Hernán Cabrera M.
Periodista y Licenciado en Filosofía
jueves , 09 de marzo de 2023 - 04:05

Yañee

Tan actual “Homo homini lupus”

Hace 371 años el filósofo inglés Thomas Hobbes escribió una frase lapidaria y tan actual: Homo homini lupus. Fue en su libro El Leviatán.

Siglo tras siglo, época tras época, año tras año esa sentencia ha acompañado a la humanidad y se ha expresado en guerras fratricidas, guerras civiles, genocidio, exterminios, campos de concentración, atentados a nombre de Alá, conflictos armados, guerrillas, pestes, golpes de Estado, luchas desalmadas por el poder, etc.

Es el ciclo de la lucha por la sobrevivencia, por el poder, por el dinero, por las riquezas, por el dominio mundial. Y en cada país es la lógica perversa de aniquilar al enemigo político, dejarlo fuera de juego. Pero Hobbes no solo se refería a esos altos niveles de violencia del hombre contra el hombre. También en el acontecer cotidiano, donde el ser humano muestra sus garras.

“El hombre es un lobo para el hombre”, dijo Hobbes. En la realidad boliviana es el pan de cada día, es el sustento en las relaciones sociales, políticas, grupales, bajo las cuales imperan los sentimientos de intolerancia, sometimiento e imposición de mi verdad frente a los otros, mi opinión contra el resto, mis gustos o caprichos contra lo colectivo.

Gracias a las redes sociales el ciudadano hace uso de sus derechos a la expresión y opinión, pero a la vez, es sujeto de críticas y de insultos. Cada vez nos hemos vuelto más intolerantes y nos creemos poseedores de la verdad absoluta, cuando esa verdad hay que construirla de forma colectiva. Cada uno no acepta la diferencia del otro y cuando opina lo contrario, le llueven descalificaciones y falacias.

Estos dardos vienen de los que se creen revolucionarios progresistas y del otro bando, los liberales, conservadores o la derecha. ¿Quién es el más intolerante? En tiempos de democracia debemos fortalecer los debates políticos. Fidel Castro decía que en la historia siempre se da la batalla de las ideas, y es quizás la más difícil, porque requiere de mentes brillantes y personas con las convicciones intactas para esa batalla.

Ahí están los síntomas diarios del Homo homini lupus: el micrero que trabaja desde las 5:00 hasta la medianoche, no tiene nalgas ni cabeza ya para atender de la mejor manera a los pasajeros y los trata con irrespeto y éstos le dicen “colla de mierda”; el vecino que se adelanta a la policía y lincha al sujeto que fue encontrado robando en algún domicilio y los canales de televisión que se encargan de registrar esas pavorosas imágenes. Los comerciantes que se enojan cuando un ama de casa busca precios menores de las verduras, comestibles y le dicen: “Si querés comprar, casera, hacelo y no preguntes tanto”. Los insultos y las peleas de dos o tres ciudadanos que se ven involucrados en un accidente de tránsito, priorizando lo material, es decir, más preocupados del estado en que quedaron sus vehículos, que en sus vidas. Las caricias verbales que nos damos todos los días en las calles: “Colla de mierda, hijo de puta, malparidos, cojudo, cabrones, viejo burro, vieja puta, cunumi alzao, camba bruto, maracos, hijo de chola, cochinos, puercos, desgraciados, imbéciles, pendejos, opa caído del catre, estúpidos, viejo cabrón, gramputa, carajo, paco de mierda, borracho de porquería, cornudo”; los boliches que no respetan horarios de cierre ni decibeles de sonido, violentando la paz y el sueño de los vecinos, vulnerando las leyes municipales y burlándose de las autoridades y tantos otros, que ya son parte de nuestro lenguaje y accionar diarios, hasta inclusive se están convirtiendo en formas de una mal llamada convivencia social.

La intensidad de la dimensión política ha coadyuvado también para que sintamos con más fuerza el nivel de stress, los ataques de nerviosismo de los ciudadanos, de que ni me mires que nos agarramos a puños en plena calle, o que si lo miras de reojo te asaltan, te golpean, te hieren y hasta te pueden matar por un simple celular, por tu cartera y por tu vehículo. O diputados que quieren hacer prevalecer sus proyectos a plan de patadas y juicios; dirigentes que son chicoteados y expulsados. Las agresiones a los periodistas.

Algunos dirán que está bien que sea así, antes que nos agarremos a tiros, a puñetazos, a golpes, a martillazos, y no llegue la sangre al río. Son algunos ejemplos de la vida diaria, de la realidad de todos los días, que usted, amable lector, lo ha vivido de una manera u otra. O ha sido protagonista.

Es la batalla continua del prójimo contra el prójimo. No se trata de soñar de vivir en el paraíso, donde todos cantemos aleluyas, agarrados de la mano, cultivando flores. Sino que básicamente respetemos las normas de convivencia social y las autoridades asuman sus roles de cumplir y hacer cumplir las leyes. ¡Caramba, estamos en camilla, y urge reaccionar de forma conjunta para ser más humanos y más nobles!

Marcelo Quiroga Santa Cruz nos decía que el enemigo más temible es una “conciencia culpable” y es la que nos hace reaccionar con violencia frente al otro.

Cada uno
no acepta la diferencia del otro y cuando opina lo contrario, le llueven descalificaciones y falacias
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