
Inflación controlada o inflación reprimida
Uno de los mayores orgullos del actual gobierno es la baja inflación, que es un objetivo neoliberal por excelencia. Enhorabuena que se reconozca que no todo lo neoliberal es malo. Lo sorprendente, y no neoliberal, es que se haya logrado una baja inflación, a pesar de la política fiscal muy expansiva y déficit fiscales financiados con gran expansión de dinero. Se ha puesto en entredicho la famosa admonición del gurú americano del neoliberalismo, Milton Friedman, de que la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario.
Es cierto, que ya desde hace varios años, la afirmación de Friedman ha sido puesta en duda, tanto en los países industrializados como en los países dichos de economía emergente. Se ha producido un divorcio entre la tasa de crecimiento del dinero y la inflación. Es por esa razón, que los bancos centrales de muchos países han abandonado la política de controlar la cantidad de dinero, sustituyéndola con la política de metas de inflación, cuyo instrumento principal es la tasa de interés de corto plazo.
A pesar de que el énfasis está ahora en la política de metas de inflación, hay economistas, muy respetados por la profesión, que arguyen que la actual inflación de los Estados Unidos se explica, en gran parte, por la políticas fiscales y monetarias demasiado laxas, aplicadas para combatir la recesión causada por la pandemia del COVID-19. Es en la prolongación de estas políticas que ha de encontrarse la causa última de la relativamente alta inflación americana.
La inflación europea se debe, por lo principal, a shocks de oferta, agravados además por la invasión de Rusia a Ucrania. La inflación de nuestros vecinos latinoamericanos tiene también sus raíces, como la europea, en shocks de oferta. La inflación brasileña, por la oportuna reacción de su banco central, está cediendo significativamente; en cambio, se mantiene todavía alta y en algunos casos creciente en los otros países.
Nuestro país tiene una inflación baja, a pesar de que no tiene una política monetaria, en sentido estricto. Se controla la inflación, no con medidas monetarias, como en la mayor parte de los países, sino fijando el tipo de cambio, así como con subsidios y con medidas administrativas. Es obvio que los subsidios tienen un alto costo fiscal y las medidas administrativas distorsionan la asignación de recursos, penalizando a la actividad económica. La discusión técnica de las ventajas y desventajas del tipo de cambio fijo no está todavía zanjada.
Con tipo de cambio fijo es muy difícil que la inflación se dispare, pero, aun así, la trayectoria de los precios de los bienes que se transan en el comercio exterior, como es el caso los alimentos, debía ser similar a la de nuestros socios comerciales. No lo es, porque la fuerte devaluación del peso argentino del mercado paralelo, proporciona por el momento un subsidio implícito a muchas de nuestras importaciones de alimentos. Además, se aplican en el país controles de precios, amenazando con juicios penales a los “agiotistas y especuladores,” y se pone cupos a las exportaciones de alimentos. Éstas son medidas de inflación reprimida.
La política de financiar al sector público con créditos del BCB tiene límites. No se ha traducido en mayor inflación, pero sí en una pérdida considerable de reservas internacionales del BCB. El débil stock de reservas pone en peligro la estabilidad cambiaria y si se descarrila el tipo de cambio, será muy difícil contener la inflación.
Si no hay todavía presión sobre el tipo de cambio es por la fuerte informalización, tanto del sector productivo como financieramente. Acudiendo a criterios de “Freaknomics” (economía estrafalaria), que estuvieron de moda hace algunos años, se podría concluir que la gran venta de cajas fuertes sería un indicador de la informalización financiera. Mucha gente está guardando sus dólares en sus casas. Se tiene empero el peligro de que el público se agarre a sus dólares y que acuda a las reservas del BCB para satisfacer sus requerimientos de moneda extranjera, como sucedió en los años ochenta, como me lo hizo notar un distinguido empresario cruceño.
stock de reservas pone en peligro la estabilidad cambiaria y si se descarrila el tipo de cambio, será muy difícil contener la inflación.
En caso de recibir estos mensajes dudosos, se sugiere no hacer click en ningún enlace sin verificar su origen.
Para más información puede contactarnos