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“Quemen todo”, una historia de Cirilo
Corría el año 415, el cristianismo había derrotado al paganismo y se había impuesto como la religión oficial del Imperio Romano, algo que era muy bueno, pues se ofrecía una nueva visión del mundo, con igualdad, amor a los semejantes y protección de los desposeídos.
Sin embargo, empezaron a surgir movimientos radicales, que con la consigna de buscar justicia y quemar todo buscando castigar y purgar la persecución de la que habían sido víctimas los seguidores de Cristo destruían sinagogas, erigían templos católicos y quemaban las casas de los seguidores de los filósofos clásicos.
Estos “justicieros” afirmaban sin dar paso a dudas que la única doctrina válida era la de Jesús y los cristianos y que era menester que todos aquellos que en el pasado habían actuado contra las creencias de la nueva Iglesia, eran malvados, y que quienes se relacionaran con ellos o los defendieran, también lo eran.
El movimiento fue particularmente fuerte en Alejandría, ciudad Egipcia donde un líder llamado Cirilo promovía los destrozos alegando que los judíos habían matado a Jesús y por ello debían ser castigados, así como los paganos y los herejes; con ese justificativo, saquearon domicilios y quemaron libros e imágenes que no fueran alegorías cristianas.
Una filósofa llamada Hipatía había llamado a la mesura y mostró su desacuerdo con el radicalismo y con los motines, pero su mayor “pecado” fue verse relacionada con Orestes, el prefecto imperial de Alejandría, quien había defendido a los judíos y se había opuesto al totalitarismo de Cirilo y compañía.
En efecto, Hipatía había expresado su respaldo a Orestes y ya que ella era un personaje muy reputado y muchos de sus alumnos provenían de familias importantísimas y de gran influencia, cayó en la mira de los radicales que creían que la filósofa era quien azuzaba a Orestes para que rechazara a Cirilo y se enfrentase a él.
Así, un día de marzo y en plena cuaresma, un grupo de fanáticos bajo el mando de un lector de nombre Pedro, se abalanzó sobre ella, la desnudó, la descuartizó e incineró sus restos, acusándola de ser enemiga de la Iglesia. Hubo más desmanes, quemas y persecuciones tras el martirio de la sabia mujer.
De Hipatía se han creado desde entonces innumerables obras de arte, novelas y hasta una película; todas ellas la representan como una mujer de entre 30 y 40 años, aunque la verdadera Hipatía tenía unos 60 años cuando fue atacada y asesinada; su legado como maestra, como científica y como recordatorio de lo malo que es el pensamiento radical se conserva hasta nuestros días.
Esta historia nos muestra cómo, un movimiento que promovía la igualdad y la paz (dar la otra mejilla), sufrió el surgimiento de radicales que al igual que los romanos paganos persiguieron a quienes no aprobaban sus excesos, esto sumió a la sociedad europea en un tiempo de paranoia, censura y violencia.
Si actuamos del mismo modo que aquellos que persiguen y hacen daño, corremos el riesgo de sucederles en el poder y convertirnos en lo mismo que ellos y que nada cambie. Es triste ver que movimientos que en un momento representan la resistencia y el cuestionamiento, terminan siendo la versión recargada de aquellos a quienes acusaban de autoritarios.
Por eso, siempre que alguien dice “quemen todo” o “destruyan todo”, me acuerdo de Cirilo, Hipatía y otros y me digo a mí misma “desconfía de quienes te llamen a la desobediencia pero se enojen cuando no les obedezcas”. Ésta es una historia no más, ustedes sabrán qué hacen con ella.
del mismo modo que aquellos que persiguen y hacen daño, corremos el riesgo de sucederles en el poder.
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