Editorial
La loca idea de los yuanes
El presidente Luis Arce finalmente admitió que los dólares escasean. Es una buena noticia, pues desde que empezaron a desaparecer, las autoridades ensayaron varias estrategias para hacer de cuenta que “aquí no pasa nada”. Es más, hasta la fecha Arce sigue manteniendo la tesis de que todo va bien, y que “desde adentro” como “desde afuera” se busca posicionar una idea de crisis económica, pero que su Gobierno “proyecta llegar al Bicentenario con un país estable y con crecimiento
sostenido”.
¿Cómo? Es la gran pregunta. Por ahora, el primer mandatario ha lanzado una sugerencia: sustituir la moneda norteamericana por yuanes. No suena mal, si se considera el crecimiento galopante de la economía china, pero a simple vista surgen varios cuestionamientos sobre la practicidad de la idea.
Si bien es cierto que la escasez de dólares es global y que países vecinos como Argentina y Brasil han empezado a transar en la moneda china para reducir su dependencia del dólar, no parece probable que Bolivia esté en condiciones de seguir el mismo camino.
El gobierno de Alberto Fernández anunció el mes pasado que comenzará a pagar las importaciones chinas en yuanes en lugar de utilizar los tradicionales dólares estadounidenses, tanto para aliviar la presión que existe sobre el valor del dólar como para salvaguardar las escasas reservas en el Banco Central –necesarias para pagar la deuda y financiar las importaciones– que se vieron afectadas.
En esta misma línea, a principios de este año, China y Brasil acordaron reducir la dominación del dólar firmando un acuerdo para establecer arreglos de compensación de yuan que puedan facilitar el comercio bilateral. Y luego de sellar este acuerdo, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva cuestionó: “¿Por qué cada país tiene que estar atado al dólar para el comercio? ¿Quién decidió que el dólar sería la moneda del mundo?”.
Sin embargo, Bolivia no tiene un comercio fluido con China que haga posible este tránsito, y si lo hiciera le serviría únicamente para los negocios bilaterales que no representan ni el 10% de su movimiento comercial. China es el sexto país con el que Bolivia realiza comercio en el mundo y la balanza es negativa porque se importa más productos de ese país que lo que se exporta.
Por otro lado, como señalan varios analistas, lo que necesita Bolivia es reponer o al menos no extinguir sus reservas internacionales netas en dólares para pagar su deuda y sus principales importaciones (como las de combustible) que se hacen en la moneda norteamericana.
Evidentemente, hace ilusión manejar una moneda única de uso legal que sea aceptada en el cono sur y hacer acuerdos bilaterales en los que se pueda sustituir el dólar. Chinos con yuanes y rusos con rublos deben estar igualmente ilusionados con la idea, pero en los hechos esto no pasa de una expresión de deseo: la hegemonía global del dólar está aún lejos de desaparecer de la faz de la Tierra y si recibiéramos yuanes por todo el comercio con China, luego habría que cambiar esos yuanes por la verde moneda gringa para pagar deudas y para comprar diversos insumos, sin mencionar que en el mercado cambiario tendríamos que buscar yuanes –que de por sí son escasos- y ahorrar en esa moneda por si algunas vez visitamos ese lejano país o hacemos negocios
transatlánticos.
Como señaló el analista económico Ernesto Sheriff: “En este momento decir que no se trabajará con dólares, sino con el yuan es infantil, porque la deuda es en dólares, los insumos se pagan en dólares, los socios comerciales nos pagan en dólares y va a pasar mucho tiempo para que alguien acepte que paguemos en Europa o EEUU con yuanes por una maquinaria”, precisó.
Finalmente, aunque nuestro Presidente sea un renombrado economista, lo que sucede en las calles no depende de lo que éste diga en un discurso, sino de dos factores determinantes: la confianza y la credibilidad; es con ellas que la gente actúa y por la cual responde, y la propuesta de olvidar los dólares para pensar en los yuanes no pasa de una loca idea en la que nadie cree.
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