Destaca baja inflación pero prevé que en 2023 el PIB será de 2,8%
Banco Mundial eleva previsión de crecimiento del país a 4,1%
América Latina crecerá en 3%, pero a pesar de las mejoras, el organismo dice que hay vientos en contra como la inflación, menor crecimiento chino y la guerra.
El Banco Mundial mejoró la previsión de crecimiento económico de Bolivia de 3,9% a 4,1%, en este año, aunque para 2023 prevé una desaceleración en el ritmo de expansión. Para América Latina proyecta un PIB de 3% en un contexto de elevada inflación.
En su informe “Nuevos enfoques para cerrar la brecha fiscal”, el organismo internacional estima que en 2023 la economía boliviana sólo crecerá a una tasa de 2,8% y en 2024 en 2,7%.
En su informe Perspectivas Económicas Globales, publicado el 7 de junio, el Banco Mundial había proyectado un crecimiento de 3,9% para Bolivia. El Gobierno y el Banco Central prevén una expansión de 5,1%.
El Banco Mundial estima que el déficit fiscal de Bolivia este año se situará en 8%.
También destaca la inversión pública del país que como porcentaje del PIB está en 10,8% y es la más alta de la región. A su vez la inflación está por debajo de 1%
La región América Latina y el Caribe recuperó cierta normalidad con un crecimiento previsto de 3% este año, indicó el Banco Mundial.
En abril el organismo auguró un crecimiento de 2,3% en 2022 que eleva ahora al 3%, debido en parte al aumento de los precios de las materias primas por la guerra en Ucrania que beneficia a los exportadores. Argentina crecerá este año 4,2%, Brasil 2,5%, Chile 1,8%, Colombia 7,1%, Costa Rica 3,3%, Ecuador 2,8%, El Salvador 2,4%, México 1,8%, Perú 2,7% y Uruguay 4,8%.
En la mayoría de los países, el PIB y el empleo recuperaron los niveles prepandémicos de 2019, pero las tasas de crecimiento previstas podrían describirse como “resilientemente mediocres”, señala el Banco Mundial.
“El crecimiento es mediocre, digamos lo que es, pero vale la pena destacar los avances que hemos hecho como región”, declaró a la AFP el economista jefe para la zona, William Maloney, quien cita que la inflación en la mayoría de los países no esté por encima de la media de 6% (salvo casos como Argentina donde alcanza casi el 80% interanual), mucha menos deuda en moneda extranjera que hace 20 años aunque la deuda general aumentó, y más reservas en los bancos centrales.
A pesar de las mejoras, hay vientos en contra. El impacto de la guerra en Ucrania ha sido desigual pero inferior al que han acusado otras regiones.
El Banco rebaja la previsión de crecimiento para 2023 del 2,2% al 1,6% debido a las tasas de interés más altas, un crecimiento más lento en el G7 y en China, y una esperada caída de los precios de las materias primas. El problema más grave a largo plazo es que “a cinco años creceremos alrededor del 2,5%”, es decir aproximadamente lo mismo que en la década de 2000-2010, ejemplificó Maloney.
Para fomentar el crecimiento es esencial “ponerse las pilas”, mejorar la educación, formar mano de obra calificada, impulsar la productividad, innovar y adoptar nuevas tecnologías, describió el funcionario.
El invitado no deseado en la región es la inflación y no se sabe cuánto durará, afirma el Banco Mundial, que destaca que en la mayoría de los países se sitúa por debajo del índice registrado en los socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Las autoridades monetarias de la región “están haciendo un buen trabajo con la inflación, me parece manejable”, estimó Maloney, a quien le preocupa más la deuda, que aumentó en promedio diez puntos porcentuales. “Eso sí es grave”, dice.
El Banco sin embargo indica que los números esconden el impacto desproporcionado que la elevada inflación de los alimentos tiene sobre los hogares.
El organismo estima que los países latinoamericanos podrían mejorar la recaudación del impuesto sobre la renta, dado que en la mayoría de los países sólo el 20% de los ciudadanos pagan el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (en Estados Unidos es el 80%).
El Banco considera además que en vez de subir los impuestos a los más ricos, que son los que más invierten, los gobiernos deberían esmerarse en optimizar el gasto.