El Burrito tiene un rol “un poquito fregado”

   Para los voluntarios,  ser Burrito implica mucha responsabilidad   y compromiso por el rol que desempeñan. Su trabajo es arduo, pero siempre motivado por el amor a la ciudad.
  "El traje de Burrito y el rol que representa es, pues, un poquito  más fregado. Tiene una misión más grande,  que es la de educar de manera alegre. Tiene que  educar a la gente a través  de sus errores ”, explicó una de las Burritos,  Yesiva Chavarría.
Yesiva pertenece a la familia Cebra desde hace seis años. Para ella, el traje de burrito se ha convertido en una segunda piel. Describe a su personaje  como un ser carismático, lleno de genialidades, inteligente y creativo.
"Es un personaje pícaro que  siempre está contradiciendo a la Cebra, pero también le hace ver  sus errores al pasajero, al peatón, a los choferes y a  la gente en general”, indica.
Cuenta que al ser un personaje tan "alegre y fregado”, logra que las personas se identifiquen, y a partir de eso cambien su actitud y corrijan sus errores. A través  de su traje puede identificar y recrear acciones negativas para convertirlas en positivas.
"Una vez, en la parada de la calle Potosí, donde  los choferes y peatones ocasionan una congestión fatal, con  mi traje de Burrito me subí a un minibús junto con los pasajeros  que abordaban el vehículo en medio de la calle. ‘¡Pare, pare chofer, qué le pasa, espere!’, grité, mientras los pasajeros me veían,  se reían  y se ponían rojos al ver lo que ocurría”, relata.
  Para Yesiva, llevar el traje de Burrito es un reto que día a día enfrenta con mucho amor. "El Burrito  debe  ser innovador todos los días. Puedo utilizar los  errores e infringir reglas para llegar de manera directa al ciudadano. El traje nos da la fuerza para hacerlo”, señala.