
Ágape
SOS Chiquitanía: Muere la Laguna Concepción
La época de incendios aún no comienza, pero el bosque seco chiquitano ya está viviendo otra crisis medioambiental: la Laguna Concepción se secó por completo. Esta importante reserva de agua contaba con una extensión de más de cinco mil hectáreas que hoy son un territorio vacío, seco y en gran parte sin vegetación. La importancia ecosistémica de esta laguna era tal que fue nombrada sitio Ramsar el 2002, una designación internacional para humedales cuya existencia es necesaria para la conservación de la diversidad biológica mundial, pero tal designación no fue suficiente para que las autoridades de nuestro país frenen el daño deliberado que se ha ejecutado en el territorio de la laguna y sus alrededores en los últimos cuatro años (ni antes). Todas las opiniones de expertos que se han pronunciado sobre el colapso de la laguna indican que los factores causantes son la deforestación, contaminación del agua e incendios forestales: todos estos factores son causados por acciones humanas que en teoría deberían ser autorizadas y reguladas por el gobierno central, gobernación y alcaldías. ¿Cómo explicarán su irresponsabilidad?
Para entender cómo un cuerpo de agua de tal extensión ha desaparecido tenemos que entender que el ecosistema de la laguna dependía, y depende aún, no sólo de su territorio como tal sino de todos los hábitats que la rodean y con los cuales interactúa. La deforestación en el territorio circundante a la laguna, tanto por grupos menonitas como por agroindustriales que están gestando la expansión de la frontera agropecuaria en la Chiquitania, causa temperaturas más altas y reduce la capacidad de retención del agua en la zona. Otro elemento lapidario fue la contaminación hídrica causada por actividades agrícolas de grupos menonitas asentados cerca a la laguna, contaminación que fue documentada y denunciada repetidas veces este año y el anterior, sin que haya sido frenada por las autoridades correspondientes. Inclusive el 2020, la misma Gobernación cruceña informó que la inusualmente alta mortandad de peces y reptiles en la Laguna Concepción ese año fue causada por la sequía y alta concentración de fosfato de sodio en el agua, esta última relacionada a los canales de drenaje de colonias menonitas que ejecutan cultivos agrícolas extensivos en el área. Como si esto no fuera suficiente, el 2021 también se registraron incendios forestales en la zona causando que las cenizas obstruyan las entradas de agua a la laguna.
Pese a que la desaparición de este cuerpo de agua es un síntoma extremo de nuestro abuso como país del medio ambiente, las buenas noticias son que las soluciones a esta catástrofe no son un misterio. No nos encontramos frente a una crisis sorpresiva cuya cura no conocemos; más bien, las medidas correctivas a tomar para poder restaurar la laguna ya han sido recomendadas y explicadas por distintas instituciones y expertos de forma pública, desde los artículos de Revista Nómadas hasta informes de la Fundación Para la Conservación del Bosque Chiquitano. Para poder soñar con una Laguna Concepción restablecida las autoridades deben imponer una pausa ecológica en toda la cuenca del sistema hídrico de la laguna, como me indicó el ingeniero ambiental Heinz Arno Drawert. En sus palabras, las medidas correctivas se deben aplicar en el área de influencia de la laguna y no sobre la laguna misma - lo cual también implicaría un freno a la deforestación cercana, los incendios forestales y la contaminación no sólo por canales de drenajes de grupos menonitas cercanos sino todos los construidos sin el respaldo de estudios de evaluación de impacto ambiental como manda la ley.
Esta pausa ambiental, pedida por activistas tantas veces antes, nos lleva al constante dilema respecto a la protección del medioambiente en Bolivia: La ausencia de la voluntad política de las autoridades para tomar acciones reales en defensa de nuestra biodiversidad. Está de más decir que una pausa ambiental aplicada al área de influencia de la Laguna Concepción, incluyendo territorios desde Chuquisaca hasta Santa Cruz, causaría un costo político alto para la autoridad que la establezca, ya que probablemente se opondrían agropecuarios, grupos menonitas, mineros e interculturales, entre otros - quizás esto explica por qué autoridades ni en el gobierno central ni en la gobernación lo han hecho. Activistas de Ríos de Pie hemos visto esta preferencia constante de las autoridades al “cortoplacismo” en su manejo de incendios, al pensar sólo en ganancias políticas y económicas inmediatas sobre el costo y daño medioambiental que se le hace al país, y por ende, a nosotros mismos. Queda en manos de la creciente generación actual tomar acciones, en calle y en instituciones, para proteger y restaurar áreas como la Laguna Concepción. Ojalá la historia recuerde a la gestión del gobierno actual y de la década pasada como la última generación de políticos bolivianos cuyo bolsillo pesó más que los bosques y agua de nuestro país.
reserva de agua contaba con una extensión de más de cinco mil hectáreas que hoy son un territorio vacío
En caso de recibir estos mensajes dudosos, se sugiere no hacer click en ningún enlace sin verificar su origen.
Para más información puede contactarnos