Verónica Zapana S. / La Paz
Escaras de cúbito. Ese fue el diagnóstico con el que el 4 de octubre de 2015, Marcos Torres -de 43 años- ingresó al Hospital de Clínicas. A una semana de internarse recibió su alta médica, pero un año después permanece en el nosocomio. Nadie lo visita, nadie pregunta por él ni paga la cuenta que crece. Está abandonado.
"No tengo a nadie. Yo salí del hogar Virgen de Fátima a los 12 años con tutores, pero ellos murieron hace 20 años. Después encontré una habitación en una congregación, pero como estaba en una silla de ruedas, toda mi espalda y mis nalgas se hicieron escaras. Por eso, el año pasado me interné y desde entonces no salgo del hospital”, cuenta acongojado don Marcos.
El 4 de octubre de 2015, Torres llegó al nosocomio con anemia, fiebre y escaras. Lo internaron en Emergencias y después de unas semanas lo transfirieron al pabellón Británico del hospital, donde permanece hasta hoy.
Marcos es uno de los dos pacientes que mantienen una "larga estadía en el hospital”. "Ellos están en completo estado de abandono”, dijo la jefa de la Unidad de Trabajo Social, Delia Molina. Y no son los únicos.
En el principal nosocomio público paceño hay grupo de pacientes "especialmente adultos mayores y con discapacidad” que son olvidados por sus familiares después de ser internardos.
"Cada mes hasta 10 personas son abandonadas por su familia en el hospital y su permanencia -que normalmente debería ser de hasta tres semanas luego de su intervención- se alarga durante meses”, aseguró Molina.
Entre esos pacientes "abandonados” a su suerte hay indigentes, alcohólicos y drogodependientes. "Lo que preocupa es que pese a que esa gente tiene familiares que los traen, después se pierden y olvidan al enfermo. Se deshumanizan”, resaltó la trabajadora social.
Recalcó la necesidad de trabajar en una ley de negligencia familiar, porque son cada vez más las personas que no atienden a sus parientes enfermos como deberían. "A los médicos los procesan por negligencia médica y a los familiares, nadie les hace nada aunque cometan bastantes atropellos contra sus parientes. Creen que con traer a su familiar al hospital y dejarlo es suficiente, pero no es así; ellos tienen la obligación de acompañar en el proceso de recuperación”, afirmó.
Los ejemplos sobran. Algunos dejan a sus familiares en puertas del nosocomio, sin documentos ni referencias. En esos casos, la Unidad de Trabajo Social se encarga de realizar los trámites.
Molina comentó que cuando se presentan estas situaciones, se inicia un trámite para que los pacientes ingresen a un centro de acogida cuando sean dados de alta. "Hay centros para personas adultas mayores y niños, pero no para gente en edad intermedia”, lamentó.
Don Marcos, por ejemplo, tiene discapacidad física y por su edad no hay albergues que lo reciban. La unidad de Trabajo Social apeló a varios centros, pero todos le negaron el ingreso.
Jorge Quisberth, de 56 años, también cumplirá en los siguientes días un año de internación. Tiene discapacidad intelectual y no puede ingresar a un hogar.
"Hemos intentado incorporarlo al Centro Rosaura Campos, al Quevedo y al San Ramón, pero todos dicen que para estar ahí deben ser independientes. Lamentablemente, don Jorge tienen discapacidad intelectual y debe usar pañal”, dice Molina.
"Quiero mi buzo, no tengo buzo”, grita el hombre internado en la cama 8 en el mismo pabellón donde está Torres. Sentado en su lecho, Quisberth insiste en vestirse para caminar.
"A veces hay gente que viene y los colabora, pero aún así tanto don Marco como don Jorge necesitan ropa y pañales”, explica la trabajadora social de Emergencias. Pide a la población su solidaria donación.
Cada día ambos almuerzan en la sala mirando las puertas. "No tengo a nadie”, repite don Marcos mientras prepara su material para elaborar llaveros artesanales y venderlos a cinco bolivianos.
INO consigue tres albergues para enfermos desamparados
Página Siete / La Paz
Tras darles el alta, el Instituto Nacional de Oftalmología (INO) deriva a los pacientes que son indigentes o adultos mayores sin recursos a al menos tres casas de acogida.
"Al hospital vienen cada mes de tres a cinco pacientes que son del interior, del área rural, o indigentes y adultos mayores que luego de su atención médica requieren de cuidado. Por eso los derivamos a albergues”, puntualizó la trabajadora social del INO, Patricia Antezana.
La jefa de esa unidad, Nelly Vidaurre, afirmó que por lo general esos pacientes ingresan a un albergue transitorio que tiene la Iglesia Católica cerca al nosocomio. También, a otros hogares como la casa del Migrante e incluso a predios de la CSUTCB, donde también alojan a esta población. "Nos movilizamos por todo lado para que no queden desamparados”, remarcó.
En el INO hay tres trabajadoras sociales y cada una de ellas atiende cada día a 60 pacientes al día. De ellos, el 50% son adultos mayores que acuden solos.
"El paciente no sabe por dónde empezar, dónde sacar ficha, qué hacer. Los llamamos y no escuchan su nombre, no oyen la indicación médica”, ejemplificó.
En estas situaciones, las trabajadoras sociales envían una citación al enfermo para que la entregue a su familiar más cercano; a veces llaman por teléfono a los parientes para citarlos.
"La mayoría no viene, pero hay otros que sí lo hacen y con ellos se trabaja”, reconoció Vidaurre.
Adultos mayores
- INO Al Hospital de Clínicas llegan cada día más de 90 adultos mayores solos en busca de atención médica; la mayoría está desorientado.
- Cirugías Los pacientes no pueden ser operados si no presentan el consentimiento de un familiar.
- Ayuda Los pacientes siempre requieren ayuda de un familiar para tener una mejor atención.
- Idioma Las trabajadoras del hospital también deben aprender un idioma nativo para entender a los pacientes que llegan del campo.