujeres pendencieras, brujas traicioneras, criminales seriales y hasta abogados y banqueros muy decentes. El pobre sapito no sabía que los alacranes no tienen palabra, no conocen de hidalguía, lo más cercano a la decencia que conocen es la del buen ladrón que cree que entrará al cielo por pedir a nuestro Jesucristo su perdón por buen comportamiento, aunque todos sabían que, en el fondo, el buen ladrón seguía siendo tan malo como el mal ladrón. El alacrán se subió en la espalda del sapito y navegaron por un buen trecho hasta la mitad del pantano, pero en un breve descanso, el alacrán picó al inocente y dadivoso sapito y como la picadura era mortal, ambos perecieron ahogados.
Han pasado más de 17 años desde que el 23 de enero de 2006, Evo Morales pretendió iniciar (fallidamente), una nueva etapa de la historia de Bolivia, denominada en ese entonces como Proceso de Cambio, después “Revolución Democrático-Cultural”, Estado Plurinacional y otras entelequias que escondían una realidad, el inicio de la peor etapa oscurantista de lo que fue un proceso abigarrado en el que 4 dirigentes emborrachados de poder, pretendieron revisar la historia pasada para negarla y destruirla en el imaginario colectivo, cosa que no consiguieron y no conseguirán jamás.
Hoy en día y a la luz de los negativos resultados de este proceso revertido por el propio MAS, podemos decir sin lugar a equivocarnos que el mal llamado proceso de cambio, fue un cambio para que nada cambie, como dijo Marcelo Quiroga Santa Cruz al referirse a las elecciones de 1978 que determinaron una especie de “banzerismo” sin Banzer, es decir que nada cambie con Pereda, pero con Banzer en las sombras.
Desafortunadamente, las transformaciones en la sociedad boliviana desde 2006 hasta el presente no han alterado casi en nada el desarrollo del país y aunque hay algunos indicadores mejorados con relación a la anterior etapa, vemos que los niveles de pobreza están igual, el ingreso per-cápita no ha subido sustancialmente de acuerdo a estadísticas oficiales (la CEPAL dice que el estado boliviano salió del grupo de los países de ingresos bajos e ingresó a tener un lugar con los países con ingreso medio), seguimos “ostentado” el poco honroso subcampeonato mundial de la corrupción, nuestros niveles de endeudamiento externo e interno no han bajado del 70% del PIB (muy similar al recibido por Evo a principios de la primera década del Siglo XXI), las exportaciones han subido sideralmente, pero las importaciones han crecido exponencialmente, mientras la subvención a los hidrocarburos ha terminado por agotar las reservas internacionales y la amenaza en el horizonte es la “udepización” de la economía, tal como dijo un ex Jefe de Estado al referirse a la decisión de devolver los ahorros de los cuenta habientes del Banco Fassil en bolivianos y no en dólares, como corresponde.
La quiebra fácil del Banco Fassil es un escándalo de proporciones y muestra el grado de compromiso del poder con todos los ilícitos, pero principalmente con el lavado de dinero en el que se sumerge toda la economía ilegal del país y que muestra una Bolivia más cercana a Caracas, La Habana o Teherán que a Brasilia, Montevideo, Asunción y Lima con sus exitosos modelos económicos, sin olvidar al Chile de la Concertación y de Piñeira que estuvo a punto de llevar a los mapochinos al primer mundo.
La aprobación de la Ley del Oro para entregar este riquísimo mineral a patrones extranjeros que no pagan impuestos en ningún lugar del mundo y la entrega de autos robados en Chile a instituciones nacionales y ONGs como si fueran vehículos oficiales del Estado, terminan por configurar un triste y exasperante panorama económico en el mediato e inmediato plazo por la ausencia de dólares en el mercado (no hay dólares ni para importar paracetamol, mucho menos medicamentos más complicados como las benzodiacepinas (para desequilibrados mentales).
La deficiencia de políticas en áreas estratégicas de la economía nacional, la falta de un presupuesto apropiado a las necesidades sociales, educativas y medicas del país y la falta de funciones y procedimientos acertados en las empresas estatales y las instituciones públicas del Estado son la tuerca que termina por machacar y remachar el desastroso modelo económico estatista, populista y revanchista que no ha dado ningún beneficio a los bolivianos y a las bolivianas y más bien lo ha llevado al borde del abismo, a estar a un paso de Sudan del Sur, Haití o Corea del Norte.
Que se pretenda ignorar este cumulo de desaciertos, malas políticas y saqueo de recursos naturales, es simplemente tratar de encontrar una aguja en el fondo del Océano Pacifico, cuyas aguas nos fueron negadas definitivamente por el absurdo fallo de la Corte Internacional de La Haya que nos impide dicho acceso y que lamentablemente fue el resultado de la improvisación y el desconocimiento de DIREMAR, por carecer de conceptos claros del principal tema de la política internacional de Bolivia.
En este breve análisis de la realidad nacional no todo es negativo. Siempre se ha escuchado decir que en tiempos de vacas flacas se deben aplicar economías de guerra que les permitan a los ciudadanos vivir austera, aunque dignamente. La espantosa crisis a las que nos llevó el MAS en 17 años de desgobierno, ha permitido que los jóvenes emprendedores se hayan multiplicado por todo el país y son ahora uno de los principales sustentos de miles de familias bolivianas olvidadas por el centralismo estatista. Su esperanza por días mejores, son el motorcito de la actual economía.
Y lo más importante, la crisis política de Bolivia ha determinado que todos los bolivianos nos uniéramos para sacar a un presidente que llorando se fue y se tuvo que refugiar vergonzosamente en su paraíso tropical, ser despedido entre lágrimas de cocodrilo por los que no alcanzaron a entrar en el avión del exilio dorado rentado, pagado y enviado por México. Las pititas, la resistencia cochala y tarijeña, los cívicos de los 9 departamentos, los estudiantes de colegios y universidades, los verdaderos movimientos sociales y las amas de casa mineras que tumbaron 3 dictaduras, se unieron y fundaron al movimiento civil apartidario más importante de los últimos 70 años. Gandhi debe estar diciendo que su lucha sin armas creó otras victorias sin disparar un tiro.
Ellos son la esperanza de este pobre país, azotado por dictaduras civiles y militares, gobiernos populistas, corruptos y vinculados a la ilegalidad. Su entereza, juventud y fortaleza anímica y física son la verdadera y única esperanza y promesa real y segura de los 11 millones de bolivianos que añoramos vivir en paz, con democracia, respeto pleno a los DDHH, una economía abierta auspiciada por el gobierno, con garantías a la inversión extranjera y en la que el respeto a todos los bolivianos y bolivianas, pero principalmente a los niños, a las viudas y a los más desvalidos deba ser la regla número uno.
Como en la fábula del sapo y el alacrán, parece que en política nacional no hay que actuar ni como el sapo dadivoso, ni como el malo alacrán que pica la mano del que le ayuda, sino como el perrito que se debe a su amo, a quien considera su padre, su amigo y el mejor ser de este mundo. Aun así y pensando en el grave momento económico, social y político que estamos viviendo ¡Dios salve a Bolivia!
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