Editorial
Añez, de la depresión a la resiliencia
En los dos años que lleva presa, la expresidenta Jeanine Añez ha pasado de la desesperación a la depresión y de ahí a la resiliencia. Como la abogada que es, Añez ocupa sus días en preparar sus futuras audiencias y, según el relato de su hija Carolina Ribera, también ha encontrado en el tejido y la costura dos actividades que le permiten mantenerse ocupada.
Esta actitud muestra la entereza de una mujer que, a pesar de su situación incierta, prefiere canalizar sus emociones a través de diversas actividades para no sucumbir en la oscuridad en la que estuvo durante un buen tiempo cuando, incluso, quiso atentar contra su vida.
Esta manera de sobrellevar el encierro, sin embargo, no significa que ella se haya resignado o que haya concedido razón a sus carceleros, por el contrario, se muestra firme en su posición y su defensa ante una serie de juicios que amenazan con tenerla en la cárcel por 30 años.
En una carta manuscrita difundida este lunes en sus redes sociales, Añez indica que el MAS se niega a aprobar el juicio de responsabilidades para evitar que el expresidente Evo Morales también tenga que sentarse en el banquillo de los acusados porque fue quien generó el vacío de poder que, finalmente, le obligó a ella a asumir la presidencia. Por ese hecho, ella ahora está acusada de cometer un golpe, que se juzga en dos casos separados (I y II) con el único objetivo de mantenerla en la cárcel por más tiempo.
En uno de esos casos, por incumplimiento de deberes, ya fue sentenciada a 10 años de cárcel y el otro, por terrorismo, está todavía en pleno trámite. El argumento para que esos procesos sean tramitados en la justicia ordinaria es que ocurrieron horas antes de que Añez asuma la presidencia.
Entonces se hubiera esperado que los otros casos, como Senkata, Sacaba y otros, sean llevados a juicios de responsabilidades porque sucedieron cuando ella ejercía como presidenta. Sin embargo, tanto una comisión legislativa como el propio Tribunal Supremo de Justicia, que es el llamado a juzgar a los expresidentes, devolvió el caso Senkata para que sea sustanciado por un juez de El Alto. Seguramente lo propio ocurrirá con el caso Sacaba, en el que ya ha sido incluida como una acusada más.
Como se puede ver, Añez no tiene luz al final del túnel, todo lo que se avecina para ella son nuevos juicios ordinarios, nuevas sentencias y más años en la cárcel. Su única esperanza, por ahora, es que un día el país goce de independencia judicial. Entre tanto, hace bien en hacer buen uso de su tiempo para no sucumbir ante la impotencia.
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