Lupe Andrade Salmón
Periodista
miércoles , 28 de septiembre de 2022 - 04:06

El batán

Migraciones

Adiario vemos dramáticas escenas de poblaciones enteras en migración forzosa a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania, entre otras. Verlas, es trágico y conmovedor, pero no es nuevo. El mundo se ha enfrentado muchas veces al embate de los poderosos de ciertas naciones con relación a quienes se ven disminuidos por diferentes crisis.

Vemos conmovedoras imágenes de gente abandonando sus hogares, de niños que no tienen ni idea de dónde venían ni cómo les irá. El desconcierto es general, vemos barrios y ciudades enteras abandonadas por causa de esta nueva guerra, pero que se repiten con muy pocos cambios de las décadas de los años 20, 30, 40 y demás.

Esto no es nuevo para la humanidad, ni siquiera nuevo para nosotros, pero toma diferentes aspectos debido a la inmediatez de los medios de comunicación que nos permiten, o mejor dicho casi obligan, a ver imágenes auténticamente desgarradoras. Este fenómeno es algo tristemente conocido para Bolivia.

Así debió haber sido en los albores de la primera guerra mundial y de la segunda, pero ahora hay en juego factores más complicados y posiblemente más peligrosos. Hoy la gente no está migrando tanto por el hambre o la pobreza como por el temor de perder la vida misma. Aquí hay un elemento adicional de violencia y de estilo de armas de fuego que en otras épocas no existían. Y un factor sumamente importante que puede cambiar las cosas, o por lo menos puede darnos visiones distintas, es la ubicuidad de las imágenes del sufrimiento. Ya no es una historia contada por generaciones pasadas, esto es hoy, ahora, en este instante mismo y nos puede afectar y probablemente nos afectará de formas insospechadas.

En los inicios de las guerras mundiales, Latinoamérica, y por supuesto nuestro país Bolivia, no fueron actores principales; sin embargo, recibieron un flujo de inmigrantes que escapaban de la violencia en Europa. Muchísimas familias que respetamos, conocemos y apreciamos, llegaron de esa manera y su aporte fue valiosísimo para nuestro progreso y bienestar.

Hoy, sin embargo, un fenómeno casi opuesto y nuevo está cambiando el panorama, algunos de esos migrantes, o sus descendientes, están retornando a sus países o regiones de origen, y con ellos van una importante cantidad de otros bolivianos que se encuentran desconcertados por la situación actual. Vinieron, trabajaron, aportaron, ayudaron a que el país progrese, pero ahora muchas familias están retornando a esas raíces europeas. ¿Por qué? No lo sabemos a ciencia cierta, en realidad, es un fenómeno demasiado complejo, pero sí debería preocuparnos. Por comentarios recibidos de diversas personas que están siendo parte de esta migración reversa, se habla de que Bolivia no ofrece suficientes oportunidades y se comenta de aperturas a emprendimientos más complejos en estas sus zonas de origen.

Lamentablemente por complejidades que no vienen al caso en esta columna, lo que ofrecíamos que era refugio, y paz ya no es suficiente y al no existir adecuados incentivos, las personas se ven desconcertadas y casi empujadas a dejar el país que aman tanto.

Para comenzar, la educación primaria gratuita de alta calidad no existe, hay padres que virtualmente hipotecan su bienestar para asegurar la carísima educación de sus hijos. La educación superior, no ofrece competitividad real con otros países o no es adaptable a otros continentes.

En salud, hay cosas casi risibles, que una mujer de origen humilde tenga que esperar dos días enteros para que revisen y diagnostiquen el problema que tiene en su brazo, es un tema de crueldad añadido a la dolencia. En otro caso conocido por mi familia, una muchacha tuvo que pasar por un verdadero viacrucis para que le diagnostiquen cáncer y aunque podía recibir “tratamiento” en el SUS, la realidad es que sin el apoyo de muchas personas ella no hubiese tenido oportunidad alguna de recuperar.

Esto es difícil de enfrentar y por supuesto doloroso, pero el tema central es más complejo; al sufrir esa hemorragia de migración reversa, Bolivia está perdiendo personas, especialidades, emprendimientos y posibilidades diversas; es decir, este fenómeno nos está empobreciendo y puede afectarnos gravemente en el futuro cercano y a mediano plazo.

Con estas personas, no perdemos solamente población o profesionales, perdemos experiencia, perdemos vigor, perdemos el amor que ellos pusieron al venirse a Bolivia y quedarse aquí, y perdemos riqueza humana. Eso es y será doloroso para los que quedan aquí.

No quiero presentar un mero rosario de lamentaciones, de lo que escribo hoy es algo que todavía tiene solución. El gobierno si quiere apoyar el crecimiento y conocimiento de su población, para evitar esa fuga dolorosa y trágica de capital humano, debe presentar en forma casi inmediata, incentivos, alternativas, programas y formas de apoyo que cambien el panorama desolador de un país que no está enfrentando los peligros de esta migración reversa.

Todavía estamos a tiempo, pero el todavía es cada vez más pequeño, es imprescindible enfrentar esta crisis, no hay palabras para disimularla, no hay consuelos para quienes sufren y ciertamente el horizonte se está haciendo más oscuro.

¿Qué hacer?, es una decisión de los gobernantes, pero una decisión que deben tomar, un camino que deben abrir y seguir, para que la nueva Bolivia crezca. Tenemos que darle los medios de avanzar, trabajar duro para triunfar.

No quiero
presentar un mero rosario de lamentaciones, de lo que escribo hoy es algo que todavía tiene solución
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