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Promesas incumplidas y libros olvidados

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La Paz - sábado, 11 de marzo de 2023 - 5:00

Está claro que los libros y el incentivo a la lectura no están entre las prioridades del Gobierno y, lo que es peor, el tema está siendo abordado con enfoque político.

La Cámara Departamental del Libro, que es la organizadora de la exitosa Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL), ha salido a la palestra esta semana para recordar que el presidente Luis Arce se comprometió a apoyar la presencia de los libros bolivianos en las ferias internacionales.

Por si el Presidente hubiera olvidado su promesa lanzada en la inauguración de la FIL en agosto pasado, aquí se la refrescamos: “Estamos seguros también que nuestra producción nacional literaria tiene mucho por ofrecer al mundo entero, por eso, presidente de la Cámara (Departamental del Libro de La Paz, David Pérez), nuestro compromiso de que los libros bolivianos lleguen a las ferias internacionales. Es un compromiso del Gobierno nacional”.

Pues bien, dentro de un mes se realizará una de las más importantes ferias de la región, la de Buenos Aires, y por increíble que parezca, la ministra de Culturas ni siquiera se dignó en responder las cinco cartas que la Cámara del Libro le envió para coordinar el viaje de la delegación boliviana.

La displicencia del Gobierno con la Cámara del Libro y con las editoriales privadas es coherente con el trato que el poder brinda a toda organización, institución o fundación que políticamente no está alineada al partido oficialista, lo cual muestra la escasa comprensión del ámbito de la cultura, que está, o debería estar, por encima del bien y del mal.

Prueba de este menosprecio es que el Gobierno alienta y promueve únicamente a las editoriales estatales, porque producen libros que difunden su pensamiento, y deja a las editoriales privadas libradas a su suerte. Por ejemplo, las editoriales estatales viajaron a la feria de La Habana, pero no las privadas y, si no se corrige esta distorsión, es probable que la historia se repita en la feria de Buenos Aires.

Con la misma desidia ha actuado el Estado en cuanto a las políticas que debían implementarse en el país tras la aprobación de la Ley del Libro, que está a punto de cumplir su primera década. La Cámara del Libro hace notar que desde entonces el único punto aplicado es la exención impositiva para la importación y venta de libros, pero que otros aspectos, como la generación de políticas dirigidas a la formación de lectores y escritores, así como la promoción del hábito de la lectura en la población, han quedado en el olvido.

No estaría mal que las autoridades encargadas del área disfruten más seguido de los libros para que, de esa manera, amplíen sus miras y puedan entender que la cultura no es un asunto político.

El Gobierno alienta y promueve únicamente a las editoriales estatales, porque producen libros que difunden su pensamiento

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