Editorial
Bukele, el carcelario de América
La máxima aspiración del tirano es la anulación absoluta del otro, su sometimiento. Nayib Bukele, presidente de El Salvador, ha alcanzado el cénit del autoritarismo regodeándose en el encarcelamiento de miles de pandilleros salvadoreños en la mega cárcel más grande de América.
“Esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”, señaló Bukele al estrenar el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) hace unos días. “Célula a célula estamos eliminado este cáncer de la sociedad. Sepan que no volverán a salir caminando (...) pagarán por lo que son... cobardes terroristas”, escribió en Twitter su ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro. En medio de un despliegue mediático casi cinematográfico, el presidente de El Salvador se paseó orgulloso en el edificio construido en tiempo récord pasando revista a los reos sometidos y cabizbajos.
No se conoce el costo de la obra, pero basta ver su magnitud y la premura de su edificación para saber que ha sido una inversión importante, tan importante y prioritaria como es la estrategia de seguridad y lucha contra las maras (pandillas) que se ha convertido en la cruzada personal del joven mandatario salvadoreño desde que impuso un régimen de excepción en marzo del año pasado tras el asesinato de 87 personas entre el 25 y 27 de marzo de 2022.
El recinto tiene 23 hectáreas, las cuales albergan ocho pabellones ubicados dentro de un perímetro rodeado por un muro de hormigón de 11 metros de altura y 2,1 kilómetros de largo, protegido por alambradas electrificadas que estará resguardado por 600 soldados y 250 policías.
Aunque recientemente se ha trasladado a los primeros 2.000 pandilleros, la prisión está concebida para recluir a la mayoría de los más de 64.000 pandilleros detenidos hasta el momento en El Salvador.
En el video hecho público por el propio Bukele y difundido en todo el mundo, se observa a estos 2.000 criminales con sus torsos desnudos, vistiendo apenas un pantalón corto blanco, descalzos, con las manos esposadas en la espalda en todo momento y las cabezas agachadas. Según medios salvadoreños, la mayoría de los prisioneros pertenecen principalmente a la Mara Salvatrucha (MS-13) y al Barrio 18.
Como decíamos, este es el clímax de la estrategia de seguridad que despliega Nayib Bukele en El Salvador para contrarrestar la violencia de las maras; por ello, a pesar de las denuncias de la oposición sobre la falta de transparencia en el manejo de recursos y la recurrencia de excesos en el trato a los reos, el Presidente de El Salvador tiene más apoyo que detractores en su país.
Las organizaciones de derechos humanos cuestionan la legalidad de las medidas tomadas desde que se decretó el estado de excepción en El Salvador, principalmente porque en este camino se han cometido fuertes violaciones a los derechos humanos. Un informe presentado a finales de enero de este año por Human Rights Watch(HRW) revela que se han observado “abusos a gran escala”, que incluyen hacinamiento extremo, violaciones del debido proceso, falta de garantías, detenciones masivas y muertes bajo custodia. Sin mencionar el trato humillante e indigno a los detenidos, con que se ha publicitado ampliamente la medida.
A Bukele esto no le preocupa; por el contrario, se ufana de haber reducido la criminalidad en su país que ahora es, en sus palabras, “el más seguro de América”. Pero, El Salvador es también uno de los más pobres y un país donde la violencia no sólo está naturalizada, sino institucionalizada y es, como se ve, usada para redituar políticamente al mandatario, que con estas credenciales considera que puede perpetuarse en el poder.
Por supuesto que El Salvador ha sufrido el impacto de la violencia de las pandillas, pero una cosa es llevar a la justicia a los delincuentes y otra hacer gala de las violaciones a los derechos humanos de estas personas para ganar popularidad.
Nayib Bukele transitó el camino hacia el autoritarismo, concentrado como está en la mano dura aunque sea rompiendo los puentes democráticos. No se puede esperar nada bueno de ello.
Necesitamos tu apoyo
La mayoría de las noticias que publicamos en nuestra página web son de acceso gratuito. Para mantener ese servicio, necesitamos un grupo de generosos suscriptores que ayuden a financiarlo. Apoyar el periodismo independiente que practicamos es una buena causa. Suscríbete a Página Siete Digital.