Editorial
La Paz en alerta de contaminación
Vivimos en un país donde la contaminación es un asunto de mínima cuantía. Es así porque este tema, vital para la salud y la calidad vida, no está en la lista de prioridades de las autoridades, ni siquiera de los ciudadanos, tan solo de unos puñados de ambientalistas y especialistas que parecen aves agoreras, a quienes es mejor evitar.
Pero, como no se puede evitar lo que es tangible a los ojos, estos días la situación en la ciudad de La Paz ha encendido las alarmas de la ciudadanía. Desde el fin de semana la ciudad se ha mostrado totalmente cubierta de humo y olor a quema, ambos factores dificultan la respiración y provocan irritación en los ojos. Varios expertos han aconsejado a la población evitar actividades al aire libre, usar barbijos y tener especial atención con personas con enfermedades cardiorespiratorias.
Aunque La Paz es normalmente una ciudad con altos niveles de contaminación, los últimos días se registraron indicadores aún más altos debido a los chaqueos en el norte del departamento y un incendio que se descontroló en una población del municipio yungueño de La Asunta.
El fuego arrasó con aproximadamente 50 hectáreas de plantaciones de fruta y coca, según los reportes. Los vecinos de La Asunta alertaron que el incendio podría llegar hasta el centro de la comunidad, poniendo en riesgo a las familias; además, provocó la muerte de varios animales.
Es una situación de extrema preocupación, comparable a la que se vive en el oriente del país por razones parecidas: la quema o chaqueo. El viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, informó que a nivel nacional existen actualmente 2.742 focos de calor.
El Gobierno desplegó desde hace varias semanas contingentes de militares de las fuerzas del Ejército, Armada y Aérea a los bosques para sofocar incendios provocados de manera intencionada; asimismo, se confirmó la participación de un comando conjunto de las Fuerzas Armadas, especialista en sofocación de incendios en zonas de sequía y de inundaciones.
Los incendios están sin control desde hace muchos años, pues no ha habido política ni medida que evite las quemas en varias regiones de nuestro territorio, a esta condición estructural se añade que en Bolivia es alta la polución ambiental en las ciudades y áreas rurales.
Según un estudio publicado hace pocas semanas por el Instituto Nacional del Tórax, el 60% de los casos de cáncer de pulmón en el país es ocasionado por la contaminación ambiental y la exposición a metales pesados (como mercurio y arsénico) y no por el consumo del tabaco, como en otros países. Esto se debe a que la población está expuesta a la polución que produce el transporte y las gasolineras, entre otros; y también a los altos niveles de contaminación que produce la minería.
Sólo el 35% de los casos está asociado al tabaco, una cifra inferior a la que se registra en otros países europeos, donde se evidenció que hasta el 90% está asociado al consumo de cigarrillos de forma activa o pasiva.
El estudio revela que el tipo de cáncer más frecuente en Bolivia es el adenocarcinoma, un cáncer de las glándulas bronquiales que, según los especialistas, no manifiesta síntomas entre su etapa inicial.
Las razones expuestas deberían ser suficientes para provocar acciones preventivas y regulatorias de parte de las autoridades, pero como adelantamos, este tema, por grave que parezca, no es una prioridad ni siquiera para los directos afectados.
Las quemas en zonas productivas, así como la contaminación de ríos y del aire por efecto de metales pesados, es un asunto de que debieran ocuparse las autoridades de todos los niveles antes de que sea demasiado tarde. Ojalá que viendo lo evidente: la dificultad de respirar en un contexto de altitud y humo como se registra en estos momentos, se tomen acciones para proteger la salud de todos y evitar que quienes actúan exentos de escrúpulos se hagan responsables del daño que ocasionan.
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