
Lo que pienso
Pareciera una nueva Marea Rosa...
Se etiquetó “Marea Rosa latinoamericana” a la avalancha de gobiernos del “socialismo del Siglo XXI” —unidos en el Foro de São Paulo— que aparecieron tras la ascensión de Hugo Chávez Frías en 1999: 2003: Luiz Inácio (Lula) da Silva (reelegido en 2006) en Brasil y en Argentina Néstor Kirchner Ostoiæ; 2005: Tabaré Vázquez Rosas en Uruguay (vuelto a elegir en 2015); 2006: en Bolivia Evo Morales Ayma (reelegido en 2009 —NCPE—, en 2014 —arguyendo “nueva constitución originaria”— y que volvió a presentarse —fraudulentamente— en 2019); 2007: en Ecuador Rafael Correa Delgado (reelegido en 2008 —con el mismo argumento de Morales en 2009, que también utilizó Chávez en 2000— y 2013) y en Nicaragua Daniel Ortega Saavedra (reelegido en 2012, 2017 y 2022); 2008: Fernando Lugo Méndez en Paraguay (destituido en 2012); 2009: el salvadoreño Mauricio Funes Cartagena.
Para simplificar: “la Marea Rosa latinoamericana” gobernó Venezuela entre 1999 y hoy; Brasil: 2003-2016; Argentina: 2003-2015; Uruguay: 2005-2020; Bolivia: 2006 y 2019; Ecuador: 2007-2017; Nicaragua: 2007 y hoy; Paraguay: 2009-2013, y El Salvador: 2009-2019. O dicho más simple: entre 2003 y 2019 gran parte de la población latinoamericana fue gobernada por políticos del socialismo del siglo XXI, empezando su declinación a partir de finales de 2015.
En medio de todo ello, se dio el súper ciclo (2008-2014) de los precios de los commodities —por el mercado internacional espoleado por la demanda de los países BRICS—, que dio a Latinoamérica ingresos extraordinarios por la soya (Argentina, Brasil y, en menor grado, Bolivia y Paraguay), hidrocarburos (Bolivia, Ecuador y Venezuela, en menor grado México y Colombia) y minerales (Brasil y Chile principalmente, y Bolivia), entre otros commodities y países. En resumen, esos inesperados ingresos lo gestionaron principalmente gobiernos que eran del “socialismo del siglo XXI”: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela. ¿Lo aprovecharon para desarrollar los países? Sin dudas, en muchos se logró reducir las tasas de pobreza —sobre todo la extrema— y se incorporó sectores a la clase media emergente —como Brasil y, al comienzo, Venezuela— pero no por la vía del desarrollo sostenible sino por la del asistencialismo —generador de dependencia y manutención de la pobreza— y el estatismo —ineficiencia y corrupción; huelga con los ejemplos locales.
Tras el boom, la mayoría de los países de esa “Marea roja” —beneficiados o no del boom— cambiaron de signo político —no diré ideología—: Brasil hacia posiciones no foristas desde 2016 (hoy con populismo conservador); Argentina entre 2015 y 2019 fue gobernada por un liberal; Uruguay a partir de 2020 no gobierna la izquierda; Bolivia entre fines de 2019 y de 2020 tuvo un gobierno de Transición no-masista; Ecuador es gobernada desde el centro o el liberalismo desde 2017; Paraguay desde 2013 está regida por partidos de centroderecha-derecha, y El Salvador desde 2019 tiene un gobierno populista de derecha con tintes autoritarios. Con gobiernos del tipo dictaduras electoralistas, las élites rosa de Nicaragua y Venezuela han podido mantener su atornillamiento continuado al Poder.
Hoy hay una nueva rotación del eje político con otra generación de gobernantes: en México desde 2018 está Andrés Manuel López Obrador; terminando 2019 en Argentina ascendió Alberto Fernández Pérez; a finales de 2020, con Luis Arce Catacora regresó el MAS a gobernar Bolivia; desde 2021 a Perú lo gobierna Pedro Castillo Terrones; este 2022 se inauguró con Xiomara Castro Sarmiento (esposa del depuesto Mel Zelaya) en Honduras, Gabriel Boric Font en Chile y desde el domingo Gustavo Petro Urrego presidirá Colombia. ¿Pero será otra Marea rosa?
El populismo demagógico de López Obrador —alter ego del Grupo de Puebla, refugio de exforistas— y la división de la oposición local en México prevén la continuidad su herencia pero cada vez más deslavada; en Argentina, a pesar de la división entre opositores —se repite—, el kirchnerismo desespera para 2023; las crisis de la economía y la suya política interna mantienen en jaque a Castro; Castillo ya no tiene partido ni (casi) bancada y sí muchísimo rechazo; Boric enfrenta una bajada abrupta de popularidad y la coyunda del plebiscito, y de Petro sus anuncios despiertan muchos temores (falta aplicarlos). Con una oposición política muy débil, enfrentamientos dentro de su partido y una economía en UCI —más allá de la publicidad estatal—, Arce sortea mejor el mal tiempo por ahora.
... Creo que sólo es ola.
y 2019 gran parte de la población latinoamericana fue gobernada por políticos del socialismo del siglo XXI.
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