Buenos médicos y aun mejores personas, vidas que perdemos
Familiares, amigos y colegas lamentan el deceso de los profesionales de salud y rinden homenaje a sus vidas recordando sus experiencias junto con ellos.

















Madeleyne Aguilar A /La Paz
La segunda ola de la pandemia ya cobró la vida de 37 médicos que luchaban en primera línea contra el coronavirus. Estos profesionales también eran maestros, padres, madres, abuelos, esposos y esposas.
“Un gran luchador contra el dolor”, así define uno de sus estudiantes al anestesiólogo Alex La Fuente Choque, quien trabajaba en el Hospital Obrero hasta que murió a causa del coronavirus en esta segunda ola. Tras enterarse de la triste noticia, Ervin Seborga envía a su maestro “un abrazo hasta el cielo”.
El doctor La Fuente dirigía el centro Praxis del Dolor, que ayuda a las personas con enfermedades terminales, como el cáncer. “Tenía miles de trabajos y aun así se esforzaba por dar lo mejor de sí en cada uno ellos”, cuenta su hija Abigail. “Él era pionero en muchas cosas y nos decía: ‘aquello que nadie quiera hacer o no se haya hecho antes, hazlo tú’”.
Sus amigos y familiares coinciden en que La Fuente amaba su patria y creía en ella. Por eso, buscaba la excelencia y viajaba por el mundo capacitándose.
Según los reportes de los colegios médicos regionales, en lo que va del año se lamentó la pérdida de 19 médicos en La Paz, 15 en Santa Cruz (20 , contando desde el 26 de diciembre) y tres doctores en Cochabamba.
“La desgracia es que, en muchos casos, no había terapia intensiva para atender a nuestros colegas. Esperaron horas y horas. La falta de oxígeno agrava la inflamación y deteriora el sistema inmunológico, es por eso que hay tantos fallecidos”, explica el secretario ejecutivo del Sindicato de Ramas Médicas Afines (Sirmes) de La Paz, Fernando Romero.
Para Jason Nicolls, la segunda ola de la pandemia Covid-19 significó perder a su padrino, el doctor Néstor Orihuela, urólogo del Hospital Obrero. Él había logrado inspirarlo tanto que decidió también estudiar medicina. El joven de 25 años sigue sus pasos y actualmente trabaja en la Caja Bancaria Estatal de Salud.
“Es muy triste que la pandemia haya provocado tantas muertes, pero la del doctor Orihuela en particular me duele, porque él era una gran persona”, dice Jason.
Como su ahijado, conoció los otros intereses del fallecido médico: le encantaba leer astrofísica, era un fotógrafo amateur y viajero. Era habitual que compartiera sus fotografías en el grupo de WhatsApp familiar.
“Él viajó por el mundo. Ya fuimos juntos a lugares dentro de Bolivia , pero este año me iba a llevar a Dubai”, lamenta Jason.
La especialidad de Orihuela era la urología. Él, según sus colegas, era de los mejores profesionales especialistas.
Antes de la pandemia, Jason veía a su padrino una vez por semana, luego las reuniones se redujeron. Conversaban sobre la profesión y la vida.
Foto:Facebook
El doctor Orihuela comentó recientemente en el grupo familiar que había encontrado a Dios. Probablemente -dice su ahijado- vivió una experiencia trascendental en un viaje.
Profesional comprometido y padre ejemplar, así era el ginecólogo obstetra José Napoleón Ramírez, fallecido a causa del virus. “Fue médico por casi 40 años, Trabajaba en el Hospital Materno Infantil. Con su muerte, perdemos un gran profesional, un gran padre y abuelito”, comenta uno de sus hijos, Juan José.
Recuerda con cariño cómo Ramírez fue “el más feliz” cuando se enteró de que iba a ser abuelo. Fue el mismo quien trajo al mundo a su primer nieto y lo cuidó.
Ramírez trabajaba en Hospital Materno Infantil en La Paz y tenía su consultorio en la Universidad Unifranz. Generalmente se dedicaba a su trabajo, pero el tiempo que estaba con su familia era de alegría. Compartía con sus hijos, por ejemplo, los partidos de fútbol de su equipo, Bolívar.
Las muertes de estos profesionales también afectan a la academia , ya que se perdieron grandes docentes. Es el caso del doctor Rodolfo Suárez Tejada, quien enseñó en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) por más de 40 años. También era anestesiólogo en la Caja Bancaria de Salud.
“Era una persona muy carismática. Tenía mucho cariño hacia la vida, a su familia, hacia todos los que fuimos parte de su entorno y nos convertimos en amigos”, cuenta la secretaria de la Facultad de Medicina, de la UMSA, Shirley Cuenca, quien trabajó 17 años con el doctor Ramírez.
Ella lamenta que los estudiantes de esta carrera ya no podrán contar con Ramírez como docente. Daba clases muy didácticas y era muy entregado a su don de enseñanza, recalca.
“Nuestro doctor Chichi, como le decíamos, siempre nos daba mensajes, consejos sobre vivir plenamente. Nos decía que los días no se repiten, así que hay que vivir con la mejor predisposición, sin hacer daño a lo que amas”, recuerda Cuenca.
Ella reconoce que, como todas las personas, los médicos tienen defectos, pero en el caso del doctor Suárez destaca sus múltiples virtudes. “Era encantador, amable, inspirador. Tenía una nieta, de 13 o 15 años, que era la razón de su vida”, señala.
El día que murió el doctor Alex La Fuente, en el Hospital Obrero ya se habían registrado varios decesos de personal de salud. Como un gesto de despedida a su colega, un grupo del personal de salud lanzó globos blancos de helio. Así llegan los abrazos hasta el cielo.
Algunos de los médicos fallecidos en La Paz en la segunda ola de pandemia
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