
Con la boca abierta
Nicaragua: solidaridad, indiferencia y oportunismo
La expatriación de 300 ciudadanos nicaragüenses detenidos en las mazmorras de su país o amenazados de caer en ellas, su deportación a una libertad incierta, despojados de su nacionalidad y de sus bienes, algunos para reencontrarse con familiares y otros sufriendo la partida sin un abrazo ha desatado una ola de solidaridad inédita porque esta vez incluye a gobiernos de izquierda como el de Boric, quien además de reaccionar rápidamente repudiando las violaciones de la pareja más siniestra de la historia contemporánea, ofreció acogida y hasta la nacionalidad en consonancia con la oferta de España que ofreció lo mismo a quienes fueron deportados a Estados Unidos o han huido a otros países.
Hay que recordar que en abril de 2018 los nicas salieron a protestar contra el régimen de Ortega y al menos 355 personas perdieron la vida por la represión militar. Hasta hoy esos crímenes están impunes así como el encarcelamiento de luchadores sociales y de la mayoría de aspirantes a unas elecciones de las que Ortega salió triunfante sin competencia. Todo eso en un contexto de persecución a las organizaciones de la sociedad civil, la Iglesia, la cooperación internacional, empresarios y periodistas.
Lo ocurrido el 9 de febrero parece ser la gota que rebasó el vaso de la indiferencia internacional. El Gobierno de Chile ha sido el más claro ofreciendo la residencia y la nacionalidad chilenas a los 317 opositores “injustamente expatriados” en Nicaragua. La contundencia y rapidez de su posición ha llevado a que Petro, Fernández y López Obrador se sumen a la crítica aunque sin alcanzar la credibilidad de Boric.
Petro comenzó expresando tibiamente su “preocupación”; luego, ante las críticas en su país señaló que él siempre había insistido en que Latinoamérica debe ser un espacio libre de “presos políticos o sociales” caracterización tan ambigua que podría incluir a todos los presos del mundo, por lo tanto a ninguno. Después de un silencio breve pero notorio concluyó que se debe condenar sin distinción ideológica el tratamiento abusivo y violación de los Derechos Humanos que suceden en Nicaragua por cuenta del régimen de Daniel Ortega. Uff! Por su parte el argentino Alberto Fernández afirmó que está dispuesto a otorgar la ciudadanía argentina a los escritores nicaragüenses Sergio Ramírez y Gioconda Belli, mostrando su habitual frivolidad escoge a dos connotados escritores que probablemente ni la necesiten ni la requieren. Él quiere llevarse a los famosos. Lula toma aire y advierte que no quiere ni que se sancione ni se aísle a Ortega aunque lo considera un dictador. (sic) López Obrador, defensor de Evo Morales y Pedro Castillo, ambos sospechosos de violación de derechos humanos y corrupción, ha mantenido una ambigüedad que contrasta con la contundente protección brindada al primero y ofrecida al segundo. Bolivia callada nomás. Una golondrina no hace verano, pero Boric a pesar de su debilidad interna muestra que la democracia es una opción posible contraria a la del nefasto Grupo de Puebla que ha callado en siete idiomas ante lo ocurrido en Nicaragua y sigue operando para el blanqueo de Cuba, Venezuela y Nicaragua. No es lo único que hace, ahora se dedican a clamar la inocencia de Marco Enríquez acusado en Chile de recibir financiamiento non sancto hace diez años y como una nueva forma de “lawfare o guerra jurídica” problema que es habitual en Bolivia y sobre lo que no abren la boca.
Para esos políticos como Alberto Fernández , Evo Morales, José Luis Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper, Martín Torrijos, Rafael Corrrea o Miguel Insulza defender a Enríquez es una forma de curarse en salud cuando la justicia les llegue a ellos o a sus amiguitos. Para ellos “acusar y no haber permitido el juicio por ocho años, es una inadmisible forma de perseguir un liderazgo”. No dijeron lo mismo sobre otras tantas formas inadmisibles en Nicaragua y Bolivia donde los presos políticos y el uso de la justicia no son una novedad. Por eso indigna que salgan a defender a un político menor, callen ante lo que ocurre en Nicaragua y Bolivia y quieran salir en la foto como defensores de derechos. Ojalá la conducta de Boric los haga sentir lo pequeños que son.
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